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jueves, 28 marzo, 2024
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Compartiendo principios, compromisos y agresiones

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS VARGAS • Araceli Rodarte • Admin •

En el editorial de la edición nacional de La Jornada correspondiente al pasado 19 de septiembre, (http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2014/09/19/editorial-tres-decadas-296.html), se informa a los lectores que por haber mantenido durante su existencia la línea editorial que le caracteriza, “el diario ha sido sujeto a constantes campañas de difamación e incluso a acosos judiciales desde medios informativos afines al poder y, lo más grave, a un bloqueo de publicidad por parte de las dependencias oficiales y de las agencias de publicidad”. Agrega el editorial que aunque en los últimos años “esa circunstancia ha sido superada en alguna medida, La Jornada no ha recibido nunca las proporciones de publicidad oficial y privada que ameritarían su circulación, su influencia y su penetración.”

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Más adelante puntualiza que “La Jornada no es un periódico opositor a ultranza o crítico a rajatabla. En su manejo editorial rehúye las estridencias y el sensacionalismo y busca mantener un equilibrio para dar a conocer todos los puntos de vista de los involucrados en los temas que cubre; desde luego, en el vértigo periodístico del día a día resulta particularmente arduo buscar un equilibrio, y ese esfuerzo cotidiano le ha permitido ganar la credibilidad que hoy ostenta y el sitial de referencia para diversos sectores sociales y para las mismas cúpulas institucionales. Sin embargo, o más bien por eso mismo, este diario sigue siendo incómodo para los poderes políticos y económicos”.

En seguida hace público el problema que hoy enfrenta ante Gobierno Federal: “En lo que va del actual sexenio, si bien el sector público no ha dejado de contratar publicidad en estas páginas, ha retrasado los pagos más allá de todo plazo razonable, y ello ha colocado a la empresa editora de La Jornada en dificultades sin precedente. Es un hecho que la economía en su conjunto pasa por una situación constreñida, por decir lo menos, pero ello no basta para explicar tales atrasos, sobre todo a la luz de los abultadísimos gastos publicitarios que Gobierno Federal ha realizado en otras instancias, particularmente en los medios electrónicos tradicionales, para legitimar el paquete de reformas estructurales recientemente implantadas”. “Cabe preguntarse, en esta circunstancia, si los impagos mencionados son un mero descuido burocrático o una forma específica de presión sobre la línea editorial del diario”.

Aquí es importante informar a nuestros lectores que esa grave circunstancia también la sufren varias de las empresas editoras de La Jornada en las entidades, entre ellas La Jornada Zacatecas, que han sido orilladas por el impago de Gobierno Federal a iniciar los procesos judiciales que corresponden.

Coincidimos con el editorial conmemorativo de los 30 años de La Jornada, cuando afirma: “Tal medida constituye una regresión de siete lustros a tiempos de autoritarismo presidencial que se suponía superados: “no pago para que me peguen”, explicó José López Portillo cuando impuso el embargo publicitario a Proceso a finales de los años 70 del siglo pasado, en lo que fue una valoración aberrante, tanto porque pretendía reducir la institucionalidad federal a su persona, como porque el erario no era suyo, sino de la nación”.

“Más grave aún, el intento por someter a un medio con el recurso de privarlo de la publicidad oficial es una distorsión antidemocrática y facciosa del espíritu republicano que debiera primar entre los gobernantes, constituye un ataque directo al derecho de los ciudadanos a informarse y al de los comunicadores a informar y expresarse, y priva a las propias autoridades de indicadores e instrumentos para enterarse del pulso social y del sentir de sus gobernados. Cabe esperar que esas tentaciones autoritarias sean contenidas y que den paso a una verdadera comprensión del papel de los medios independientes en una sociedad moderna: un contrapeso necesario al poder y una vía de expresión a las causas profundas de la sociedad”.

“Una generación creció leyendo estas páginas y otra, con acceso natural a las redes sociales, empieza a emerger. Para ambas el trabajo de La Jornada ha sido un referente de importancia y una ventana al acontecer mundial minimizado, distorsionado o negado por el periodismo mercantil que no busca informar, sino entretener para, como objetivo último, lucrar. En contraste, este diario no ha buscado hacer periodismo para acumular dinero, sino conseguir dinero para hacer periodismo; su público lo sabe y puede confiar en que esa determinación no va a verse alterada por presiones externas ni por eventos internos”.

“Ciertamente, es mucho lo que falta por hacer. Como todo medio impreso tradicional, La Jornada debe culminar con éxito la incorporación, al proceso de producción basado en el tiraje en papel, de una lógica de flujo constante orientada a computadoras y dispositivos.

Mantener y mejorar la calidad de este producto informativo es un compromiso permanente, y una manera de retribuir y agradecer el acompañamiento de su público a lo largo de esta aventura que llega hoy a sus primeros 30 años”.

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