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martes, 16 abril, 2024
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La instrucción pública en el gobierno de Francisco García Salinas (segunda parte)

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Por: LEONEL CONTRERAS BETANCOURT •

El proyecto educativo de la elite liberal zacatecana que gobernó el estado durante la primera república federal y de la que Francisco Gracia fue uno de sus máximos representantes, tuvo en el Plan o Ley General de Enseñanza Pública (LGEP) su  expresión más acabada.

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El cumplimiento de esta ley descansó en la recaudación de varios impuestos que integraron un fondo de instrucción pública. Dicho fondo fijado en el art. 25, se integró con 15 % anual del total de los ingresos de los municipios, multas por incumplimiento de la ley, donaciones y suscripciones voluntarias, la mitad de los diezmos, impuestos al comercio, impuesto a  haciendas de minas conocido como el 5º a las platas,  un impuesto sobre rentas de bienes raíces y el 5% de las testamentarías o bienes heredados, fundamentalmente. La LGEP publicada el 30 de junio de 1831 dio lugar a que se estableciera para su cumplimiento y, hacer más eficiente la administración educativa, un nuevo organismo o corporación conocido como  Junta Directiva de Enseñanza Pública  en febrero de 1832, a cuyo cargo estaría el doctor Pedro Ramírez.

La ley secundaria o Plan general de enseñanza pública a que dio lugar, fue un proyecto demasiado ambicioso para la época. Al referirse a él, Francisco García daba a conocer en su segunda memoria: “Es tan basto el plan que dictó el Honorable Congreso para cimentar la educación pública, que se necesitaría de algunos años para plantearlo, aun cuando los fondos destinados a éste fueran suficientes, pero no lo son ni con mucho”.1 No obstante las medidas impositivas y fiscales para integrar un fondo de enseñanza pública, los recursos recabados resultaban insuficientes para poder establecer una escuela de primeras letras en cada pueblo como pretendía la ley en cuestión, dotándolas de su mobiliario y utensilios y, de maestros que las dirigieran con el pago de sus sueldos.

A pesar de lo anterior, los logros educativos en el nivel de primaria fueron sobresalientes. En el informe “circunstanciado y lisonjero” que envió el C. Pedro Ramírez, al concluir su primer año al frente de la JDEP, para ser integrado a la segunda memoria del gobernador Francisco García, se menciona la puesta en marcha en la Escuela Normal dirigida por Ignacio Ribott, de un programa  para formar maestros en el sistema lancasteriano, que procedentes de diferentes partidos habían sido becados por el gobierno. Al terminar regresarían a sus lugares de procedencia con la misión de abrir escuelas de primeras letras lancasterianas.2

En el mismo informe, su autor menciona que se habían ya establecido dos escuelas en la capital, siendo una de ellas la propia Normal con su división de primera enseñanza, dando así cumplimiento  con el decreto del 9 de abril de 1832. Dicho decreto, entre otras cosas instruía a los jefes políticos para que conminaran a los padres de familia a que enviaran a sus hijos a las escuelas. La enseñanza primaria adquiría así un carácter obligatorio. Además de las escuelas de la capital, el informe da cuenta de las que se establecieron en Aguascalientes con un profesor dotado con mil pesos según lo establecía la ley en la materia, atendiendo a más de cien niños; Sombrerete con 98 alumnos.  Fresnillo, Juchipila y Pinos contaban con  preceptores que tomaron el primer curso del método lancasteriano impartido por Ribott, y no obstante que habían regresado a establecer escuelas  seguían sin un destino laboral, debido a la falta de recursos. Mientras se fundaban las escuelas, se  empleaba el tiempo formando instructores en el sistema de enseñanza mutua. Luis Sánchez fue a atender la escuela de la Hacienda de San Nicolás de Quijas, en el partido de Pinos, en tanto se establecía la escuela en la cabecera. Situación distinta era la de Veta Grande. Su  escuela que se estableció en un lugar poco apropiado, contaba con maestro devengando el sueldo establecido por la ley, la mitad del cual era proporcionado por la negociación minera que por entonces operaba en esa municipalidad. En Jerez, la escuela atendida por otro discípulo de Ribott, contaba con el apoyo de una fundación piadosa. Por sus logros demostrados en los exámenes públicos, era de las mejores en el estado. En el local que albergaba al establecimiento de la villa de Jerez, que por cierto era lancasteriana y municipal, en su “incómodo y muy estrecho lugar” se enseñaba a 190 alumnos. El resto de las municipalidades contaban con una o dos escuelas atendidas por maestros  con sueldos por debajo de los fijados por la ley de enseñanza. Sólo Jerez y Veta Grande contaban con escuelas públicas de niñas supervisadas por la Junta.

En cuanto a las escuelas de ambos sexos, en las que los sueldos de los preceptores eran pagados por los padres de familia, la enseñanza se sujetaba a lo establecido por la ley en la materia. Había varias escuelas de este tipo en la capital y en otros lugares del estado.3

Para el año de 1831, según datos de la memoria de Francisco García, dados a conocer por el vicegobernador Manuel González Cosío, el estado contaba con once partidos: Zacatecas la capital, Aguascalientes, Sombrerete, Jerez, Tlaltenango, Fresnillo, Juchipila, Nieves, Villanueva, Pinos y Mazapil; en los que se repartían 42 municipalidades, incluidas las cabeceras. Sumando el total de las que existían, había por entonces 210 escuelas a las que asistían 5934 alumnos de ambos sexos.4 La mayoría de los planteles eran particulares y las públicas se sostenían con las cooperaciones de los vecinos, los fondos de propios y arbitrio municipales y con apoyo del fondo de enseñanza pública del gobierno. De momento, el autor de estas líneas desconoce el número de escuelas y matrícula de alumnos que habían tres años después, al finalizar el mandato de Tata Pachito, seguramente eran más con la puesta en vigencia de la LGEP y la fiebre educativa que suscitó. ■

 

(Endnotes)

1 Memoria de Francisco García…., enero 2 de 1833, p. 15.

2 Ibíd., pp. 15-16. Por desgracia el programa de formación de maestros se vio interrumpido después de la segunda generación cuando el director de la Normal, Ignacio Ribott, debido a los irascible de su carácter,  después de enfrentar una serie de problemas con algunos de sus alumnos y con el propio presidente de la Junta, se suicidó.

3 Ibíd., pp. 15-17.

4 AHEZ. Colecc. Arturo Romo G. Serie: Libros, Manuel G. Cosió, Memorias de Francisco García Salinas, 1829-1834. Zacatecas, diciembre 31 de 1830.

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