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jueves, 18 abril, 2024
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La desigualdad de trato en los niños fuera de la escuela (segunda parte)

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Por: LUIS ALBERTO BARQUERA • Araceli Rodarte •

La escuela “pobre para pobres”, además de excluir de los conocimientos necesarios para la vida a muchos de los que logran asistir a ella, contribuye a que el “cierre social” expulse a muchos otros, garantizando que la “llave” del rezago educativo permanezca abierta.

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En México, de acuerdo con el Censo 2010, no asisten a la escuela 6 millones 79 mil 695 niños de 3 a 17 años, debido principalmente a falta de cobertura en preescolar y en educación media superior, pero también a la mala de gestión del sistema tanto en zonas urbanas como rurales.

Son 2 millones 942 mil 92 de niños en el grupo de 3 a 5 años y otros 2 millones 191 mil 225 en el de 15 a 17. Los otros 946 mil 378 niños, niñas y adolescentes que están fuera de la escuela tienen de 6 a 14 años, cuando tendrían que estar cursando primaria o secundaria, niveles educativos en los que se supone que estamos “mejor”.

Siguiendo la reflexión de la entrega anterior, ¿dónde están todos esos niños que produce la desigualdad de trato del sistema educativo? A continuación los números de la discriminación hacia los niños fuera de la escuela y en condición de rezago educativo.

 

En Oportunidades

Cuesta creer que Oportunidades tenga en su padrón de integrantes a millones de niños fuera de la escuela, pero es cierto. Los resultados de este programa, que tiene como condición para funcionar que exista la prestación del servicio educativo, muestran con claridad que las transferencias para conseguir la retención o facilitar el acceso a la educación básica, no han sido suficientes para contrarrestar los efectos del “cierre social”.

Oportunidades no está incorporando a la escuela a todos, o la inmensa mayoría, de los niños que forman parte de las familias que integran su padrón activo, que para marzo-abril de 2014 fue de 5 millones 856 mil 392. (PDHO, 2014 http://tinyurl.com/mkh54xu).

Lo demuestran dos hechos. Uno es que, de acuerdo con información correspondiente al bimestre mencionado, el número de becarios de educación básica y media superior asciende a 5 millones 997 mil 454 niños y adolescentes, con lo que apenas se supera la cifra de un becario por familia (1.02). Para hacer esto posible se otorgaron becas a 1º y 2º grados para mantener el padrón y evitar subejercicio, sin justificación técnica alguna y fuera del diseño original del programa.

Otro está en un indicador que, inexplicablemente, se dejó de publicar desde 2008, y que muestra que sólo 59.17% de los niños y/o jóvenes de 8 a 17 años reciben beca educativa, respecto al total de integrantes de ese mismo grupo de edad en el padrón activo.

Oportunidades, el programa de transferencias condicionadas más famoso del mundo, sólo entrega becas a 6 de cada 10 niños. Si fuera público ese indicador podríamos dar el dato exacto de cuántos niños y/o jóvenes de 8 a 17 años integrantes de familias Oportunidades no reciben beca educativa y no están en la escuela.

En ese inmenso 40% que no asiste a la escuela se incluyen niños, niñas y adolescentes que podrían incorporarse o regresar a la escuela regular (porque tienen la edad normativa) y otros que ya se encuentran en rezago educativo.

 

Por tamaño de localidad

En localidades rurales (menos de 2 mil 500 habitantes) están fuera de la escuela un millón 948 mil 363 niños, niñas y adolescentes, en tanto que en las urbanas (2 mil 500 habitantes y más) la no asistencia alcanza los 4 millones, 131 mil, 332. Esto hace nuestro total nacional de 6 millones 79 mil 695 niños, niñas y adolescentes que no asisten a la escuela (Censo, 2010).

La proporción de no asistencia a la escuela siempre es mayor en localidades rurales que en urbanas:

En el grupo de 3 a 5 años es 7.4% mayor (47.6% frente a 44.1%).

En el grupo de 6 a 11 años es 32.5% mayor (4.0% frente a 2.7%).

En el grupo de 12 a 14 es 42.1% mayor (11.9% frente a 6.9%).

En el grupo de 15 a 17 años es 35.4% mayor (44.1% frente a 28.5%)

 

Niños indígenas

En total tenemos 486 mil 854 niños, niñas y adolescentes indígenas que no asisten a la escuela. La no asistencia a la escuela es 26.94% mayor entre indígenas, que entre no indígenas (24.69% frente a 18.04%):

En el grupo de 3 a 5 años es 9.4% mayor (50.02% frente a 45.34%).

En el grupo de 6 a 11 es 60.1% mayor (7.3% frente a 2.81%).

En el de 12 a 14 es 47.2% es mayor (14.84% frente a 7.84%).

En el grupo de 15 a 17 años es 33.7% mayor (47.74% frente a 31.67%).

Además hay que contar  337 mil analfabetos. El analfabetismo es 38.39% más grande entre indígenas que entre no indígenas (20.60% frente a 7.91%).

 

Niños con discapacidad

Del total de niños, niñas y adolescentes de 3 a 17 años con discapacidad (110 mil 010), la mitad (53 mil 969) no asiste a la escuela. La inasistencia es 41.86% mayor en niños con discapacidad que entre los que no la tienen (31.3% frente a 18.2%):

En el grupo de 3 a 5 años es 8.9% mayor (49.9% frente a 45%).

En el grupo de 6 a 11 años es 85.2% mayor (18.9%, frente a 2.8%).

En el grupo de 12 a 14 años es 71.1% mayor (27.3% frente a 7.9%).

En el grupo de 15 a 17 es 34.1% es mayor (49.1% frente a 32.4%).

