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miércoles, 24 abril, 2024
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Tinta de traición

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Por: HÉCTOR ARTEAGA SOTO •

México está cambiando, México hoy es diferente, con el empoderamiento del “nuevo PRI”, muchos son los cambios que ha sufrido nuestra Constitución y muchas, también, son las consecuencias que estos cambios traerán consigo.

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Estos cambios constitucionales, conocidos también como reformas estructurales, constituyen el colofón del establecimiento totalitario de la corriente política neoliberal, promotora de los intereses del empresariado, sobre el régimen político económico nacionalista, descendiente directo de la Revolución Mexicana.

A finales de la década de los cuarenta, algunos objetivos e ideales de los constituyentes de 1917, se consumaron en el gobierno del presidente Lázaro Cárdenas del Río, quien asumió a cabalidad la histórica lucha de clases, cristalizando la contienda, en una lucha de proyectos, entre el pensamiento nacionalista y las entonces embrionarias intenciones neoliberales.

Con estas desemejanzas entre estos dos proyectos, la constitución se convirtió en un ente bicéfalo, el cual, para la estructura nacionalista trascendió como la carta magna, que en su sentido original, se erigía como un instrumento de emancipación para el pueblo mexicano, en contraparte, para el esquema neoliberal, la constitución se estableció como un obstáculo a superar, para la consecución de sus fines.

La fracción neoliberal, en la década de los setenta, sentó las bases para acrecentar su participación en el ingreso y en la riqueza, tomando como punta de lanza lo que J.K. Galbraith llamó la “Revolución de los Ricos”, este movimiento empresarial se formalizó en México, con la declaración de principios y formación del Consejo Coordinador Empresarial, en el año de 1975.

Con la crisis de la deuda externa a cuestas, en 1982, se pusieron en marcha, de manera formal, las políticas neoliberales en nuestro país, estas políticas vinieron acompañadas de un amplio programa de privatizaciones de empresas paraestatales, que eran vistas, entonces, como fundamentales para superar la etapa de crisis en la cual estaba sumergido México, producto de la mala administración del régimen desde los inicios de los años 70 hasta el inicio de los 80.

En diciembre de 1992, se extendió la embestida tecnócrata en contra de la economía, del campo y de la industria nacional con la firma del TLC. El Tratado de Libre Comercio trajo consigo la desaparición de las disposiciones arancelarias, la competencia inequitativa en el mercado y la caída de los precios de los productos nacionales. Este tratado leonino, trajo como consecuencia: un aumento en las importaciones y una disminución en las exportaciones, llevando a los campesinos a la quiebra total, obligándolos a emigrar en busca de una supervivencia digna, condenando al campo azteca a un abandono perpetuo.

Las políticas neoliberales siguieron su curso y de la mano de ellas vino la alternancia fallida en el año 2000, con los gobiernos panistas se acrecentó a niveles históricos el empleo informal, la emigración y el desempleo, conjuntamente con estos indicadores se institucionalizó el sometimiento al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial, los cuales continuaron introduciendo políticas neoliberales a cambio de la autorización de jugosos emprestamos.

Con el regreso del PRI a los pinos, vienen las reforma educativa, energética, hacendaria, política, financiera y en telecomunicaciones. Acompañando a este reformismo, una vez más, viene la argumentación desgastada, de que con su introducción ahora si llegaran los resultados tan anhelados por todo el pueblo mexicano, estas argumentaciones se caen solas,  pues es de dominio público, que las políticas neoliberales, no han dado los resultados que de ellas se esperaban.

Los apologistas neoliberales, han tomado históricamente como estandarte, el proceso de globalización, identificándolo de manera ventajosa como: un flujo inexorable hacia la igualdad económica dentro de unbenévolo mercado libre, omitiendo, que el rendimiento de las empresas transnacionales, tiene su origen en el pago de salarios bajos, y en elevar el valor de sus productos para su venta, adjudicándose la ganancia económica de este proceso, por consiguiente;  si los salarios, infraestructura, gobiernos y leyes fuesen los mismos en todo el mundo, la globalización, no sería lo que es, una fábrica de plusvalía a escala mundial.

El reformismo neoliberal se ha escrito históricamente con la tinta de la traición y los beneficios que por más de treinta años se le han prometido al pueblo mexicano con la imposición de estas políticas, son una farsa, que ha derivado en una reducción sustancial en la injerencia del Estado en la dirección de la economía, a la par, de un aumento en la influencia del empresariado en la conducción hacendaria, lo cual, ha traído como consecuencia, un estancamiento económico, recortes al gasto público, incertidumbre social, inestabilidad laboral, salarios famélicos y un incremento en los precios, lo que ha llevado a nuestra Nación una vez más a su “Ítaca”: el enriquecimiento de los ricos y en el empobrecimiento de los pobres. ■

¡Unidos y organizados venceremos!

¡Hasta la victoria siempre!

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