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viernes, 19 abril, 2024
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Una conjunción de maestros forjó un INAH grande: León-Portilla

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Por: REDACCIÓN •

Una celebración con motivo del 75 aniversario del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) fue inaugurada por el historiador Miguel León-Portilla, quien ofreció una conferencia magistral sobre los fundadores de este instituto.

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El especialista en el pasado prehispánico y amante de las lenguas indígenas recibió un reconocimiento por sus aportaciones al conocimiento, conservación, legado arqueológico e histórico, y por su compromiso con la diversidad cultural de México.

Así hizo la lectura del diploma María Teresa Franco, directora del INAH, al hacer entrega del documento la noche del jueves en el Museo Nacional de Antropología.

«Estamos celebrando algo que ocurrió hace 75 años. He vivido ya algo más de 75 años, y les digo que se me han ido como un soplo: el preclásico, clásico, yo he vivido todo», comenzó su discurso en el auditorio Jaime Torres Bodet, y arrebató risas como ya es característico al oírlo hablar.

Esta vez León-Portilla no conversó sobre el pasado indígena ni recitó poemas en náhuatl o ahondó en los glifos de códices antiguos, sino que abordó la historia del INAH, en 1939, durante el gobierno del presidente Lázaro Cárdenas del Río.

La conferencia magistral del autor deVisión de los vencidos inauguró un ciclo en el que especialistas hablarán sobre el quehacer del INAH. La próxima ponencia, anunció Franco, será dictada por el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, quien estuvo presente en la mesa, al igual que el historiador César Moheno.

Sala abarrotada

Como ya es común en todos los sitios donde acude, sea en una colonia popular, una universidad o en un acto institucional, León-Portilla hizo rebosar el auditorio la noche del jueves, donde trabajadores del INAH, investigadores y representantes de la prensa llenaron la sala del museo que resguarda los vestigios prehispánicos del país.

Los antecedentes del INAH, el papel del instituto en el régimen del presidente Cárdenas y las personas fundadoras, muchas conocidas por León-Portilla, fueron los temas de la disertación que duró una hora. «Les voy a contar una anécdota», se convirtió en frase repetida. Por momentos relataba episodios de todos esos hombres que colaboraron en el resguardo de la historia y que conoció personalmente.

Vivencias hilarantes desfilaron entre el recuerdo de la conformación de esta institución que tuvo como primer antecedente la Escuela Internacional de Arqueología y Etnología, fundada en 1908. La imposibilidad de guarecerse de la lluvia bajo las yucas, pulgas en hoteles de 8 pesos en Tlaxiaco, Oaxaca, ver llorar a un hombre fuerte ante la muerte de su hermano, fueron escenas que aparecieron entre las andanzas de antropólogos, arqueólogos e historiadores en el país.

«En México siempre ha habido un interés por conocer el pasado. La historia de México no comienza con las cartas de Hernán Cortés o la historia de Bernal Díaz del Castillo, sino que hay una historia mucho más antigua y esa es la de los siete u ocho siglos a los que llegan los códices mixtecos y a los muchos más siglos a que llegan las inscripciones mayas», pronunció.

El antropólogo Manuel Gamio fue una de las figuras descritas, por ser pionero en el proyecto de fundación del INAH y «dejó gran huella». Continuaron en la mención Alfonso Caso, el primer director del naciente instituto. También se integraron a la exploración de un pasado no muy lejano, vivido por León-Portilla, Daniel Cosío Villegas, Alfonso Reyes, Ignacio Marquina e incluso Pedro Ramírez Vázquez, autor del diseño arquitectónico del museo que acogió la conferencia, recinto que este año celebra su 50 aniversario.

«Da gusto pensar cómo la semilla que sembró Lázaro Cárdenas con Alfonso Caso ha sido este instituto que ha ido creciendo. Mi intención ha sido mostrar que aquí ha habido una conjunción de maestros que se han dedicado a México, que es una institución tan grande como los dos millones de kilómetros cuadrados de nuestro país», dijo León-Portilla ya casi al final de un recorrido de décadas recientes.

«Aquí tenemos una cajita, que en cierta manera de cal que llamamos cráneo. Y dentro, un kilo y cuarto de carne, un filetillo: el cerebro. Y se acuerda de tantas cosas, esa es la memoria. Y yo soy mi memoria. Quiten su memoria, y no son nada», fue una de las primeras aclaraciones de quien no sólo ha dejado constancia del pasado prehispánico, sino que en su paso por 88 años de vida ha ido dejando una estela propia de historia.

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