A qué se debe toda esta avalancha de señalamientos que organismos internacionales de promoción y defensa de derechos humanos, y no sólo éstos, han durante los últimos meses hecho sobre nuestro país?
Es debida, según creo, a que hoy por hoy nuestros gobernantes, empresarios y jerarcas eclesiásticos son incomprendidos; a que cuando con el corazón en la mano nuestros representantes ante los organismos multilaterales responden que aquí no pasa nada, no son creídos; a que los interlocutores de la dirigencia nacional allende las fronteras, y crecientemente dentro de las mismas, resultan ajenos al universo conceptual de nuestros mandamases; y los enjuician, consecuentemente, con criterios exóticos, ajenos totalmente a la sólida formación legada por sus mayores, y cristalizada en una suerte de decálogo, que a diferencia del bíblico se acata a rajatabla, y que más allá de que el jefe siempre tiene la razón, sin un orden preciso de prelación meridianamente indica que la moral es un árbol que da moras; que un político pobre es un pobre político; que la mujer coqueta tira a puta, y el hombre honrado tira a pendejo; que para los opositores lo adecuado es el encierro, el destierro o el entierro; que un muerto más o menos no quita el sueño; que quien desee prosperar en política no debe meterse con los curas, porque puede que lo chinguen, no debe meterse con los ricos porque puede que lo chinguen, y no debe meterse con el preciso, porque éste sí lo chinga; que las leyes como las mujeres (pobres obviamente), fueron hechas para violarse; que no importa perder la votación, lo importante es ganar el escrutinio; que al jefe no se le rebasa ni en la carretera; que al que hace obra algo le sobra; que ladrón que roba a bandido, merece ser ascendido; que hay que dejar que los periodistas muerdan, pero no que hagan sangrar; y así sucesivamente.
Así las cosas, lo que los comisionados de la ONU nombran tortura generalizada, para nuestros próceres resulta una “calentadita”; lo que para los primeros es una ejecución extrajudicial, para nuestros heroicos juanes un “estate quieto”; y lo que la prensa internacional llama conflicto de interés, para nuestros jefazos es un “pacto de caballeros”.■
