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viernes, 19 abril, 2024
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La cárcel de las mujeres zacatecanas

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Por: MIGUEL ÁNGEL AGUILAR •

En la insólita historia de los zacatecanos destaca sin lugar a duda sus páginas negras en donde la cárcel de mujeres era el tema cotidiano, casi impredecible, por el gran número de mujeres que a ella ingresaban cotidianamente.

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Tan sólo de 1900 a 1901, más de mil mujeres zacatecanas fueron aprehendidas por “faltas a la moral, robo, estafa, ebrias tiradas, prostitutas, rameras sin libreta, escándalo y ultraje a la palabra, pedir limosna sin licencia, riña de palabra y mano, agresión a los gendarmes, y hasta el homicidio” y un sinfín de delitos que las inducían al castigo permanente en los códigos civiles y penales de la época.

Desde el inicio de la construcción de nuestras ciudades zacatecanas, las autoridades virreinales vieron como un mal la vagancia y el robo, por lo que optaron por medidas que tratasen de erradicar los altos índices que a diario sucedían, sobre todo en los centros de trabajos mineros y cuyos delitos molestaban a vecinos y propietarios de fincas, comercios y vetas, por lo tanto, había códigos que esgrimían desde “200 azotes en público, como la cárcel, la soga o el destierro permanente”.

La cárcel de mujeres estaba ubicada en un principio a un costado del entonces Palacio Municipal, anexa al mercado de carnes o de abastos o “el laberinto” y ante una población de casi 600 mil zacatecanos, era alarmante que 10 por ciento de sus célebres habitantes estuvieran permanentemente tras las rejas por lo escandaloso de su comportamiento. Los reportes diarios son hasta risibles ahora pues consignan desde “hincarse en la vía pública” o,” tirar basura, robo de maíz, falsificación de moneda y muchas ebrias tiradas” dicen los diarios policiacos de la época.

Años después era famosa su ubicación aterradora en lo que ahora es el famoso museo Felguérez, aun así, no se olvida que en esa sede, el llanto y la desesperación, las injurias y el escándalo era el lío cotidiano de mujeres como “Amparo Zapata que portaba cuchillo para introducirlo en la cárcel de hombres; Justa López que se hincaba en la calle; Timotea Orozco por circulación de moneda falsa; Rita Mendoza por intentar introducir mariguana a la cárcel, o las super famosas Adelaida Olague y Manuela Zafoya por ebrias escandalosas” y muchas más que duelen en la memoria.

Durante siglos los negros esclavos y muchos indios, vagabundos y vagamundos, eran el terror de las familias por sus constantes robos, no sólo de casas sino de “hornillas para el beneficio de los metales” y del patrimonio de muchas familias que ansiaban paz y trabajo y no la mendicidad femenina, ni el atraco ni el adulterio, mucho menos la reincidencia que se castigaba aun peor que las iniciadas, su notable aumento.

Ante la consigna de que Zacatecas era un centro minero que “daba para todos y de todo”, nuestro estado se llenó de europeos de todas las procedencias que buscaban afanosamente tener plata y títulos, bienestar para sus familias y una cierta calma ante los embates de la naturaleza humana y terrenal, fuera de sequías, revueltas, epidemias o pecados , fuera de la incertidumbre que tanto afectaba la estabilidad que aparentaban o perseguían.

Para ello las medidas siempre perseguían que era mal vista la vagancia y el latrocinio, el desempleo y la osadía de ostentar no hacer nada ante el esfuerzo colectivo.

Hubo casos, ya lo hemos consignado, en que eran detenidas hasta 40 mujeres al día.
Las mujeres tenían castigo de hasta 15 días por alebrestar la paz pública y era cotidiana la escena en donde los gendarmes cumplían su labor. Hoy es otra escena aunque no exentas de dolorosas jornadas donde aparecen colgadas, ejecutadas o remitidas a las rejas poraviesas acciones de faltas y robos de comercios.
Loa a su memoria, loa a su menester. ■

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