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viernes, 29 marzo, 2024
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El País de los niños descalzos

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Por: ÁLVARO GARCÍA HERNÁNDEZ •

México es un país de contrastes y enormes desigualdades económicas, sociales y políticas, algunas de ellas se suceden en la historia, pero a raíz de la tendencia reformista del sexenio, la brecha entre ricos y pobres se hará necesariamente cada vez más amplia y profunda, lo cual acrecentará también, el número de pies sin zapatos en afectación de nuestros niños indígenas o en condición de pobreza. Pese a que nuestro país es inconmensurablemente rico, tenemos la vergüenza de tener talentos infantiles descalzos, sin oportunidades de mejorar su calidad de vida, sin una respuesta efectiva a sus aspiraciones de progreso, sin una estrategia nacional que atienda y garantice genuinamente sus derechos humanos. No quiero creer que México brinde toda la apertura jurídica y económica a quienes desde siempre han saqueado la riqueza de los mexicanos y que en ese intento, les dé la espalda a los millones de niños y niñas que tienen que soportar los efectos de la corrupción, de la inseguridad, de una educación deficiente y una falta de interés político por garantizar a las presentes y futuras generaciones de mexicanos, la satisfacción de sus necesidades fundamentales. Por Zacatecas ha transitado el orgullo nacional, la Selección Indígena de México, integrada por niños de la Comunidad Triqui de Oaxaca; aquellos que ganaron el cuarto Festival Mundial de Mini-baloncesto celebrado en Córdoba, Argentina, y que destacaron entre otros ocho países; sus triunfos fueron irrefutables: 86-3 ante Celestes Argentina, 22-6 frente a Universidad de Córdoba, 72-16 contra Central Argentina, 82-18 con Hindú Argentina, 44-12 ante Monteéis y 40-16 contra Regatas de Mendoza. Estos niños nos dan cátedra de cómo debe sacarse la casta por el país a nivel internacional. Honestamente me conmueve mucho ver sus pies descalzos pero me enorgullece ver en sus miradas el hambre de triunfo, sus ganas de lograr el éxito, su arrojo por ganar el balón, arriesgando sus pies descalzos a cualquier lesión, pues están acostumbrados a jugar sin la comodidad de los tenis deportivos de alta tecnología y de importantes marcas. Veo tanta pasión en las jugadas de esos niños que me llegan a la memoria, algunos seleccionados que cuidan al máximo sus extremidades inferiores de porcelana y hacen del deporte una vergüenza nacional, recuerdo con precisión a quienes incluso, no acuden a los llamados de integrarse al equipo mexicano y llego a la conclusión de que tal vez, la solución a los problemas estructurales del país, estén en manos de nuestros hermanos indígenas, aquellos que ancestralmente pertenecen a estas tierras, aquellos hermanos nuestros que siendo los propietarios de los recursos naturales han sido discriminados en su propia casa, aquellos que simplemente son empleados para escarbar y poner en charola de oro sus riquezas para que sean llevados a incrementar el producto interno bruto de otros países; sin duda, nuestros indígenas están poniendo la muestra de lo que es sacar la casta por un país que en mucho, los ha olvidado; los niños Triqui constituyen más que un orgullo, una esperanza y una aspiración por retomar nuestra esencia como mexicanos; estos niños constituyen un reflejo de lo que nuestras raíces significan y del valor que se requiere para enaltecer el buen nombre de México. Ojalá que estos héroes infantiles se repliquen por millones y que vayan avanzando aunque sea descalzos, hasta convertirse en agentes de cambio, hasta que se consoliden en la siguiente generación de tomadores de decisiones, en aquellos políticos de concepciones estatistas de avanzada, que motiven la distribución de la riqueza entre los mexicanos y no entre los extranjeros que nos venden espejitos mientras saquean las riquezas del pueblo. Creo que después de este sexenio, la población madurará políticamente más y, tendremos que voltear a nuevas alternativas de conducción nacional, más genuinas aunque no estén bonitas, más inteligentes y más orientadas a generar el progreso colectivo, de lo contrario, la inconformidad social podría desbordarse y afectar a los mismos intereses de aquellos que placenteramente han encontrado un paraíso libre de impuestos, con la posibilidad de destruir el ambiente y salir impunes, lleno de autoridades complacientes y serviles que regalan lo que podría convertirnos como un país del primer mundo, con un marco jurídico a modo para el saqueo y la explotación de la clase obrera, con una población valiente pero distraída por el clero y la televisión, pero con niños que elevan la bandera de México con orgullo, niños descalzos con sus pies morenos y un corazón de acero; a estos últimos mi reconocimiento y mi aprecio por darnos una nueva esperanza de cambio. Ojalá. ■

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*Representante de Zacatecas ante el
Consejo Consultivo Nacional de Medio Ambiente de la Semarnat

[email protected]

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