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viernes, 19 abril, 2024
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Septuagenario

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Por: LEONEL CONTRERAS BETANCOURT •

Nadie que arribe y se ubique en la tercera edad es precisamente un joven. Eso ocurre con el SNTE que en diciembre último cumplió ya 70 años de haber surgido. Ese septuagenario que tiene como estigma el signo de haber sido a lo largo de toda su historia una extensión de los gobiernos en turno, correa de trasmisión. Arriba como septuagenario en el año en que se aprueba y se hecha andar la Reforma Educativa que le restara poder e irá minando su influencia a partir del ingreso al servicio de los nuevos maestros, proceso sobre el que ya no tendrá injerencia, ni en el de la negoción de las plazas. Las evaluaciones parte esencial de la reforma, para las promociones, al ser de un carácter punitivo provocaran despidos. También ocurre en el año en el que el gobierno así como la había impuesto destituyó y encarceló a Elba Esther Gordillo, uno de sus emblemas, representante en la más alta escala del charrísimo y de la corrupción que este fenómeno sindical genera.

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Habiendo nacido bajo la tutela del Estado mexicano, como sindicato de rama, el SNTE se constituyó desde un principio en la organización sindical que acuerpa a la mayoría de los maestros del país. Los motivos para su creación fueron buscar el control y la disciplina de los trabajadores de la educación, sujetándolos a la política y lineamientos de los representantes del Poder Ejecutivo. La democracia es lo que menos se práctica en sus filas y la disidencia se ha castigado de múltiples formas y con distintos métodos como la persecución, el hostigamiento laboral, las amenazas, el ostracismo, encarcelamiento y hasta el asesinato, tal y como ocurrió con los dirigentes y militantes othonistas entre 1956 y 1960, con profesores independientes con vocación democrática y progresista, sin faltar los afiliados a las izquierdas y posteriormente con miembros de la CNTE. La represión la ha practicado por su cuenta o en alianza y complacencia del gobierno.

El Diccionario Enciclopédico de México de Humberto Musacchio (1990) registra que el 30 de diciembre de 1943 surgió a la vida pública el SNTE, durante el gobierno de Manuel Ávila Camacho. Su antecesor Tata Lázaro, no pudo conseguir como era su deseo lograr la unificación de los maestros, cuyas organizaciones era varias y dispersas tanto política como ideológicamente, pues las había identificadas con la CNC, la CTM lombardista y de manera muy importante la de quienes militaban en las filas del Partido Comunista (PCM), sin que faltaran los partidarios del panismo, surgido para combatir las reformas cardenistas entre ellas la de la fallida educación socialista. Entre los antecedentes remotos del sindicato magisterial hegemónico está la Federación Nacional de Maestros, fundada en 1927 por Vicente Lombardo Toledano, cuando el padre del marxismo guadalupano fungía como secretario de educación de la CROM. En el decurso del callismo y cardenismo abundó una gama variopinta de organizaciones sindicales de carácter estatal, regional y nacional de distintas ideologías. Las más numerosas, para ahorrar espacio la definición de las siglas se las dejamos a los lectores, eran el STERM, SUNTE (la U viene de único, sin que lo fuera), SMMTE, SNATE y el FNMRM. Conjunto de agrupaciones que no logró unir en un sólo sindicato nacional Lázaro Cárdenas para darles el carácter de una federación nacional, atender sus demandas laborales y facilitar las negociaciones salariales. Sería su sucesor con sus ministros de educación Vejar Vázquez y finalmente Torres Bodet quien logró el propósito de la anhelada unificación. Su primer secretario fue el historiador Luis Chávez Orozco. Este no duraría mucho en el cargo, siendo de los dirigentes más efímeros. Pronto renunció en medio de un clima en el que la agitación que provocan las aguas de la agitación política, seguían sin alcanzar su nivel y aún afloraban las disputas entre los grupos por la disputa del poder o cuotas de éste, situación que duraría en los primeros años de haberse dado la unificación de los enseñantes hasta que el Estado tomó su control pleno. En ese tiempo seguía prevaleciendo más la diversidad que la unidad. Los viejos maestros cuentan como a las asambleas acudían algunos profesores armados con pistolas, ocultas muy discretamente en sus morales.

La del SNTE es una historia de cacicazgos a partir de la presidencia de Miguel Alemán, uno de los símbolos de la corrupción de los políticos mexicanos. Todos impuestos, pro ahijados y tolerados por el sistema político vigente, mientras les son útiles a los intereses de los presidentes de la república, caciques que aclamados por sus incondicionales y paniaguados, ilegítimos de suyo, pues en las asambleas y congresos los charros, son dueños de la cancha, del balón y además, por si no bastara, ellos ponen el árbitro. Electos y ya empoderados, se han atribuido títulos de líderes morales y dirigentes vitalicios (sólo les faltó el de altezas serenísimas) se han movido ante la apatía e indiferencia de la mayoría de sus agremiados, en una organización muy politizada en la que los que se expresan sólo los núcleos disidentes que no han logrado constituirse en mayoría y desplazar salvó en contadas secciones a las camarillas y burocracias sindicales charras. En las conquistas laborales son los disidentes los que corren la liebre y los charros la alcanzan. Las camarillas sindicales para no soltar el control y mantener el poder, se eternizan en los cargos, rotándose en las instancias del CEN y seccionales. Así han desfilado los Robles Martínez y su extensión en los Sánchez Vite, los Jongitudes y las Gordillo. Siendo estos dos últimos los de los periodos más prolongados. En esta truculenta zaga de cacicazgos sin perder el control, los caciques han detentado el poder caracterizado en primer término, por el manejo de las millonarias cuotas y patrimonio sindicales de las que nunca informan, en forma directa o por medio de secretarios generales títeres. Todo esto bajo la sombra del poder corruptor del Estado, con su complicidad y en recíproco apoyo y entendimiento. Sólo cuando se han rebelado o ya no les son útiles los arrojan la bote de la basura como papel desechable. Llegando al caso de hacerles cargos delictivos.

Con el mafioso Jongitud que llegó por asalto armado al poder el 22 de septiembre de 1972, fecha a la que dio nombre al movimiento del mismo nombre que creó la Corriente “Vanguardía Revolucionaria” (sic) y su sucesora y alumna que lo aventajó, con su corriente a la que con un discurso supuestamente democrático y plural llamo “Institucional”, el SNTE cogobernó o cohabitó en una especie de simbiosis en los terrenos de la educación básica, siendo vanguardistas e institucionales quienes ocupaban altos cargos en la administración de la SEP. Mediante esta simbiosis durante más de 40 años los maestros sufrieron la doble pinza burocrática en la que charros y patrones eran los mismos.

El aniversario del septuagenario SNTE ocurre en el mismo año en el que a raíz de la aprobación de la reforma peñanietista, más laboral que educativa, mina y le resta parte del enorme poder que tuvo, al grado de agenciarse la mitad del reparto de las plazas. Ése y otros privilegios se los ha quitado el Estado. ■

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