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viernes, 19 abril, 2024
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8 de marzo, una fecha para la reivindicación de la mujer trabajadora, precisa Diana Arauz

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Por: ALMA RÍOS • Araceli Rodarte •

■ La académica hace un repaso sobre la historia de lucha de las féminas

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El 8 de marzo no es un día de celebración sino una conmemoración que reivindica a la mujer trabajadora. “En Latinoamérica dejamos de lado estas reivindicaciones laborales femeninas porque en la historia de nuestros países pesa mucho más el papel de la mujer en su función de madre”, ofrece como lectura Diana Arauz, docente e investigadora de la Unidad Académica de Historia de la Universidad Autónoma de Zacatecas.

Para traer a la memoria lo que casi nadie recuerda en relación al Día Internacional de la Mujer, sintetiza los orígenes de esta remembranza partiendo de la lucha que desde mediados del siglo 19 se dio en los Estados Unidos en el contexto del movimiento obrero de textileros que ya sumaba mujeres en marchas y manifestaciones en exigencia de mejores condiciones laborales. Era el año de 1857.

Diez años después estas expresiones de reclamo se repiten. Pero es a inicios de siglo 20 que la presencia femenina se suma a la huelga para exigir mejoras salariales, jornadas de 10 horas y espacios y tiempos para amamantar a sus hijos.

En 1911, el 25 de marzo, vino la tragedia en que 123 de ellas mueren en un incendio al interior del edificio de la fábrica de camisas Triangle, después de haberse denunciado la falta de condiciones para realizar el trabajo en este lugar.

Este hecho ocurrido en la ciudad de Nueva York hizo inminente la necesidad de cambios en la legislación laboral referentes a las normas de seguridad y salud laborales e industriales. Y es el evento fundacional que ahora convertido en Día Internacional de la Mujer se traslada a toda serie de manifestaciones, la mayoría de las cuales excluyen la reminiscencias a su origen.

Diana Arauz ubica esta evasión del tema principal de esta conmemoración como una falta de conocimiento en relación a la historia de la mujer y señala como otra importante omisión, el conocimiento de la historia de la mujer mexicana.

Al respecto comenta que también ha quedado completamente olvidada aquella primera reunión de un movimiento feminista que se dio en Yucatán hacia 1916 donde se discutieron asuntos políticos, educativos y de interés social como el aborto, este último, tema absolutamente novedoso para aquella época.

“Y seguimos sin conocer nuestra historia. A mí me preocupa muchísimo que en nuestras asignaturas se llegue ya a unos niveles de maestría y doctorado sin conocer la historia de las mujeres en México. Conocemos sí la Revolución Mexicana, importantes personajes para la historia como Pancho Villa, etc. Pero seguimos sin conocer la historia de las mujeres como parte de la historia”.

Para acercarse a esta historia de las mujeres, pero también a la comprensión de la construcción de las vías de conocimiento que ha llevado a ella, agrega, es necesario “enfocar primero las problemáticas desde la cultura porque si no conocemos bien los papeles o roles que pertenecen tanto a las mujeres como a los hombres” pueden venir las confusiones.

“Entonces lo  primero sería empezar por conocernos a nosotros y nosotras a partir de la cultura, a partir  de un cambio de mentalidad y luego sí, enfocarnos a la historia de las mujeres, incluyente, dentro de una historia general”.

En un balance positivo inscrito en este siglo 21, agrega que se ha pasado de un lenguaje “donde estábamos casi inexistentes o invisibilizadas, a hablar muchísimo de la mujer, de la historia de las mujeres, muchas veces sin conocer qué hay de fondo”.

Luego de que en la década de los 80 del siglo 20 eran casi exclusivamente las feministas quienes hablaban de la mujer o de la historia de las mujeres, “de pronto vemos nuevamente un boom sobre la mujer y la problemática de las mujeres por nuestra misma situación actual. Nuestra vida cotidiana, violencia, el narcotráfico, los feminicidios, la ley de aborto, nuestro papel en la educación, etc., nos lleva a hablar de nosotras mismas”.

 

Y eso dice, es lo que se tiene que aprovechar en este siglo con todo y sus defectos. “El futuro, es el de las mujeres, como hay muchas obras que lo señalan: académicas, literarias, políticas. Y creo que es lo que hay que poner sobre el tapete. A estas alturas del partido existe una historia de las mujeres, una  teoría de género y una serie de  corrientes feministas, todas vías que debemos seguir conociendo y estudiando. Son tres aspectos que pueden converger y diferenciarse para no armar confusiones o discursos que pueden resultar a veces contradictorios”.

 

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