La Economía del Conocimiento o Economía Educativa es la disciplina que se encarga de analizar la relación entre la educación, el desarrollo científico-tecnológico, la innovación y la competitividad económica; la clase política debe familiarizarse con los estudios sobre este tema, porque México y Zacatecas sufren graves deficiencias que explican el estancamiento en el que nos encontramos.
Si atendemos al Índice de Competitividad Global (ICG) del Foro Económico Mundial, México estaba colocado en el lugar 43 en 2000, y en la evaluación de 2011 bajó al lugar 58. El índice está compuesto de la confluencia de 12 indicadores entre los que están los siguientes: instituciones, infraestructura, ambiente macroeconómico, salud y educación primaria, educación superior y capacitación laboral, eficiencia del mercado de trabajo, destreza tecnológica e innovación.
El país bajó sus índices, en el caso de la productividad agregada del trabajo, entre 1953 y 1982 (el período pre-neoliberal) la tasa fue de 3% anual; y en el periodo neoliberal (1983-2010) fue de 0.8%. En el caso específicamente agrícola, la productividad creció en el primer periodo a una tasa de 2.6%, y en el segundo, de 1.2%. Y estos indicadores de productividad son explicados (en mucho) por las políticas en el campo de la innovación y la aplicación científica a los procesos económicos. Un indicador que nos da idea clara de este asunto es la inversión pública en ciencia y tecnología comparado con países emergentes: Corea del Sur destinó 3.2% de su PIB a DCyT y México no ha podido pasar de 0.4%.
Esto se correlaciona perfectamente con los números en índices de calidad en educación básica y en cobertura e impacto de educación superior. En esta última no hemos podido rebasar una cobertura menor a 30%, mientras países como Argentina tienen 68%. Estamos muy lejos de los umbrales de la competitividad educativa. En el discurso del secretario de Hacienda en relación de las últimas reformas estructurales, dice que lo que articula a todas ellas es el eje del binomio productividad-competitividad, sin embargo la mediocridad de las políticas en innovación y competitividad en este país es inmensa, lo que augura un fracaso en su estrategia.
En Zacatecas, el Cozcyt debería ser una gran estructura que enlazara a las instituciones de educación superior con todo el aparato productivo (privado y social), que gestionara realmente los procesos de innovación y competitividad del estado. Sin embargo, en las asignaciones presupuestales se puede observar el nivel de prioridad que sobre el tema tiene el gobierno, es decir, mediocre. Y se puede ver también cuál es la estrategia del Estado en relación a su economía del conocimiento:
nula. Y la Universidad no se queda atrás, con las lentas y torpes autoridades actuales, no podemos esperar que despegue la investigación científica ligada al crecimiento económico. Tenemos personal con la capacidad y entusiasmo para desarrollar iniciativas importantes en este asunto, sólo requerimos que las autoridades generen políticas y estrategias adecuadas.