Seis días después de que tres cuartas partes de los maestros universitarios que participaron en el plebiscito convocado para resolver sobre el estallamiento de la huelga, dijeron sí a la misma, es oportuno y pertinente valorar algunos de sus efectos más evidentes.
En primer lugar todo indica que se ha generalizado la opinión de que fue un error utilizar la vía fácil de disponer del dinero de los trabajadores universitarios, académicos y administrativos, para financiar el incremento en la matrícula, en lugar de haber convocado a la sociedad para demandar unidos los recursos necesarios para que Zacatecas deje de estar por debajo de la media nacional en cobertura educativa en los niveles de preparatoria hacia arriba.
No era tan complicado suponer que los afectados protestarían en cualquier momento. El problema ya empezó a afectar también a las autoridades educativas que a través del delegado federal intenta lavarse las manos arguyendo que el crecimiento de la matrícula sólo debe ocurrir bajo los esquemas de planeación estatales. Lo cierto es que no obstante que tanto el Plan Nacional de Desarrollo como el estatal, de las últimas dos administraciones contemplan el objetivo de hacer crecer la cobertura 30 por ciento como mínimo. Parece evidente que prefirieron no mirar ni preguntarse sobre el origen de los recursos que financiaban el crecimiento y expansión de la UAZ durante los últimos años. Generaron un vacío de Estado y ahí están las consecuencias.
Otro asunto que ya está sobre la mesa por efectos de la huelga es el que se refiere al compromiso de sucesivas administraciones estatales con el financiamiento de la educación en los niveles referidos. Es un secreto a voces el hecho de que los distintos sistemas educativos no reciben las cantidades de recursos que los convenios con la Federación estipulan, conducta que impide el desarrollo sano de los mismos y la elevación permanente de la calidad de los servicios que están obligados a prestar.
La huelga ya produjo declaraciones de distintas organizaciones gremiales del ramo educativo y poco falta para que programen acciones conjuntas que iluminarán la salida obvia: la reestructuración de todo el sistema educativo estatal que hace agua por todas partes.
Si la huelga universitaria dura lo suficiente, otros sectores de trabajadores muy permeados por universitarios, como el de miles de trabajadores precarios de la salud, encontrarán irresistible la tentación de sumarse al movimiento para que sus justas y legítimas demandas por fin sean escuchadas. Y falta por ver la reacción de los agraviados servidores públicos miembros del Sutsemop.
El proceso de cambio generado por la huelga en las relaciones y delicados equilibrios políticos internos está en pleno desarrollo y será motivo de otro de nuestros editoriales.
