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jueves, 28 marzo, 2024
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Yo sí tengo interés en el tema ambiental y soy ciudadano

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Por: ÁLVARO GARCÍA HERNÁNDEZ •

Principio 3

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El derecho al desarrollo debe ejercerse en forma tal
que responda equitativamente a las necesidades de
desarrollo y ambientales de las generaciones presentes y futuras.

Declaración de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo de 1992

Mucho hemos insistido en la necesidad de que las autoridades federales, estatales y municipales, refuercen sus estrategias de fortalecimiento de las capacidades ciudadanas para incidir en las políticas públicas ambientales, sin embargo, el camino se antoja todavía muy largo; la razón se me otorga cuando veo en primera plana de la edición de La Jornada del día 4 de diciembre, las declaraciones de José Antonio Martínez Zaragoza, delegado federal de la Profepa, quien señala que ni siquiera 1 por ciento de la población mexicana considera que el factor ecológico y de medio ambiente sea fundamental para la sobrevivencia de las personas y para el desarrollo de una sociedad y, tal afirmación se equipara con el interés que revisten los temas en comento, por ejemplo, en países de Europa del Este, Asia (lo dudo), Estados Unidos (una de las primera economías mundiales) y Canadá (el lugar del mundo en el que más agua existe), donde el porcentaje de empatía es de 60 por ciento. Sin duda, aquí estamos ante la presencia de sociedades desiguales y, México con más de 60 millones de pobres y con problemas centrales como la inseguridad, la corrupción, el analfabetismo, la migración (que algunos ven como un lucro) y la marginación, generan el desvío de la atención de la población que, primero, debe ver cubiertas sus necesidades humanas básicas. Quiero recordarle a las autoridades federales Julio Nava de la Riva (delegado federal de Semarnat), Luis Gerardo Reyes Rodríguez (delegado federal de la Conafor) y al delegado de la Profepa, lo que reza el Principio 5 de la Declaración de Río de Janeiro de Junio de 1992: “…Todos los Estados y todas las personas deberán cooperar en la tarea esencial de erradicar la pobreza como requisito indispensable del desarrollo sostenible, a fin de reducir las disparidades en los niveles de vida y responder mejor a las necesidades de la mayoría de los pueblos del mundo…” en este sentido, no nos debe extrañar que a las y los mexicanos, nos interese más comer, estar seguros y a salvo con nuestros derechos, propiedades y familias, que proteger el ambiente. Estoy convencido de que es el Estado quien nos ha fallado en las estrategias para avanzar en la disminución de la brecha entre ricos y pobres, pero aún, la tendencia reformista del sexenio, parece ser la ampliación de tal brecha a su máxima expresión, vulnerando aún más a la sociedad mexicana que ya no ve la suya desde el punto de vista ambiental, económico, político y social. Quiero recordarle a los señores funcionarios del sector ambiental, que además, el artículo 25 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, designa al Estado como el rector del desarrollo nacional para garantizar que este sea integral y sustentable, por lo tanto, lo que falla es dicha rectoría, no somos los ciudadanos los que carecemos de interés, son las autoridades las que no han generado el tan anhelado desarrollo sustentable como derecho humano fundamental; es la corrupción histórica y arraigada la que no nos permite avanzar en la satisfacción de las necesidades de las generaciones presentes, menos aún, de las generaciones futuras, por lo tanto, es urgente una estrategia nacional de progreso efectivo para los mexicanos o mejor aún, establecer un Indice Nacional Bruto de Felicidad que ya propone la Organización de las Naciones Unidas, en donde más allá de programas de reforestación, se generen las condiciones idóneas para transitar hacia la sostenibilidad ambiental; creo que sólo de esta manera, habremos de voltear en colectivo a proteger el ambiente; la cultura ecológica no va a ser posible en un pueblo que tiene hambre, en una sociedad insegura, en una comunidad marginada porque obviamente los intereses serán distintos, por ello, los ejidatarios malbaratan el usufructo de sus tierras, por ello, los trabajadores aguantan jornadas extenuantes de trabajo a cambio de salarios raquíticos, distrayendo su atención en las necesidades primarias como comer, vestirse, educarse y estar seguros. En este contexto, no discuto lo dicho por los delegados federales, sin embargo, creo indispensable ver el problema en su exacta dimensión, de lo contrario, pareciera que los ciudadanos no estamos interesados en la problemática ambiental o en los impactos del cambio climático que ya nos afectan a todos. Ojalá que el interés genuino de nuestros funcionarios se traduzcan en políticas efectivas para construir ciudadanía ambiental, dar mayor apertura con proyectos y generar espacios de discusión que orienten una verdadera rectoría estatal que genere empleos, mejores salarios y mejores condiciones de vida para todos. ■

*Representante de Zacatecas ante el Consejo Consultivo Nacional de Medio Ambiente de la Semarnat [email protected]

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