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miércoles, 24 abril, 2024
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Ocupándose de lo esencial

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Por: Manuel Rivera •

Impresionante. No hay otra forma de decirlo. El semáforo fue arrancado desde su base y el espacio que dejó libre es llenado con la sangre que fluye de la cabeza de un hombre de alrededor de 40 años de edad.

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Somos parte de los primeros cuerpos de auxilio que arriban al lugar de los hechos. La Central de Bomberos está a unas 12 cuadras del sitio del accidente. No hay nada qué hacer, salvo dar seguridad a las maniobras para levantar el cadáver y poner sobre sus ruedas al camión de tres toneladas y media, que cargado de fruta y verdura está volcado.

Son cerca de las cinco de la mañana en este céntrico cruce y el origen de los hechos parece estar claro. El conductor del automóvil que golpeó al camión está francamente alcoholizado, y también sin lesiones aparentes.

Es cierto, el profundo charco de sangre en la base del semáforo y el cuerpo inerme de quien ahora sabemos iba a abrir su negocio en el Mercado de Abastos, resultan lo menos impactante. Hace unos minutos llegó parte de su familia al sitio del crimen, no del accidente.

La ingesta voluntaria de alcohol e informada de sus consecuencias, no debe considerarse origen ni de un accidente ni de un delito culposo. Lo primero es un suceso eventual o una acción que involuntariamente daña, mientras que lo segundo es un acto que implica responsabilidades legales, debidas a un hecho producto de una omisión imprudente. Aun usando una droga permitida y socialmente aceptada, quien decide abusar del alcohol sabe que está convirtiéndose en un potencial criminal.

¿Dantesco? ¿Crispante? ¿Demoledor? Todo y más. Escuchar, ver, sentir el dolor ante la sin sentido y súbita partida del padre, del hijo, de la pareja, nos golpean tan fuerte que tenemos que convertir nuestros rostros en unos de piedra.

Y en otro tiempo y lugar…

Domingo en la mañana, juntos otra vez, la esperanza y yo, además de ella. Cama mullida, balcón con vista a la historia y determinación de vida. Lo indispensable, sin duda, para descubrir la necedad o la perseverancia.

Casi a la misma hora, la intempestiva programación de una cita de trabajo. Simultáneamente, también, la decisión de descubrir, en y con ella, el sentido mayor de la vida. ¿La conclusión? Naturalmente a favor de lo permanente que es existir a plenitud en un instante; a favor de ser, no de parecer. El fondo antes que la forma, porque el primero sostiene y la segunda aparenta.

Dos hechos aislados en el tiempo, pero juntos por su esencia, a propósito del incipiente, pero trascendente debate iniciado por la diputada Claudia Edith Anaya Mota, sobre el endurecimiento de las sanciones a quienes conduzcan automotores en estado de ebriedad.

De acuerdo al Perfil Nacional de Lesiones por Accidente de Tránsito, publicado por la Secretaría de Salud, vía el Consejo Nacional para la Prevención de Accidentes, la tasa nacional de mortalidad por Accidentes de tránsito, es de 14.6 por cada 100 mil habitantes. En el estado de Zacatecas es 28 por cada 100 mil habitantes, lo que le otorga a la entidad el nada grato primer lugar en el país.

El mismo Consejo aporta la siguiente contundente información: en México las lesiones, discapacidad y muerte por causa de tránsito cuestan más de 120 mil millones de pesos al año. Este dinero serviría para dar de comer en un año a más de tres millones de niños, de acuerdo a cifras estimadas por la Unicef. Los accidentes de tránsito son la primera causa de muerte en la población de 5 a 34 años de edad y la segunda causa de orfandad en México, además de causar 39 mil discapacidades cada año.

La más que fundamentada iniciativa presentada por la diputada, contempla que una vez que la autoridad certifique el grado de alcoholemia definido en la ley, los infractores serán sancionados con un arresto administrativo inconmutable hasta de 36 horas, como sucede en los ya famosos separos del “Torito” ubicados en la Ciudad de México.

Este es un tema que sobresale por su fondo, aun en un medio de la forma, como lo prueba, por una parte, la claridad de Raúl Estrada Day, titular de Servicios de Salud del Estado de Zacatecas, quien declaró que en México y la entidad el consumo de drogas –en cuyo catálogo están incluidas las bebidas embriagantes- “se disparó, quedó fuera de control, se fue de las manos”; y, por otro lado, la casi imperceptible conmemoración del Día Internacional de Lucha Contra el Uso Indebido y Tráfico Ilícito de Drogas, en cuyo contexto hizo esa honesta declaración.

En ese mismo acto, el titular de los SSZ citó datos de la última encuesta de la Comisión Nacional contra las Adicciones, que permiten observar que la entidad rebasa los promedios nacionales respecto al consumo de alcohol.

Con el mismo apego a su obligación de trabajar a favor de la salud y la vida de los zacatecanos, el funcionario asumió una clara posición ante la prensa: cuando exista en Zacatecas tolerancia cero y un “Torito” como en la Ciudad de México para detener a los conductores alcoholizados, se reducirá el número de accidentes por conducir bajo los influjos del alcohol.

Al respecto el director de Transporte, Tránsito y Vialidad, Agustín Jaime Ortiz Arellano, con la misma claridad del titular de los Servicios de Salud, objetivamente señaló que para la obtención de los resultados de beneficio social que persigue la reforma propuesta por la legisladora Anaya Mota, es necesario que la corporación que dirige reciba mayor apoyo.

Los 240 elementos que integran la Dirección, y el escaso número de patrullas y alcoholímetros con los que cuentan, a todas luces serían insuficientes para realizar los operativos necesarios para el cumplimiento de la ley.

Empero, tras señalar esas evidentes limitaciones y con una actitud digna de encomio, el comandante apunta que con los recursos a su cargo haría todo lo posible para sacar adelante los operativos y que el interés de los legisladores en el tema es por sí solo positivo.

La Organización Mundial de la Salud asegura que está demostrado que la adopción y observancia de leyes integrales sobre los factores de riesgo, entre los que figura la conducción bajo los efectos del alcohol, reducen las lesiones causadas por el tránsito.

“Los gobiernos tienen que promulgar urgentemente leyes integrales que se ajusten a las prácticas óptimas relacionadas con todos los factores de riesgo fundamentales, a fin de reducir esta causa prevenible de muerte, lesiones y discapacidad.

“Los gobiernos deben investir recursos financieros y humanos suficientes para lograr la observancia de esas leyes, dado que es un componente esencial de su éxito”.

Y entre recuerdos bomberiles e íntimos poco alegres, paradójicamente hoy amanezco optimista por la ocupación de actores de la vida pública, en asuntos de fondo para vivir todos. ■

 

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