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miércoles, 24 abril, 2024
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Las radios comunitarias en la nueva ley: Ofensiva contra la comunicación social

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Por: Saúl Antonio Villalpando Dávila • Araceli Rodarte •

Darwin decía que para poder evolucionar todo ser vivo debía adaptarse a su entorno y hacerse uno con él, con ello lograría no sólo sobrevivir, sino sacarle ventajas al medio. Con dicho supuesto el actual Gobierno Federal buscó implementar una serie de reformas argumentando que eran para adaptarse al nuevo modo de vida global.

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En 2013 se anunció la reforma a las telecomunicaciones, dicha iniciativa se presentaba como respuesta a las prácticas monopólicas en el sector: telefonía, radio, televisión y la Internet. En esos momentos se decía que eran para evitar prácticas monopólicas y que se darían cambios encaminados al beneficio de las audiencias. Sin embargo, cuando le llegó el momento a la legislación secundaria, observamos abiertas contradicciones al espíritu de lo planteado en 2013.

Es bien sabido que estas reformas estaban impulsadas por algunos actores claramente identificados con los grandes empresarios del sector, específicamente Televisa, y por lo tanto era perfectamente entendible que en la medida de sus alcance harían alarde de las cualidades de dichas leyes, anunciando de manera espectacular las ventajas y “lo bonito” del asunto sin siquiera prestar importancia a todo el rezago que se daba en los aspectos sociales de la comunicación. Tan es así que en las semanas anteriores presumían que en telefonía se había logrado anular el costo de llamadas nacionales para las compañías telefónicas y eso se traducía en menores gastos de la ciudadanía. ¿Pero qué sucede con el espectro radioeléctrico del país? ¿Por qué no mencionan que esas reformas le están dando en charola de plata el libre uso de radio y televisión a los grandes capitalistas,  mientras las  radios sociales e indígenas serán eliminadas prácticamente del mapa?

Como se mencionó anteriormente, no todo era retroceso antes de las leyes secundarias, con lo planteado en 2013 algunos aspectos se antojaban de avanzada y positivos, tales como que finalmente se reconocían las radios comunitarias ante la ley, así como las radios indígenas. Al ser reconocidas se argumentaba que estas radios, contra de los monopolios, tendrían un mayor respaldo; desgraciadamente con las leyes secundarias dicho respaldo desaparece: las radios indígenas ya no podrán ser autónomas, sino que tendrán que estar inscritas en la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (por sus siglas CDI). Originalmente se proponía que las recién reconocidas radios comunitarias deberían cubrir una tercera parte del espectro radiofónico, pero bajo las leyes secundarias nuevamente se realizaron cambios abruptos que terminaron cambiando esa postura, de hecho varios senadores decían que estas radios eran “una competencia desleal” por no pagar impuestos como las radios comerciales. Aquí es donde se da un golpe muy duro a este tipo de radios: ni se les asignó la tercera parte del espectro radioeléctrico que se proponía, sino que muy apenas se contemplan en las peores frecuencias (las rechazadas por las radios comerciales); además de limitarlas a una potencia bajísima (apenas 20 watts, mientras las comerciales pueden tener miles de watts de potencia); y peor aún: restringen (con ayuda de las reformas hacendarias) los modos de subsidio y financiamiento de las radios comunitarias e indígenas. No perdamos de vista que estas radios al ser de comunidades y con fines muy distintos a lo comercial no pueden tener contratos publicitarios millonarios como las radios comerciales, y su forma de financiamiento es bajo donaciones de la misma comunidad, y al momento de exigir las nuevas leyes un respaldo económico con las nuevas normas hacendarias están haciendo casi imposible su financiamiento.

Si consideramos que sólo se permiten radios comunitarias con 20 watts de potencia, que únicamente se garantiza hasta 10% del espectro radioeléctrico, que las frecuencias asignadas sean las de peores condiciones, que se esté limitando estrepitosamente la forma de financiamiento, y que además se apruebe el decomiso de equipos, así como multas millonarias (de hasta miles de millones de pesos) a quienes no cumplan con la normativa, deja ver que la reforma de telecomunicaciones no es más que un gran circo montado para garantizar que sólo las empresas millonarias puedan manejar la radio en México, y como tal, que exclusivamente sus intereses estén respaldados por la ley. Entonces a seguir disfrutando de la programación-basura de Televisa, mientras se entorpece la programación cultural: se le dio prioridad a las novelas por sobre la educación. Es la muestra exacta del gobierno que tenemos. ■

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