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martes, 23 abril, 2024
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Presentan en el Festival de Cannes Adieu au langage, del ícono Jean-Luc Godard

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Por: LLUNA LLECHA •

■ La película se estructura en torno a dos conceptos que se repiten: la naturaleza y la metáfora

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■ God’Art se mantiene ausente del festival; sus películas nunca han ganado una Palma de Oro

Jean-Luc Godard, ícono y superviviente de la Nouvelle Vague a la vez que autor de referencia en el mundo cinematográfico, vuelve a Cannes, en competición por la Palma de Oro, con su nueva película Adieu au langage (Adiós al lenguaje).

Una película más próxima a la estética de sus últimos filmes que a los que le dieron fama internacional. Una mezcla de filosofía, de poesía, de pintura, de música y de escatología –tema tabú y poco tratado en el cine.

Tras la primera impresión de caos, provocada por imágenes superpuestas, mezcla de diferentes técnicas cinematográficas y un discurso aparentemente deshilvanado, el resultado es un montaje-collage muy trabajado, compuesto por palabras, imágenes, sonido, extractos de películas antiguas, de archivos históricos y con numerosas citas de pensadores y artistas de todos los tiempos.

Juegos de palabras constantes: Adieu au langage / “Ah Dieu au langage” (Adiós al lenguaje / “Ah Dios el lenguaje”), rupturas bruscas de escenas, de sonido, de música –que pasa del rap a la música clásica o al silencio absoluto– sin transición, sin aviso previo, desconcertando constantemente al espectador.

Múltiples juegos visuales igualmente con cambios continuos de colores –que oscilan del negro al verde y naranja fosforescentes, pasando por el blanco y negro y el uso repetido de los colores primarios– así como el empleo de la 3D con planos superpuestos llevados al límite de la visibilidad y que pueden llegar a crear saturación y malestar.

La película se estructura en torno a dos conceptos que se repiten: la naturaleza y la metáfora, que podríamos quizás traducir o interpretar como la autenticidad y el artificio.

Autenticidad o verdad representada por el bosque, el animal –en este caso un perro– y la sexualidad, es decir un mundo fuera del lenguaje, fuera del concepto, fuera de la palabra.

Artificio o construcción asociada al hombre, que nace de la palabra y del pensamiento y que puede generar belleza (pintura, literatura, cine, música…) pero también barbarie (nazismo, guerras, etc.).

La cinta, campo de experimentación de las nuevas tecnologías, alcanza un minimalismo, una desnudez y una depuración extremos.

¿Es este adiós al lenguaje un adiós también a la carrera de un gran cineasta? ¿Tienen sentido ya las palabras cuando todo se ha dicho y se ha expresado, al final de una larga trayectoria laboral y existencial?

Quizás así pueda explicarse el rechazo de Godard a acudir a Cannes para la célebre alfombra roja y la presentación pública de su película. Quizás así se explique también la anulación en el último minuto de la rueda de prensa con el director y los actores, un acto de coherencia extrema con la esencia de su filme.

Adieu au langage no se parafrasea, no se explica, no se verbaliza: se contempla.

 

Godard, el gran ausente

Tal vez la presencia en Cannes de Godard –God’Art, como lo apodan sus seguidores– era el gran evento de este 67 festival pero, como se temía, el Maître no apareció.

Y es que este realizador, guionista, dialoguista, productor, escritor, crítico y teórico de cine franco-suizo –figura de gran importancia dentro del mundo artístico e intelectual– ha mantenido siempre una relación ambigua con Cannes.

Con una veintena de películas presentadas en el festival, entre las cuales ocho han estado en la competición por la Palma de Oro, Godard ha acudido varias veces a Cannes acompañado de vedettes internacionales pero no ha conseguido nunca llevarse ningún premio.

“Hace 30 o 40 años me hubiese gustado ganar un premio aunque me hubiese causado mucho daño seguramente; hoy soy feliz de haber evitado este mal”, afirma el director.

Este cineasta, del que Truffaut decía: “Godard no es el único en filmar como respira, pero es él quien mejor respira. Es rápido como Rossellini, malicioso como Sacha Guitry, musical como Orson Welles, simple como Pagnol, herido como Nicholas Ray, eficaz como Hitchcock, profundo, profundo, profundo como Ingmar Bergman e insolente como nadie”, y que, actualmente, a sus 83 años ya no muestra entusiasmo por los premios, puede todavía llevarse la tan esperada Palma de Oro.

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