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sábado, 20 abril, 2024
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El placer de la indiferencia

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Por: EDUARDO CAMPECH MIRANDA* •

A Luz María Chapela, por todo y porque sí

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¿Cuál es el problema de tener un presidente que no lee? En plena campaña presidencial del 2012, un amigo priista me hacia la pregunta anterior, respaldándola con afirmaciones como “que lea no garantiza que sea honesto, ahí está López Portillo” y, la segunda, que no podíamos esperar nada distinto de un pueblo que no lee. Coincidí y coincido plenamente con la primera, no así con la segunda. Si se está preocupado, y ocupado, por el bienestar de la sociedad mexicana (no entendería otro espíritu al pertenecer a algún partido político), lo menos que podemos hacer es apoyar a que la ciudadanía se desarrolle.

Compartiré un ejemplo pueril, pero real: un anciano, habitante de alguna comunidad perdida en los cañones zacatecanos dijo que el mar no existía, que era invención de los hombres, en específico de la televisión. Ante tal aseveración se le preguntó por qué decía eso, que el mar sí existía. Seguro de sí mismo narró su travesía hacia la capital del Estado: “Fui hasta Tlaltenango y no vi el mar; luego hasta Colotlán y tampoco vi el mar; seguí a Jerez y no vi el mar; llegué hasta Zacatecas y nunca vi el mar. El mar no existe”. Inútil fue convencerlo de lo contrario. Su lectura de la realidad imperaba.

El problema de que el presidente no lea es que tiene pocas expectativas de construir un pensamiento propio, crítico, creativo, de enriquecer su vocabulario; de conocer relatos, experiencias, puntos de vista; de escuchar con atención a otros; de tener una mirada auténtica; desarrollar la autocrítica, ni de que “vivan y desarrollen su capacidad de ser sensibles y de establecer relaciones de empatía con otros al expresar y valorar sus propias emociones y al reconocer las emociones de otros”.1

Y todo ello pasa desapercibido por los apologistas del presidente. Y hablo de él porque las decisiones que ha tomado en estos tres años nos afectan (hay otros políticos que también dan mucha tela de dónde cortar). Decía, pasa desapercibido por esos apologistas desde su trinchera, donde guardan silencio, donde las desapariciones forzadas no existen, donde se celebra el estatus de “docente idóneo” con faltas de ortografía. Muchos de ellos enarbolan discursos en torno a la lectura privilegiando el placer. ¿Hay placer en la indiferencia, en la exclusión, en la discriminación, en la doble moral? Parece que sí. Ahí se regocijan ellos.

Hace un año que desaparecieron 43 normalistas en Guerrero. Hace un año que 43 familias están incompletas, que no saben nada de sus hijos, hermanos, esposos. Hace un año que es un año más para quien no lee (ni la realidad, ni los textos) y piensa, como el viejito de la historia contada líneas arriba, que el mar no existe, como tampoco existen la inconformidad social, las desapariciones ordenadas y ejecutadas por el Estado, la corrupción. Vivimos en concordia perenne.

 

* Zacatecas. Promotor de lectura.

 

(Endnotes)

1 Chapela, Luz María: Las Salas de Lectura, México, Secretaría de Cultura-Gobierno de Jalisco/DGP-CONAULTA, 2012, p. 15 (Cuadernos de Salas de Lectura).

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