■ Silencio en las calles, tras ser eliminado el equipo nacional ante Holanda por 2 goles a 1
■ Ciudadanos acudieron a la Plaza Bicentenario para ver el encuentro en pantallas instaladas
Este domingo decenas de zacatecanos salieron a las calles y a la Plaza Bicentenario a presenciar el partido de octavos de final entre Holanda y México, en el cual perdió este último por 2 goles contra 1. En algunos restaurantes, bares y cantinas, desde temprana hora se recibió a los aficionados al futbol, muchos con su playera de la selección mexicana para apoyar al selectivo nacional.
De igual manera, algunos comerciantes se instalaron en la vía pública para ofertar playeras de todos tamaños de la selección nacional. Varias familias llegaron a buscar un buen lugar para observar el juego en la pantalla gigante que colocó el ayuntamiento de Zacatecas en Plaza Bicentenario, aunque en esta ocasión no se dieron palomitas de maíz.
Durante el primer tiempo y parte del segundo, los asistentes a la plaza apoyaron con porras a los seleccionados nacionales; algunos llevaban mechones de colores, otros trompetas y hubo otros que llevaron tambores.
Durante el juego, se escuchaban los gritos y aplausos de apoyo al portero nacional, Guillermo Ochoa, quien detuvo un par de tiros de los holandeses. También se entonó el tradicional canto de Cielito Lindo.
Se festejó el ingreso de Javier El Chicharito Hernández en los últimos minutos del partido, sin embargo, al momento de que cayó el empate por parte del equipo de Holanda, cambio el semblante de los asistentes.
Después de que se marcó el penal y se registró la segunda anotación de la naranja mecánica, los zacatecanos se desilusionaron y poco a poco fueron abandonando la plaza cabizbajos; algunos, incluso, con un nudo en la garganta.
Las calles del Centro Histórico estuvieron en silencio después de la derrota de la Selección Nacional. Sólo unos cuantos, se animaron a salir a apoyar a los seleccionados haciendo sonar sus claxon en la Alameda Trinidad García de la Cadena y recorriendo algunas calles del centro, pintando en sus automóviles la leyenda “Jugamos como nunca, y perdimos como siempre”.
