«Los asesinos formaban un grupo lamentable: eran una puta, dos rateros y un maricón”; cuenta Jorge Ibargüengoitia en su novela Maten al león, en la que el cadáver de quien disputaba la presidencia al dictador de una república bananera encuentran unos pescadores abandonado en una playa. Habría, según la versión oficial, sido asesinado en el curso de una orgia, celebrada en un célebre lupanar. Actuando en consecuencia el jefe de la policía instruye a los indiciados: “Van a hablar con la prensa, eso es un privilegio, y recuerden que el móvil fue el robo”. “Va a quedar más desprestigiado que mi santa madre”, comenta luego el dictador a un subordinado.
Las diferencias con la ficción son evidentes, y las semejanzas aun más; porque si bien es cierto en el múltiple homicidio de la Narvarte resultaron victimados unos meros ciudadanos, lejanos por tanto de la importancia de un candidato presidencial; se trató no obstante, en un par de casos, de personajes incómodos para el propietario de un estado; y no porque amenazaran despojarlo del mismo sino debido acaso a que no sólo cotidianamente se las ingeniaban para hacer trizas la imagen que de sí mismo intentaba proyectar, sino peor aún: pudieron en distintas ocasiones exhibirlo tal cual es.
El grupo lamentable de este caso lo forman un viene-viene, un ratero y un violador; lo que indiscutiblemente implica quienes han cuestionado al gober de marras han sido gente de mal vivir.
Con todo y lo bien resuelto quedó un cabo sin atar: ¿Si se trataba de un robo por qué los ladrones no sólo torturaron a las víctimas sino les dieron el tiro “de gracia”? Cabe aquí la consideración de que aun cuando la realidad imita a veces a la ficción, suelen los resultados ser menos satisfactorios aun.
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Si bien ya desde antes, a partir de que Morena vapuleó al PRD en el D.F. en julio pasado, el campeón nacional de la democracia y las causas populares no ha dejado de sorprendernos; ora con trascendentes decretos, ora con dramáticas revelaciones. Así sucedió en el curso de la semana próxima pasada con la promulgación de David Monreal como único representante de la soberanía nacional (what ever that means) en territorio zacatecano, entre los primeros; y la salida de El Piojo Herrera de la dirección de la selección nacional de futbol por el complot de Peña Nieto, Videgaray y Osorio Chong, entre los segundos. ■
