Ante los acontecimientos que envuelven este caótico inicio de año, en el que se elevan los impuestos mientras el presupuesto tiende a disminuir, cabe la ocasión para reflexionar en torno a las políticas que se seguirán al momento de repartir el cada vez más pequeño, pastel.
Como siempre, creo, la tajada más breve se la llevara el ámbito de lo cultural. Afirmo lo anterior por lo que se ha visto en los últimos años. Y dígame si no, a excepción de los tiempos turísticos en los que se oferta el mal llamado “turismo cultural», esta ciudad carece de acontecimientos culturales de relevancia, sólo el esfuerzo de unas pocas voluntades individuales hace que no se caiga en la inanición.
Por ello la reflexión se hace cada vez más pertinente: ¿Qué política cultural debe ejercerse en nuestro estado? Digo ejercerse con la connotación de acción no de burocracia pasiva.
La Universidad Autónoma de Zacatecas, pese a quién le pese sigue siendo el bastión cultural de este estado, por excelencia, de ahí que cuando entra en reposo de sus actividades académicas inmediatamente se haga palpable su ausencia. Tanto gobierno como Universidad debe plantear políticas de permanencia, no echar toda la carne al asador, es decir, no derrochar todo el presupuesto de cultura para los festivales que sólo sirven de entretenimiento para el turista, porque tanto usted como yo, citadinos huimos de las multitudes en esos eventos.
No, se deben planear actividades permanentes para capitalinos y municipios, y que no se confunda cultura con fiesta patronal, PLANEACION, es la clave. Recuperar espacios culturales que han caído en desuso, activar otros espacios con gran potencial cultural como la Alameda. En resumen, lo anteriormente dicho: una política cultural en ACCIÓN. Y para que abundar más, como dice el dicho popular, para que tanto brinco estando el piso tan parejo. ■
*Docente investigador de la Universidad Autónoma de Zacatecas
