Como todos sabemos, España es uno de los países del sur de Europa, que viven, sin que se vea aún la salida de la misma, una de las más profundas crisis económico-políticas de su historia, (crisis –también- social, ecológica, etc. ¿Crisis multidimensional, donde podemos relevar las resonancias de la descomposición de la mundialización efectiva del capitalismo, es decir, la profundización -en la sociedad que somos- de una crisis civilizatoria?).
Dicha crisis, es consecuencia directa de la equivocada gestión neoliberal, del Partido Popular (derecha), y del PSOE (izquierda), para su integración a la Unión Europea (comandada por Alemania, una de cuyos soportes es el euro). Como consecuencia de la quiebra del modelo económico español, al privilegiar la financiarización, “una economía del ladrillo”, el turismo, (junto a la desindustrialización que todo ello comportaba), y al salvar a los bancos y entidades responsables de la crisis, (tanto españoles como de otros países Alemania, etc.), para pagar las deudas, (con un esquema injusto como el del Fobaproa) se han impuesto al pueblo español (o al pueblo griego, etc.) una serie de políticas de austeridad, que repiten –una vez más-, las fatídicas políticas del “experimento” latinoamericano, desde la primera generación de reformas estructurales, en los 70, y principalmente 80, con las que se profundiza el ciclo de desposesión de las mayorías sociales (el cercamiento de los bienes comunes, la desaparición del ejido, etc.), y de la riqueza público-estatal (las privatizaciones, desregulaciones, etc.), el conjunto de medidas que se conocieron como el Consenso de Washington, y que, algunos países del Cono Sur, provocaron oleadas de protestas sociales de gran envergadura, que se traducirían en regímenes políticos “progresistas”. Por ese motivo, algunos países se han convertido en un referente político importante, –aún, y pese a un debate que sigue abierto, sobre el tipo de rumbo, o bien “neodesarrollista”, o de “disrupción alternativa efectiva”, tomado por las élites dirigentes de esos países. Esas experiencias complejas, obscuras, o bien, ejemplares (-sólo luchar tiene sentido-), son de nuevo, vívidas especialmente en los países de Europa del Sur, Grecia, España, Portugal, Italia, entre otros. En todos, se trata de una imposición en aras de la entronización de un modelo de acumulación, a escala del sistema-mundo capitalista, que desmontando las políticas keynesianas, ha dado lugar a una fase donde el capital financiero es dominante, instalándonos en una “economía de casino” (donde lo legal, lo paralegal, y las guerras se entremezclan).
Se trata de un modo de organización de la sociedad, que ha provocado, una serie sucesiva de crisis, hasta llegar a la gran crisis actual, que desde 2007, hasta la fecha -2014-, continúa produciendo una verdadera catástrofe social, humanitaria, (y, también, ecológica). Por esa vía se generó un “modelo de crecimiento” que ha tenido, y tiene, graves repercusiones, que están lejos de haber terminado, y que al otro lado del Atlántico, siguen provocando emergentes oleadas de movilizaciones de protestas -y de propuestas- sociales. Si bien -en Europa-, no han logrado torcer el rumbo de las draconianas políticas neoliberales impuestas por la Troika, a partir de prolongados, difíciles y complejos procesos contra-hegemónicos, se van perfilando con mayor nitidez, –en ese terreno de lucha-, un “choque civilizatorio” entre dos polos de significaciones, cuyos portadores son sectores sociales, abiertos o cerrados, al sentido encarnado en sendos proyectos, y cuyo caldo genésico son dos imaginarios sociales antinómicos (y, antagónicos), por un lado, el de la financiarización neoliberal, de “una crueldad y de una explotación sin límites” (P. Bordieu), y por otro, el de las alternativas postneoliberales –y anticapitalistas- de desarrollo a escala humana (Max Neef).
Uno de los escenarios de esas luchas es el de la democracia municipal, con la llamada Ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local, con la cual, en España pretenden, por un lado, privatizar todos los bienes que aún quedan en manos de los ayuntamientos, para invertir los miles de millones de euros, que han sido “regalados” a los bancos y actores financieros, para asegurarles lucrativos negocios, en cada una de las esferas antes protegidas para garantizar los derechos de la ciudadanía, salud, educación, bienes ecológicos, etc., y por otro lado, buscando dejar a los ayuntamientos, sin capacidades para realizar formas de democracia municipal efectivas, que conecten con las crecientes movilizaciones ciudadanas, visibles en las llamadas mareas, la Marea verde (contra la privatización de la educación), la Marea blanca (contra la privatización de la sanidad pública), las movilizaciones por el derecho a la vivienda, etc., todas ellas, impulsando políticas sociales, contrarias a la “dictadura financiera”. Con dicha ley, atacarían -así- el riesgo de que los municipios se conviertan en polos de concreción de poderes ciudadanos. En México y en Zacatecas, con las actuales reformas estructurales, o los avatares de las candidaturas ciudadanas… lo vivimos ¿Cómo ciudadanos… qué podemos hacer? ■
