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sábado, 20 abril, 2024
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Abel García Guízar a 40 años de la fundación del Frente Popular de Zacatecas

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Por: ALMA RÍOS •

■ El frente, como se le conocía, marcó la vida universitaria, social y política del estado

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“De repente suena el radio y una clave, y entonces se enojan, dijeron algo así como -¡Chin…ya le cayó mierda al pastel. Tenemos que regresarlo al cuartel!  Gamboa había avisado y se había generado un desmadre con los compañeros del Frente. Fueron con Pámanes (Escobedo) y él habló no sé a dónde y entonces me regresaron al cuartel (…) estuve en la cárcel unos tres meses y yo obviamente sé que quien me sacó de la cárcel fue la movilización de campesinos y universitarios”, recuerda Abel García Guízar, brigadista y miembro del Mocer (Movimiento Obrero Campesino Estudiantil Revolucionario)  dentro del Frente Popular de Zacatecas (FPZ).

La organización nacida en el seno de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ) en 1974, cumplirá esta semana, el 28 y 29 de enero, su 40 aniversario de fundación. “El Frente”, como coloquialmente se le llamó, marcó la vida universitaria, social y política del estado.

 “El Amigo Abel”,- mote con el que desde entonces se designara a García Guízar, docente e investigador en la Unidad Académica de Derecho de la Universidad Autónoma de Zacatecas-,  fue actor como otros maestros, estudiantes, campesinos y colonos de un tiempo en que la Máxima Casa de Estudios en el estado se vinculó a las luchas populares, fundamentalmente por tierra y techo.

Al igual que otros, Abel García también sufrió la persecución, los desalojos y la cárcel, en un momento en el que el autoritarismo del régimen priísta se hizo leyenda negra y eran cosa común las desapariciones de sus enemigos políticos mediante la intervención de la denominada Brigada blanca, un grupo que operaba en todo el país, integrado por militares.

García Guízar se adhirió al Frente inmediatamente después de su fundación, “pero no puedo colgarme la medalla de que fuera uno de sus promotores, en el sentido de (ser de) los que idearon y generaron la organización”.

El entonces estudiante de segundo semestre de la licenciatura en Derecho había trabajado desde los cinco años como sembrador junto a su padre pero no tenía experiencia en la lucha campesina, “más allá de haber padecido la marginación como hijo de campesino pobre”.

La influencia “rebelde” la encuentra en su madre, una mujer que muy joven se vinculó a las brigadas de alfabetización del gobierno de Lázaro Cárdenas.
Cuando apareció  un movimiento que apoyaba al campesinado en Zacatecas, “te mueve fibras que te identifican con ello”.

La llegada desde la Ciudad de México de Jesús Pérez Cuevas, “verdadero fundador del Frente”; Sergio Corichi y Noé Beltrán, el primero quien arribó a Zacatecas en 1969, implicó la transformación de la vida académica de la recién nacida UAZ, primero en el seno de la Escuela de Economía donde fungieron como profesores, luego impactando mediante el proceso de Reforma Universitaria que se dio entre 1971-71 a sus escuelas preparatorias.

“Ellos venían formados en el marxismo”. Se propició al interior de la UAZ un nuevo enfoque que tenía en el centro a las ciencias sociales.

“Poco a poco fue cambiando la perspectiva de ver a un estado que tradicionalmente es muy atrasado, hermético. Lo era mucho más en términos de las mentalidades, ideológicamente”, agrega.

Romper la “nuez hermética”
Zacatecas estaba atrapado en una sucesión de gobiernos provenientes de un núcleo muy cerrado, el Reinosismo –Leobardo Reynoso gobernó entre 1944 y 1950-, que no permitía siquiera transformar internamente al PRI local. El grupo controló por más de 40 años el poder en el estado, hasta que logró imponerse desde la Ciudad de México a Fernando Pámanes Escobedo  (Sexenio 1974-1980), y fue “cuando más o menos empezaron a cambiar las cosas a nivel interno del sistema”, relata.

Por otro lado la UAZ surgió como tal, luego de que José Isabel Rodríguez Elías (sexenio 1962-1968)  “buscando boleto para la posteridad”,  la transformara, de ser Instituto de Ciencias Autónomo de Zacatecas (ICAZ).  

