Grecia, es en Europa del Sur, (junto con España), el país en que la catástrofe ha destruido los niveles de vida alcanzados, especialmente de 2010 a la fecha. La población rechazando masivamente la gestión neoliberal de la actual crisis sistémica global, logró mantener una movilización que pasó de las protestas a la conformación de un tejido social donde los movimientos democráticos de base se han extendido, y –también- traducido en votos, en los procesos electorales. Acampando en las plazas y saliendo a las calles (como en el caso de la emblemática “ocupación” de la Plaza Sintagma en Atenas, por parte de los “indignados”, un mes después de que iniciara en España).
A partir de esta polifonía –más o menos atonal- de procesos populares instituyentes, donde es fundamental el apoyo mutuo, el afecto y el reconocimiento recíprocos, emerge un nuevo orden de sentido, que también sirve de soporte o de plataforma, a una contestación en el plano electoral. El electorado indignado votando por SYRIZA (nueva formación política de la izquierda radical), ha conseguido convertirla en la principal fuerza electoral en los pasados comicios al Parlamento europeo.
Sin embargo, el panorama es complejo. Al mismo tiempo-, va creciendo entre la población, en diversos estratos sociales, incluyendo a los desfavorecidos por la crisis, la influencia de organizaciones de extrema derecha (neofascistas), la más conocida y votada es Amanecer Dorado, quienes obtienen esos apoyos populares, mediante la captura del malestar social y su (re)conversión psicosocial, azuzando el odio contra los inmigrantes (xenofobia y racismo), recurriendo a golpizas, asesinatos, “limpiezas étnicas”, y mediante redes de distribución de alimentos y apoyos, en la medida en que son generosamente financiados por figuras de las elites financieras, empresariales y políticas de abierta filiación fascista. Profundizando una brutal polarización social.
La crisis en Grecia ha sido utilizada cínicamente por quienes la han producido, las elites financieras, precipitando a la quiebra económica a sectores enteros de la población, incrementando el déficit fiscal de las finanzas públicas, de aquellos Estados, como el griego, que han destinado el dinero de todos, endeudándose para salvar a bancos -y empresas-, con el conocido argumento, de… “demasiado grande para caer” que claramente oculta –encubriéndolas- otras soluciones más racionales.
La gestión neoliberal de la crisis, revela, la anomia (ausencia de valores), que priva entre las elites globales, europeas y nacionales. Expresada muy bien en una entrevista a un dirigente en Grecia… “estamos dirigidos por psicópatas incapaces de tener sentimientos de empatía hacia los afectados”. Sin respetar algún tipo de justicia social, arrasando con los derechos económicos, sociales y culturales, conquistados con tantos sacrificios y luchas.
Veamos rápidamente algunas cifras mencionadas por el economista griego Leónidas Vatikiotis:
“El desempleo ha llegado a 27%, y de ellos, sólo 10% recibe algún tipo de subsidio, los salarios se han reducido en promedio 40% , entre la “gente afortunada” que está trabajando, 1 de cada 3 está cobrando su sueldo con un retraso de más de 6 meses, los impuestos a los trabajadores han aumentado, en algunos casos llegan hasta 700%, el PIB se ha reducido 21% desde 2008, han emigrado decenas de miles de jóvenes con niveles altos de estudios, más de 250 mil pequeñas, medianas e incluso grandes empresas han cerrado y 200 mil más cerrarán entre este año y el próximo”, etcétera.
Esto, señala Vatikiotis, mientras por el otro lado, “los bancos griegos han sido subvencionados con 211 mil millones de euros desde 2008, lo que equivale a 115% del PIB actual”. Transferencia sin precedentes de la riqueza social de la gran mayoría de la población a las elites financieras.
Se puede ver, “la violencia de la solución” propuesta por los sectores sociales dominantes.
Lo fundamental, sin embargo, desde el punto de vista de un proyecto de autoinstitución explicita, lúcida y permanente de la sociedad, es la autorganización desde abajo, los nuevos procesos de radicalización democrática; donde la creatividad social se despliega en iniciativas de apoyo mutuo, para enfrentar la pobreza y miseria provocadas por la gestión neoliberal de la crisis. Las solidaridades imaginantes, han dado vida a… “clínicas de atención primaria y farmacias, comedores sociales, guarderías, huertos urbanos, puntos directos de distribución entre productores y consumidores o redes de intercambio con moneda propia. Proyectos, todos ellos, que toman cuerpo a partir del tejido social de los barrios, las asambleas vecinales, los grupos de mujeres o de trabajadores y desempleados”. Grecia y España, son, en este sentido, un laboratorio político que nos implica a todos y a todas. Especialmente importante, es el modo de resolver -o no-, el difícil problema de la articulación entre movimientos, procesos electorales y nuevas formas de organización política, más allá de la crisis de los partidos políticos. Volveremos, en este contexto, a tratar especialmente, las alternativas municipalistas. ■