Los estados más incluyentes o con menores porcentajes de niños con discapacidad fuera de la escuela, de acuerdo con el Semáforo Municipal de los Derechos de la Infancia www.odisea.org.mx, son Distrito Federal, Baja California Sur y Yucatán. Los mayores porcentajes de exclusión se ubican en Chiapas, Guerrero y Oaxaca.

 

Niños trabajadores

No podemos dejar de mencionar a un millón 656 mil 449 niños de 12 a 17 años que trabajan, de los cuales no asiste a la escuela un millón, 384 mil 183. Esto significa que cuatro de cada cinco niños que trabaja permanece fuera de las aulas (83.6%).

La no asistencia es 86.25% mayor entre los que trabajan que entre los que no tienen actividad económica (83.61% frente a 11.5%).

El Semáforo señala que las mayores proporciones de trabajo infantil se ubican en Michoacán, Jalisco y Guanajuato, mientras que los porcentajes más reducidos se ubican en el Distrito Federal, Baja California y Tabasco.

 

El rezago educativo

Se considera en rezago educativo a la población con 15 años o más que no ha concluido la educación básica. En el grupo de 15 a 17 años no asisten a la escuela 2 millones 191 mil 225, como decíamos al inicio de este texto, de los cuales un millón 084 mil 769 se encuentra en rezago educativo. Esto es, que la mitad de los adolescentes de 15 a 17 años que están fuera de la escuela no cuenta con educación básica completa (49.42%).

Los estados con menores porcentajes de rezago, de acuerdo con el Semáforo, son Nuevo León, Hidalgo y Distrito Federal. Los estados más atrasados son Chiapas, Veracruz y Guerrero.

Los municipios con mayor número de adolescentes en rezago son: León (17 mil 844), Tijuana (11 mil 945) y Zapopan (9 mil 980).  En mil 335 municipios se supera el promedio nacional de 49.42%.

¿Y bien?

Oportunidades ha tenido el acierto de ampliar el acceso a los servicios por parte de los más pobres. Sin embargo todavía no reconoce  otro tipo de servicios educativos, distintos a los actuales, válidos para que los niños hoy excluidos e integrantes de su padrón puedan certificar la corresponsabilidad y acceder a los apoyos. Los niños y adolescentes pobres, indígenas, de localidades rurales, con discapacidad y /o trabajadores excluidos de la escuela, también tienen derecho al desarrollo de sus capacidades. Las autoridades educativas no pueden seguir desconociendo que ya existe una demanda focalizada por este programa y que se requieren modalidades apropiadas para garantizar inclusión educativa y combatir el rezago en 40% del padrón de Oportunidades.

La enorme cantidad de niños fuera de la escuela y adolescentes en rezago educativo demuestra que  algo no está funcionado y que la “llave” que alimenta la bolsa de este lastre, que actualmente alcanza 31 millones 900 mil 157 personas con 15 y más años, permanece bien abierta. (INEA/Inegi 2010). El alto rezago educativo se debe, entre otras razones, a la falta de pertinencia de la escuela y a la mala gestión de la educación básica, y no sólo a la pobreza, simplemente por el hecho de que éste también se produce en localidades “no pobres” y donde hay servicio educativo.

Estamos hablando de temas que se relacionan con la escuela formal, pero también con la educación no formal (de hecho se requeriría una mirada diferente a la actual para promover la educación, el desarrollo y la participación de estos niños excluidos y sus padres). En este sentido, si asumimos que están en rezago educativo uno de cada dos adolescentes de 15 a 17 años  que no asisten a la escuela a nivel nacional (49.42%), tendríamos que considerar estratégico el servicio del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA). Sin embargo, esta institución apenas cubre al 7.5% (2.4 millones) de los 31 millones 900 mil 157 personas actualmente en esa condición (INEA/Inegi, 2010). Y la atención que brinda a la población en rezago ocurre a través de  unos 100 mil asesores solidarios que, como dice Vernor Muñoz, “trabajan con mucho entusiasmo a tiempo parcial, pero sin contar con formación pedagógica superior”.

La recomendación del Relator de la ONU resulta obvia: “Tomar medidas de emergencia para combatir el rezago educativo de las personas mayores de 15 años”. Sin embargo el presupuesto asignado a la solución no guarda proporción con el tamaño del problema: 0.80% del gasto total en educación en el ejercicio 2013. (SHCP, 2013).

Finalmente hay que repetir que la exclusión educativa no se puede aislar de la violación de otros derechos. De acuerdo con Isabel Crowley, representante de Unicef en México, sólo 16% de los niños, niñas y adolescentes ejercen todos sus derechos http://tinyurl.com/lgc6nmu. La exclusión del otro 84% de los niños obliga a pensar que estamos frente una realimentación amplia de factores relacionados con la desigualdad de trato y la inequidad económica, que rebasa el ámbito educativo y exige la operación urgente de un Sistema Integral de Garantía de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes.

En conclusión requerimos un programa de Segunda Oportunidad, con rango constitucional, que oriente acciones focalizadas de inclusión educativa hacia niños en pobreza, indígenas, de localidades rurales y urbano-marginales, con discapacidad y /o trabajadores, en dos sentidos: 1) Hacia los niños en la escuela, con atraso escolar y  extra edad grave, en particular niños becarios de Oportunidades, y 2) Hacia la búsqueda y reinserción de los niños fuera de la escuela, en particular integrantes de familias Oportunidades, tanto a los servicios regulares como a los de educación no formal. Estos dos cursos de acción tendrían que articularse en el terreno local con ese Sistema Integral de Garantías, encargado de potenciar la coordinación interinstitucional y definir políticas, para asegurar apoyos y protección integral a los niños más vulnerables. n

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