México tiene más de 60 por ciento de su población en estado de pobreza, y de esta misma, 24 por ciento está por debajo de la línea de ingreso suficiente para comprar la canasta alimentaria. La caída del poder adquisitivo del salario en 30 años llega a ser mayor a 80 por ciento. Por tanto, la precariedad del pueblo de México es tal que es realmente escandaloso que su clase política tenga vida de jeque arábigo.
Ser político en el poder en México es signo no sólo de una separación social, sino que ya es una clase económica diferente. El hecho de que el concepto de ‘Clase política’ pase a denominar una clasificación económica, debería preocuparnos a todos, porque no son la del Capital, sino es el enriquecimiento por la extracción del recurso público.
En el siglo 11 se vio nacer a comerciantes que se hacían ricos por los intercambios entre feudos y revitalizaron los burgos, las ciudades, y de esta forma nació la burguesía. Luego vino la ganancia en los procesos de producción, pero en el caso de esta nueva clase, no es así: no nace por motivos de un proceso económico, sino por la succión directa de la riqueza de los ciudadanos.
Son una verdadera parasitocracia: parasitan las haciendas nacionales. Y no sólo en ámbitos del aparato gubernamental, también los órganos autónomos y hasta en las universidades se observa dicha conducta abusiva (las primas de antigüedad de la burocracia universitaria de Zacatecas, llegan a los 240 mil pesos).
Si bien la corrupción es endémica en México, la abundancia de los recursos petroleros a partir del año 2000 y la voracidad de la burocracia panista, condujeron a una verdadera metástasis de este cáncer. Dos factores han operado como causa eficiente de este proceso de descomposición: la separación de la clase política del tejido social, que la metió en una dinámica de autismo-reproductivo; y los mecanismos autorreferenciales de asignación de recursos públicos, que permiten que los diputados se asignen a sí mismos sus ingresos, que siempre lo hagan a la alza y muy por encima de los ritmos a los que crece el salario medio del país.
Y como los legisladores pasan a ser funcionarios, la situación pasa a ser extensiva a toda la alta burocracia. También debemos mencionar una sociedad dormida, poco movilizada, sin autonomía y con miedo permanente. Es como la acumulación originaria de capital, pero en actos de rapiña legal que se institucionaliza.
En momentos en que se discute el Presupuesto de Egresos del estado para el año 2014, los zacatecanos deben elevar su voz para exigir una disminución drástica de las partidas destinadas a financiar legalmente esos ingresos abusivos de los “servidores públicos”, y la elaboración de leyes no sólo de salarios máximos sino de ingresos máximos, que incluya todas las elevadas prestaciones.
