■ Aparece intermitentemente como crítico gubernamental sobre temas sin trascendencia, expone
■ Ya no dice nada, no se indigna ante nada, no protesta ante la injusticia: líder de El Barzón
El Partido de la Revolución Democrática (PRD) en los estados “dejó de ser oposición, se convierte en cómplice de la corrupción de los gobiernos estatales, a veces aparece intermitentemente como crítico gubernamental sobre aspectos que en realidad no tienen trascendencia”.
Así lo aseguró Alfonso Ramírez Cuellar, uno de los fundadores de este instituto político y ahora, tras su renuncia la semana pasada, ex perredista, quien añadió que el partido “en muchísimos estados (…) en el fondo ya no dice nada, no se indigna ante nada, no protesta ante ninguna injusticia, ante ningún acto de corrupción, ante ninguna violación de los derechos humanos
Reiteró que las dirigencias estatales del Sol Azteca son “una prolongación vulgar de las oficinas de los gobiernos de las entidades federativas” y sostuvo que su capacidad de ser oposición se ha perdido por completo, por lo que decisiones como por ejemplo la aprobación de cuentas públicas es sólo “el desenlace de una complicidad permanente entre dirigentes y gobiernos”.
Aunque reconoció que no conoce las particularidades del caso de Zacatecas, sí aseguró que esta “epidemia de sometimiento” es generalizada en la mayor parte de los comités estatales del partido.
Ramírez Cuellar renunció a su militancia en el PRD hace unos días y, en su carta dirigida al líder nacional Carlos Navarrete hacía referencia a una descomposición política con pocas posibilidades de solución.
Esta misma idea la recalcó a través de una entrevista telefónica, en la que sostuvo que el proceso de deterioro del partido va a continuar durante los próximos meses e, incluso, años; debido, precisó, a que actualmente hay “una casta de dirigentes total y absolutamente conservadores, ellos no tienen ninguna voluntad ni de reformarse ni de reformar el partido”.
Ramírez Cuellar explicó que “tenía la obligación moral de salirme del PRD” por la nula voluntad de cambio de sus dirigentes, como una primera causa; y, en segundo término, por los gastos tan elevados que son necesarios para sostener el sistema, basado en las corrientes, mediante el cual funciona el partido.
El tener que conseguir grandes sumas de dinero para operar, precisó, provoca que este recurso se tenga que conseguir “donde sea y con quien sea”, por lo que termina siendo un dinero que “no se fiscaliza, sobre el cual no existe control; entra por los circuitos extra institucionales del partido y permite, por lo tanto, la entrada de muchísimos aventureros que llegan a dañar al partido”.
Al respecto, subrayó que no es posible ni correcto que “el poder del dinero” sea el que determine, a fin de cuentas, quién gana o pierde una elección interna, quién ocupa o no una posición en la dirección partidista y quién puede o no ser candidato a algún puesto de representación popular.
La situación del PRD en los estados es uno de los problemas más serios que atraviesa el instituto político y el tercer punto enumerador Ramírez Cuellar.
La importancia de abordar las condiciones en las entidades de este instituto político se deriva de los hechos ocurridos en el municipio guerrerense de Iguala. Al respecto, advirtió que “el caso de Abarca, ex alcalde de Iguala, es simple y sencillamente una pequeña muestra de lo que quizá pueda estar sucediendo en muchos lados”.
El aspecto central de análisis de esta cuestión, precisó que es el del actuar de los perredistas locales como oposición a los gobiernos.
En ese tenor, Ramírez Cuellar concluyó que “el partido tolera y es cómplice, abierto o silencioso, de las prácticas más corruptas de gobernadores, presidentes municipales, funcionarios locales; (…) prácticamente permanece callado y ya no tiene absolutamente nada que decir y por lo tanto ya no dice nada”.
