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martes, 16 abril, 2024
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De lo incierto, a lo líquido

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Por: RENÉ LARA RAMOS •

Una vez más se impuso a los mexicanos una decisión sin aceptar cuestionamientos, ni crear condiciones para debatir y deliberar para construir o encontrar otras alternativas, cuando menos distintas a las impuestas por el mercado y su paradigma: la obtención máxima de ganancias individuales, por particulares, o por la autoridad máxima, como el Presidente de la República, quien para eso debería verse a sí mismo, como “Siervo de la Nación”, sin actuar como autócrata. Actuación que pone en duda su autonomía y libertad de criterio, al que desde el punto de vista técnico se supone documentado incluso por quienes tienen la obligación científico – técnica con la República mexicana como las universidades públicas, v. gr., UNAM, IPN y UAM, por citar las más relevantes. Dichas instituciones cuentan con un patrimonio y bagaje cultural que desarrollan con las limitaciones económicas que las constriñen en el momento mismo de intentar condensarlo en alternativas para contribuir a impulsar el desarrollo de México y aportar elementos para ensayar desde sí, soluciones a problemas de su entorno, cruciales o no, generalizados o no, aunque condensados como problemas a estudiar, enfrentar y resolver.

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Modo de actuar distinto al del Ejecutivo, alimentado por legiones de asesores que con investigación, conocimiento, pertinencia o sin ellos, de todas maneras llenan de propuestas al titular del Ejecutivo con un interés de origen, el destino que corren todo tipo de proyectos: ser pagados con el dinero público, de todos los mexicanos, los presupuestos. A nivel del Ejecutivo federal, el destino de una comunidad universitaria no está en juego sino el de todos los mexicanos, sus problemas y carencias son  evidentes. También históricamente: hasta este momento, las soluciones de los ejecutivos, en algo o mucho, han fallado y cada sexenio, a reiniciar. Atrás quedó la planeación que construiría la infraestructura y la estructura que llevarían, elevarían, a México al desarrollo.

Y nada, los resultados fallidos documentan que sin la real deliberación de la sociedad a la que deben servir los Ejecutivos, con los recursos públicos se podrán financiar hasta las ocurrencias de Videgaray, cuya institución académica norteamericana, en él muestra sus limitaciones como arsenal de ideas, ciencia y tecnología, para llevar a México al desarrollo o cuando menos iniciar a terminar con la extrema pobreza y la extrema riqueza. Sí, los efectos de las reformas actuales se verán en algunos años y si no se ven, poco importará a Peña Nieto porque para entonces los problemas nacionales habrán escalado en una complejidad y tensión, irresolubles hasta para sus apoyadores de televisa. Como forma de éxito, las telenovelas y demás producción televisiva es útil: al encender la televisión “entra” el  mundo a los hogares y con ello, la imposible realidad: dramas y tragedias donde se vive lo inalcanzable y de eso se trata, del garbanzo de a libra que se saca la lotería y sale del atraso. Desarrollo tan aleatorio e inasible, como elusiva es la realidad y la conclusión: hacia él no hay ruta, no hay camino.

Cada presidente llega con “su idea”, convertida en única siempre y cuando se apegue, desde la campaña, a las reglas: respetar al capital y dejarlo que gobierne. Si hay obstáculos, tendrá que quitarlos. ¿Imagine el obstáculo que representa para el neoliberalismo el control estatal del petróleo? A quitarlo y si no fuera así y estuviera sólo sujeto por el mercado, uno tan amplio que incluya a los vampiros extranjeros, qué felicidad, cualquiera podría cargar gasolina con la compañía de su preferencia, gringa, inglesa, etc. Eso es desarrollo para quien así lo vea o lo crea, la cruda realidad nada dice acerca de la drástica reducción que significa eso en el presupuesto y gasto público. ¿Por qué Peña Nieto no eligió otro rubro, o lo creó,  para incrementar los recursos fiscales? Al contrario, Videgaray coincide con Keynes, a largo plazo todos estaremos muertos. Mientras, se finge demencia y sólo por estar uno vivo, se será objeto de todo tipo de presiones para arrebatar hasta la mínima posibilidad de bienestar. Las virtudes de estas reformas no se verán de inmediato, dixit.

¿Qué hará Peña Nieto después de liquidar Pemex? “Si el capitalismo extrae su energía vital de la <<liquidación de activos>>,…siempre necesita nuevos activos que puedan liquidarse”. Aquí y ahora, eso consiste en agotar el petróleo: estrategia de largo plazo de la reforma energética que pronto liberará a los mexicanos de ese recurso y cambiará su situación: su fuerza de trabajo será más libre, aunque no haya trabajo; no lo sujetarán las aportaciones del petróleo, a ver cómo se las arregla, para compensar semejante hueco presupuestario. Como antiguo beneficiario, liberado, estará en condición de ofertar cada vez más barata su mano de obra. ¿Tal y como lo prevé, desde 2012 la reforma educativa que es la reforma laboral? (Gracias, a Zygmunt Bauman. por Tiempos líquidos.). ■

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