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viernes, 19 abril, 2024
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Libre comercio y economía agrícola en México

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS VARGAS •

La justificación neoliberal para promover el libre cambio mundial, es que la productividad es impulsada por la división del trabajo, y el comercio exterior mejora la división del trabajo, por tanto, el comercio incrementa la productividad de un país, lo que sustenta la teoría de la ventaja absoluta: se importarán los bienes que sean más baratos en el extranjero que en el mercado local y se exportarán aquellos que sean más caros en el mercado internacional; la Teoría de las Ventajas Comparativas afirma que el libre comercio favorece el ahorro y la tasa de beneficio, por ello los países deben abrir sus fronteras al comercio. Sin embargo, otras escuelas explican la incapacidad del comercio como medio de solventar los problemas del subdesarrollo.

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En América Latina se postula un sistema internacional asimétrico que supone ganancias para el centro y pérdidas para la periferia (CEPAL), lo cual supone establecer medidas proteccionistas que cuiden el bienestar de una nación.

La Economía del Desarrollo analiza los alcances de las teorías ‘comercio-crecimiento’ en los procesos de ‘intercambio desigual’ que las teorías mencionadas no consideran. En este contexto, el comercio no genera crecimiento de todas las naciones implicadas, porque hay asimetrías o desigualdades previas, que hacen que sólo las naciones poderosas ganen y las pobres pierdan.

Pues bien, la primera explicación contiene las razones de los liberales extremos para impulsar el TLC entre México y EU; y lo que decimos al final del párrafo anterior sirve de fundamento a quienes afirman que el TLC está destruyendo la economía mexicana en lugar de hacerla prosperar, y por tanto, claman por una mayor protección.

Pero no se trata de opiniones o de creencias, sino de atender estudios serios que aporten evidencias sobre quién tiene razón. Y en el caso del campo, es muy nítido cómo el TLC ha sido motivo no de crecimiento económico, sino de devastación de la economía agrícola de nuestro país. Las enormes asimetrías que provocan el desastre del campo mexicano son medibles, en niveles tecnológicos, capitalización de productores y apoyos o subsidios.

El resultado de esta asimetría es que el productor norteamericano es 18 veces más productivo que el mexicano. Y por ello, las brechas en la balanza comercial no se han podido acortar, las importaciones de granos y oleaginosas pasaron de 8 a más de 20 millones de toneladas; y la entrada de carne (sobre todo porcina), arroz, papa e incluso maíz, ha desplazado a los productores nacionales. Los liberales del gobierno salinista prometieron que la pobreza en el campo iba a desaparecer por efecto de la mayor inversión en el campo, que traería mayores empleos y una mejor distribución de la riqueza con el tratado comercial; sin embargo la dura realidad es que la pobreza en el campo aumentó en lugar de acabarse, y ahora estamos en 69.3 por ciento.

Y también dijeron que los efectos del comercio libre iban a abaratar los productos alimentarios, pero al contrario, la canasta alimentaria se fue 257 por ciento arriba. Y no sólo eso: la dependencia alimentaria es tan preocupante que la FAO señala ese renglón como urgente para México.

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