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miércoles, 24 abril, 2024
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Hacia qué futuro

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Por: RENÉ LARA RAMOS •

Con crudeza, la realidad emerge en todos lados y muestra sus más duros y violentos rasgos. En 1980 se pensaba: “el relanzamiento de la carrera armamentista y la consiguiente expansión de las ramas militares o paramilitares (industria electrónica, aeroespacial, telecomunicaciones, informática, etc.) permitirá al capitalismo expansivo encontrar el mecanismo que posibilite la perpetuación del beneficio y la apropiación del saber científico.” (Vicenc Fisas Armengol) Las bases de tal supuesto se modificaron, ante ‘la corriente de materias primas a bajo precio y una doctrina de superioridad que permitiese adoptar sin riesgos para la civilización material del capitalismo trasnacional, las decisiones “correctoras” ante cualquier alteración del proceso hegemónico; (léase, política de intervención)’. Hoy, aunque las crisis del capitalismo sigan recurrentes, militarización y militarismo han cambiado: se cuenta con distintas formas de intervenir para crearlas, mantenerlas o agravarlas, sin que la llamada democracia tipo occidental sirva más a la sociedad que al Estado, elemento de control y neutralización de brotes o intentos revolucionarios, sin que el descontento y las revueltas dejen de existir, hasta como eventuales formas para hacerse del control político. Con todo, el sistema capitalista permanece, a pesar de su obsolescencia y caducidad.

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Los nuevos elementos generadores de unidad son más simbólicos e invasivos. Sin derramar sangre, basta con poblar y cooptar el imaginario simbólico de la gente con banalidades televisivas, por un  lado. Ése es el circo. Mientras, por el otro, distribuyen el pan, de modo segmentado, aunque se busque presentarlo como generalizado. Sí, todos los beneficiados podrán acudir a canjear electrónicamente sus despensas a la “Comer” o a Soriana y la señora Rosario, sigue su camino. Políticamente, ¿a dónde va?

Tal forma de operar la intervención de la realidad, preserva al capitalismo en su fase neoliberal. En la actualidad, hay que insistir, eso ocurre mediante la imposición de un imaginario simbólico, cuyo tratamiento de medios, sobre todo la televisión, al hundir en la cotidianidad a los sistemas psíquicos de las personas, como televidentes las despoja de la necesidad de generar perspectivas al mojar de ese modo la pólvora del intelecto y mediatizar la posibilidad de pensar una perspectiva distinta al presente. La misma oposición política formal se dedica a lo más fácil: ser correa de transmisión de derrota tras derrota para sus seguidores y público en general. Quien quite y alguien se apiade de ellos en las futuras elecciones. Ni van a desparecer porque sus formas de trabajo político y reparto son tan anodinas que eso garantiza no ser una real oposición y recibir ¿por ello? el mínimo de votos para seguir medrando de sus clientelas. Sin perspectiva de cambio, esos políticos siempre estarán listos a celebrar elecciones y reproducirse. El ritual para sobrevivir políticamente, supera su afán democrático y con ello les basta. Tal vez así sientan honrar el nombre de su partido. ¿Un  partido, partido?

Por lo pronto, sin una oposición consistente y democráticamente, aguerrida y lúcida, el pueblo de México asiste a la teatralización del desastre institucional que le arrebata el petróleo, mediante modificación legislativa. Por supuesto, se dramatizó la previa: las comisiones estudiaron la propuesta, se le dio lectura o se dispensó y en el pleno, votó la mayoría. San se acabó: unos cuantos senadores y diputados votaron expropiar el petróleo, a la super mayoría de mexicanos que eran y son sus reales y formales dueños, reconocidos como tales mediante el anterior decreto expropiatoria de Lázaro Cárdenas y colorín colorado, el petróleo les, nos fue expropiado. ¿Cuánto alcanzarán a cubrir los impuestos de los nuevos dueños del petróleo, quiénes lo darán  en concesiones, incluso, a compañías extranjeras? ¿Qué tan temporal será la ocupación de predios y cómo será controlada la polución, para no saturar la superficie con desechos que vuelvan el terreno o la tierra improductiva? ¿Cuánto ingresará a las arcas del fisco como regalías, para compensar en proporción los anteriores ingresos del petróleo? ¿Hasta dónde llegará la desterritorialización? Si señor Peña Nieto, de haber mejoría será a largo plazo, según usted y aunque la devastación económica y social, desde hoy no se detiene y la pobreza crece. ¿Quién le reclamará a Ud. y a sus ministros, incluido el señor que no ve porque no quiere ver, (NON) Vide-garay? El grueso de nuestro pueblo, ¿dejará de ver las telenovelas de sus patrocinadores, los suyos, para organizarse e ir a un mitin? Usted, sabe que no. Por un tiempo más, se alimentará de las telenovelas que difunde su poderoso arquitecto y apoyador, dueño de televisa. No obstante, en el mundo ya ocurren feroces luchas por los recursos y la gente estará cada vez menos dispuesta a aguantar la gran disparidad política que separa las promesas y los hechos. Con toda la violencia e inconsciencia que pueda apabullar a las mentes y sueños de los mexicanos: “el inconsciente es un depósito de ideas de las que uno ni idea tiene”. En los hechos, se verá y ni Televisa podrá detener el despertar. ■

 

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