La intención, dice el autor de Y codiciarán los bienes comunales, fue mantenerla siempre bajo su control al mismo tiempo” como una caja de caudales y prestigios”.

“Rápidamente la criatura le salió respondona”, las ideas en su seno empezaban a cambiar, se convirtió en una enemiga del  “pensamiento reaccionario, intransigente y autoritario” que tenía su anclaje en los grupos más tradicionalistas: ganaderos, comerciantes y la clientela burocrática controlada por el poder, así como el sector clerical, los cuales  “mantenían un atado, muy atado, en este estado”.

Por otro lado los integrantes del grupo de Pérez Cuevas  “venían un poco como dolidos, maltratados por la gran tragedia y la frustración que fue la matanza de 1968.  Venían sensibles y predispuestos a adoptar una postura crítica en cualquiera de los espacios de su vida”.

 “La nuez hermética se empezó a romper por ese lado, a partir de la Universidad y luego impactó en la sociedad sobre todo a en el contexto de la lucha campesina de la fundación del Frente”.

Los campesinos solicitantes de tierra se presentaban en la Universidad buscando asesoría. “Habían sido burlados”, algunos hasta por décadas y generaciones en su búsqueda de obtener tierra para sembrar en el proceso de dotación prometido por la Reforma Agraria.

La fundación del Frente Popular de Zacatecas en el Teatro Fernando Calderón “tuvo un gran éxito”. La situación era difícil y la gente “empezó a perder el miedo”.

Poco a poco las comunidades se incorporaron. Se organizaban brigadas de apoyo y asambleas en las que se tomaban acuerdos. Se atendía tanto la cuestión de la formación política, la organización y la técnica jurídica de los asuntos. García Guízar trabajó como brigadista en La Quemada y Morones, comunidades de Villanueva y Casa Blanca, Guadalupe, donde se impartían clases de alfabetización e historia en un contexto de mística de servicio donde “se estaba dispuesto a darlo todo sin esperar nada a cambio”.

Las invasiones de tierras, entre ellas, de las que ostentaba pertenencia Antonio Aguilar, “un niño bien visto del sistema, que era un tipo que participaba en las elecciones del PRI siempre acarreando campesinos”, se hacían tras verificar que efectivamente correspondieran a latifundios y tras acudir a las instancias legales, afirma.

Las confrontaciones no se hicieron esperar, del lado del Frente estaban hombres, mujeres y niños, en el lado opuesto desde ‘tránsitos’, policías judiciales, Ejército, Granaderos y pistoleros pagados por los latifundistas.

Los escenarios se escapaban a la lógica de lo que se creía podía suceder en Zacatecas, dijo el académico: provocaciones, maquinaria pesada que ingresaba a los terrenos a tumbar los jacales, incendios de las casas, asesinatos, privaciones ilegales de la libertad, aprehensiones, enumeró Abel García.

Él mismo fue aprehendido, amarrado, encostalado, golpeado e intimidado. Tras habérsele seguido por meses, esperando capturarlo en solitario, tuvo suerte de que pasara “el amigo Gamboa” en el momento en que era custodiado por policías judiciales, quien dio aviso a los compañeros del Frente Popular de Zacatecas.

“Por ese lado estuvo bien, no me fue tan mal como a otros compañeros que fatalmente se los llevó la Brigada blanca y desaparecieron”. Muchas de las anécdotas en que se cuentan nombres, hechos, ausencias, circunstancias, forman parte de los aprendizajes, entre ellos, la multiplicación que en la lucha genera la integración de las mujeres, comenta.

El Frente Popular de Zacatecas tuvo un momento fundacional, luego un declive propiciado en parte por nuevas ideas, que otra vez llegaron desde el centro y que prometían a la vía electoral como un medio para la solución de los problemas sociales. Gente como Abel García simplemente no coincidió con esa perspectiva y todavía no la comparte.

Señaló además que nunca hubo otra asamblea como la fundacional en que se decidiera cambiar la ruta de lucha del FPZ, simplemente el timón empezó a virar, dejando a muchos fuera de esa lógica inicial. El Frente, dijo, murió poco a poco de “inanición,  por lo menos ese que tuvo su momento más brillante en “la década obsesiva y entrañable” de los años 70.

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