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jueves, 28 marzo, 2024
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La ociosidad es la madre de algunos escritos

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Por: Manuel Rivera • Admin •

Escuchas mentiras que se repiten con tal vehemencia que se convierten en la verdad de quien las emite; ves la avalancha de soberbia y desprecio que va hacia ti y miles de personas más, claro, si acaso te consideras clasificable dentro de ellas; y conoces la relación inversa entre los valores y las fortunas.

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Sí, estás viendo televisión y esto te provoca vómito de letras.

¿Es posible –o necesario-incorporarse al entorno, para sentirse y vivir bien, aun así el mediodesprecie tus ideales?, dices para tus adentros en pose de sesuda reflexión.

En esas niñerías andas cuando reparas que para reflexiones, en serio, habría que conocer, por ejemplo, las de los priístas del Distrito Federal, que seguramente estarán deliberando si su dirigentecon licencia forzosa, Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, merece hoguera a fuego lento o macro horno de microondas por haber condenado al partido en la capital del país a otro sexenio en el anonimato.

El engaño cometido en perjuicio de mujeres que requerían empleo, financiado, además, con dinero público mal manejado a través del instituto político,que también fue objeto de abuso,añadió otra raya a un tigre que ya no tenía espacio para una sola más. No obstante, Gutiérrez de la Torre ya trató de sumarle otra, al despreciar la elemental regla de la comunicación efectiva, que es la referente a la credibilidad, para intentar “defenderse” insinuando el chantaje de una de las comunicadoras más creíbles en el país.

Pero poco después te olvidas por un momento del olor anáusea que provoca esa nota capitalina y regresas a rumiar tu realidad, entendiendo que, salvo dinero, tienes contigo lo más importante, aunque de todos modos sigas sin considerarte feliz.

Ante la contundencia de tu sentir, aun así ésta sea inferior alaque tienenlas evidencias que insisten en que podrías estar peor, prefieres convencerte que en la riña entre pensar y ser feliz, es mejor inclinarse por lo primero. Ninguna infelicidad tan grande como la de quien niega su esencia, supones.

¿Y si te manifiestas ignorante de la economía recesiva, cuya declaración extraoficial de existencia hecha portodos tus amigos, fue oficialmente confirmada por el Inegi? ¿Y si ignoras también que debes la casa, las tarjetas y la colegiatura, y te convences que el trabajo y el talento engrosarán tu cartera?

Así serías feliz, aunque –concluyes- la felicidad debe ser como el fideicomiso para los trabajadores de Mexicana de Aviación, que no alcanza para todos.

Y mientras te salpican de fango las noticias, no te queda más que convencerte que seguir la tendencia del entorno es hundirte con él. Solidaridad, humildad, trabajo en equipo y visión te separarán del lodo, te dices una y muchas veces más.

No te preocupes: eres rico en valores -insistes, aunque francamente poco convencido-. ¿Alguien habrá degustado un taco de valores? ¿El interrogatorio de la PGR al secretario de Gobierno y ex gobernador interino de Michoacán, tratará de fincarle enriquecimiento inexplicable de virtudes?

En fin, tras estos debates nimios, continúas viendo la televisión para seguirte preguntando si la felicidad plena sólo puede darse en la ignorancia plena o si puedes prepararte una botana de valores.

Y así te quedas dormido, olvidándote de todo, soñando con deudas económicas saldadas y placeres.

Amaneces con olor a vómito de letras.■

 

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