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miércoles, 24 abril, 2024
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El conflicto palestino-israelí: pocas esperanzas

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Por: MARCO ANTONIO TORRES INGUANZO •

El largo conflicto palestino ahora mismo no tiene solución: está estancado y atorado en la lucha entre dos grupos de antagonismo extremo, que si fuera posible asignarles un lugar en la geometría política diríamos que es una lucha entre dos ultraderechas. La historia del conflicto es muy conocido, desde 1948 inicia la ocupación de la zona palestina por parte de los judíos,  hecha posible por el entonces imperio británico, que hizo las cosas con la más prístina lógica del imperio: imposición desaseada. Y en este conflicto debemos poner dos cosas muy en claro, por un lado, los  bloques antagónicos no son homogéneos, y los dos pueblos tienen derecho a la tierra. Sobre el primer asunto debemos distinguir una línea de acción tipo Yitzhak Rabín, de la línea tipo Ariel Sharón; el primero con tendencias a la paz por la vía de la negociación y por tanto al mutuo reconocimiento, el cual (recordemos) fue asesinado no por un árabe, sino por un judío fanático del sionismo; y el segundo, partidario de la solución militar y el sometimiento palestino. En el posición Palestina la cosa es similar, tenemos un grupo que aun con sus actividad aguerrida como lo fue Yasser Arafat, desataba una estrategia diplomática que le permitía generar acuerdos; pero también está el grupo que logra posesionarse de Gaza y es de una fanatismo tal, que sus dictados ideológicos les ciegan sobre el valor de la vida de sus propios conciudadanos: Hamas, que articula su estrategia sobre la base de la reconquista y desocupación de Palestina y no por ninguna vía negociada.  Es sintomático que el grueso del conflicto esté localizado en la franja de Gaza y no en Cisjordania, es decir, que el territorio dominado por Al Fatah no tenga este nivel de conflicto. En suma, al contrario de las iniciativas de paz (acuerdos de Oslo y Capo David) de los 90 y principios del 2 mil, donde los grupos proclives a la negociación eran los protagonistas, ahora mismo es al contrario, en ambos lados, los protagonistas son los grupos integristas y de ultra derecha los que dominan la escena político-militar. Pero el conflicto está estancado porque si bien ambos grupos hegemónicos (Sionismo y Hamas) no reconocen al otro y pretenden la conquista militar de ‘su’ territorio, es claro que eso es fácticamente imposible; luego entonces, generan un estancamiento donde los únicos que salen perdiendo son la población civil inocente.

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Ahora bien, también es nítido que la lucha es asimétrica: Israel no sólo es quien siempre ha ignorado las resoluciones de la ONU y por tanto tiene alta responsabilidad en la continuidad del fuego, sino que es militarmente muy superior (es el 5to ejército más poderoso del planeta) y su capacidad de destrucción es enorme. Por ello, desde la racionalidad de un dirigente nacional que le preocupa la vida de sus pares, es incomprensible que Hamas sea quien haya roto las treguas gestionadas por Egipto. Además, es  inadmisible ataque a escuelas y centros de atención de Naciones Unidas en Gaza, por parte del ejército israelí: es terrorismo de Estado puro, sin justificación alguna, que el gobierno norteamericano tolera en su discurso con la hipocresía que le caracteriza. El terrorismo no es monopolio de los palestinos, sino que antes del 67 las células sionistas ya lo practicaban, y ahora el propio Estado de Israel incurre en ello. La condena internacional debe hacerse oír para reprobar la conducta judía que, paradójicamente, mantiene a Gaza cual campo de concentración en el sitio que les ha infringido desde 2007.

También es notorio la impotencia, y hasta la indolencia de la comunidad internacional: la ONU declara públicamente las violaciones de los acuerdos por parte de Israel, pero no hace nada (como promover bloqueos comerciales). La comunidad europea guarda silencio, y Estados Unidos sólo defiende sus intereses, sin importarle los derechos humanos de los niños que son asesinados por bombas de alto poder. Y como vemos el conflicto, estancado entro dos fanatismos,  la intervención internacional es absolutamente clave.

La solución todo mundo la sabe: es reconocer la existencia de dos Estados, lo cual significa que se establezcan fronteras seguras, se negocien los derechos al agua (vital por obvias razones), el control de Jerusalén, el retiro de los asentamientos israelíes de zonas palestinas reconocidas por la ONU y la libertad de movimiento de la población palestina a lo largo de su territorio (hay cientos puntos militares de revisión israelíes que coartan la libertad palestina. Y especialmente Gaza que está literalmente sitiada). Sin embargo, eso implicaría lograr sendos acuerdos producto de negociación que se ven muy lejos de obtener; y no sólo por las fuerzas judías, sino por los propios grupos fanáticos palestinos, como Hamas. Además, la prolongación de este conflicto es altamente peligrosa, porque está en la mira la entrada al mismo por parte de Irán. Esperemos y lo que entre sea la prudencia en las cúpulas de los poderes mundiales, y vean que si no intervienen de manera decisiva y logran un acuerdo donde se respeten los derechos del pueblo palestino (sin olvidar que hay también una deuda histórica con el pueblo judío), nadie va a ganar.  ■

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