11.9 C
Zacatecas
viernes, 29 marzo, 2024
spot_img

La mina zacatecana El Edén cobró 17 mil vidas inocentes

Más Leídas

- Publicidad -

Por: MIGUEL ÁNGEL AGUILAR •

  • Historia y poder

Lograr lo imposible, horadar la tierra, repartir sus bienes, fueron acaso las propuestas de un época realmente inolvidable para los zacatecanos y en la que el dolor y la exasperación tuvieron quizás las puertas más naturales para abrirse camino en el arte de vivir ensombrecidos, todo a partir del trabajo más arduo, más difícil, más cruel: las profundidades de las minas, más  aun, en  la tres veces centenaria mina El Edén, antes, mina de San Eligio.

- Publicidad -

En 380 años de vida productiva, se cree la mina cobró la vida de más de 17 mil personas, la inmensa mayoría los más pobres, los esclavos, los indígenas obligados, negros, niños, jóvenes, o sea, el mundo de la inocencia y también la urgencia de llevar un mendrugo a sus hogares.

Convertida hoy en un centro turístico, a la mina es difícil no asociarla al saqueo desenfrenado de las autoridades españolas en una de las vetas más ricas que se tenga memoria en todo el continente, pues cientos de millones de kilos de plata y muchas de oro y de muchos otros minerales fueron extraídos en medio de peligros expuestos en los más menesterosos: derrumbes, caídas en masa, accidentes con explosivos, ataques cardiacos, todo esto dentro de la mina, afuera, el promedio de vida del minero era de 4 años debido a la silicosis, la eterna enfermedad de los escarbadores de la tierra y sus gases y humedades mortíferas, esos no cuentan en el cataclismo de las 17 590 vidas que fueron registradas en las hecatombes oscuras de sus entrañas.

La mina fue descubierta en diciembre de 1588, 40 años después de descubierta nuestra ciudad y su fundación, su primer amo o señor de minas, fue el déspota español y aventurero Juan de Martínez, quien de inmediato, al ver a caciques zacatecos con grandes joyas de oro y plata que no les importaba presumirlas o intercambiarlas, vio una inmensa veta que lo haría archimillonario como nadie en el mundo, menos a un aventurero arrojado y sin miedo que penetró en lo más profundo de la historia y su conciencia cotidiana.

Y fue  la pesadilla de los esclavos, el temor de los niños, la angustia de las madres, la desesperación de los familiares de no saber si sus consanguíneos saldrían con vida.las callejuelas zacatecanas estaban repletas de negros, mulatos, mestizos o moriscos, macehuales herrados o libres, conviviendo entre carretas, caballos y mulas, los muchos tamemes, los caballeros y los muchos frailes de todas las órdenes religiosas en el nuevo mundo salvaje, arrieros, conquistadores mancos, tuertos, malolientes, buscadores de fortuna a costa de su vida.Y los Inefables barreteros, malacateros, aguadores y toda clase de servidumbre en pos de ganar un real o dos.

La mina tuvo su fama mundial, desde el azoro del famoso minero Roque y su supuesta avaricia quedando estampada su siniestra figura en su propia muerte y su leyenda entre las piedras, las filtraciones de todas las aguas y las profundidades anegadas con espectaculares dimensiones: la extracción de su riqueza fue de tales dimensiones que le ganó a la ciudad su título ante los reyes y comendadores, repartió en las economías del mundo lo frugal de sus extraños minerales y en lugar de ser El Edén se convirtió en un infierno de tales proporciones.

Hoy día siguen en su interior incalculables riquezas pero están bajo de los asentamientos humanos del primer cuadro de nuestra ciudad nada vetusta y los riesgos serian muchos, pero quedan los recuerdos, las ofrendas al Santo Niño de Atocha, venerado por ser el patrono de los trabajadores mineros, de sus sindicatos en pie de lucha, de sus sufrimientos todos en que herreros, zapateros y curtidores asistían en busca de trabajo y encontraron la letrina atestada, el adobe y el candelabro, los funerales y los adioses de un Zacatecas que nunca debemos olvidar. ■

- Publicidad -

Noticias Recomendadas

Últimas Noticias

- Publicidad -
- Publicidad -