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viernes, 29 marzo, 2024
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Ofrece Eduardo Rodríguez recital en el ciclo de guitarra clásica del FCZ 2014

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Por: ALMA RÍOS • Araceli Rodarte •

  • EL ARTISTA INTERPRETA PIEZAS DE MANUEL M. PONCE, LEO BROUWER, ENTRE OTROS

“Dicen que nosotros somos lo que vemos, escuchamos, comemos…lo que consumimos. Entonces si escuchamos y vemos cosas de calidad nos convertimos en seres humanos de calidad”, la frase forma parte de la invitación que el guitarrista Eduardo Rodríguez hace a los zacatecanos para que se conviertan en audiencia de los conciertos del Festival Cultural Zacatecas (FCZ) 2014.

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Las experiencias sonoras como la ofrecida este lunes por la tarde en el Ciclo de guitarra clásica que se desarrolla en la Capilla San Antonio del Ex Templo de San Francisco, “nos dejan muchísimas cosas como seres humanos”, sentenció el joven intérprete de 28 años, egresado de la licenciatura en instrumentista por la Escuela Nacional de Música de la Universidad Nacional Autónoma de México.

El programa ofrecido inició con un vínculo de identificación con sus raíces en la interpretación de la Suite en La Menor de Manuel M. Ponce.

Eduardo Rodríguez nació en la ciudad de Zacatecas y transitó su infancia en Jerez de García Salinas, después de estudiar tres años en la entonces Escuela de Música de la Universidad Autónoma de Zacatecas, hoy Unidad Académica de Artes, viajó a la Ciudad de México para concluir allá su formación en el año 2005.

Parte de las razones para haberse integrado a la programación del FCZ fue la posibilidad de interpretar como “zacatecano a otro zacatecano”, comentó en entrevista posterior a su recital.

Murales, la siguiente pieza del repertorio expuesto este lunes, original de Jean Ángelus Pichardo (1984), es una expresión de amistad del autor al ejecutante, dedicada a él. Ambos fueron compañeros en la Escuela Nacional de Música de la UNAM, comentó.

La composición se inspira en un poemario escrito por un autor argentino que a su vez alude al dinamismo de la Ciudad de México.

Posteriormente incluyó en su concierto la Sonata número uno del destacado músico  cubano Leo Brouwer (1939). Una pieza que definió como fuerte. Mediante ella hizo una analogía entre música y pintura y la manera en la que ambas disciplinas han evolucionado.

Este tema, dijo, es un collage de diferentes elementos musicales, introspectivo y reflexivo en su primer movimiento, “como si se detuviera el tiempo”, pasa luego hacia la euforia.

En el concierto ofreció también una selección de cuatro piezas latinoamericanas “como un gusto personal”, Julia Florida del paraguayo Agustín Barrios que se inspira en el género vocal italiano de Barcarola, uno que tiene vínculos con los gondoleros venecianos, explicó a los asistentes.

Seis por derecho, joropo de la tradición musical de Venezuela y a la que hizo arreglos Antonio Lauro (1917-1986) para guitarra, fue otra de las elecciones.

Para cerrar con Plaza Italia, tango del argentino Máximo Diego Pujol (1957), que inicia con la melancolía típica del género para luego asumir el otro carácter de la misma, el arrebato pasional y al fin regresar al apaciguamiento sentimental. Y Cielo abierto de Quique Sinest (1960), un candombe, que mezcla los matices de la digitación de las cuerdas con percusiones para emular el sonido de tambores africanos, tradición donde encuentra su raíz hibrida este estilo musical uruguayo.

Para Eduardo Rodríguez, su intervención por primera vez como solista en el festival es una experiencia satisfactoria. El año anterior participó integrado a Cuicacalli, el terceto de guitarras con el que se ha convertido junto con sus compañeros en un embajador de la música mexicana contemporánea en países como Francia, Alemania y Suiza.

Radicado en Ciudad de México, ha encontrado espacio para realizar en Zacatecas proyectos de formación de públicos apoyados por el Pecdaz, el más reciente denominado “El esqueleto de la música”, mismo con el que recorrió entre otros espacios escuelas secundarias y preparatorias con conciertos didácticos.

A la invitación que hizo el guitarrista agrega “escuchar buena música”, no precisamente la que él ejecuta pero precisa, “al menos a nosotros nos enseñan o ayudan, a aprender a reconocer la buena música en donde quiera que ésta se encuentre”. n

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