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sábado, 20 abril, 2024
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Intermitente ausencia y el regreso de porfirio

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS VARGAS •

La Revolución Mexicana ocurrió, fundamentalmente, en el ámbito de la representación y la cultura: ideología nacionalista y los ideales de justicia social son los grandes aportes. Después de los 40, con la novela de la Revolución Mexicana llevada al cine, el muralismo y las consignas introyectadas en los libros de texto, de la educación, se generó una atmósfera cultural que exaltaba los valores de la nación mexicana que fueron dominantes en el terreno del imaginario; sin embargo, en el espacio de la realidad efectiva, ocurrió otra cosa. Ahí la revolución no ocurrió u ocurrió de manera muy limitada.

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Tomemos como caso el eje central de la lucha revolucionaria: la reforma agraria. Hasta 1910, menos de 1 por ciento de la población tenía en su poder 97 por ciento de la tierra. Pero desde 1917 hasta el inicio del gobierno de Cárdenas (1934) se habían repartido sólo 11 millones de hectáreas. Fue notoria la oposición de los sonorenses Obregón y Calles al reparto por su visión a favor del minifundio moderno y productivo.

Y a través del constitucionalismo (triunfador de la guerra) se colaron y mantuvieron muchos de los terratenientes y oligarquías locales, que conservaron sus privilegios. Además, es muy claro que quienes tenían el genuino interés del reparto agrario extenso, los zapatistas y villistas, resultaron derrotados después de 1915.

El gobierno de Lázaro Cárdenas logró una repartición mayor a 20 millones de hectáreas y después de ese gobierno, todos los demás detuvieron el reparto. En Zacatecas es de hacer notar, que en el periodo de Avila Camacho, gobernó el estado un antiguo villista (Pánfilo Natera) quien también detuvo el reparto y se alió a la rancia oligarquía zacatecana, que recuperó mucho de su poder.

En los subsiguientes gobiernos fue casi nula la distribución de tierra, y además, no se crearon políticas para apoyar a los grupos de campesinos beneficiados para hacer productiva la propiedad ejidal; el resultado fue una propiedad campesina improductiva que, paradójicamente, se convirtió en el argumento central para que en 1992 el gobierno de Salinas destruyera el Ejido con la modificación del artículo 27 constitucional.

Entonces, ¿realmente ocurrió una revolución en México? La respuesta es, ocurrió una revolución intermitente. Aquella teoría de la revolución permanente, que afirmaba que ésta continuaba por las vías institucionales, es sólo bodrio de ideología oficial que nada tiene de real.

La revolución estalló contra quienes se adueñaban de la riqueza de la nación, y en este movimiento se reivindicó una clase obrera emergente que logró que la Constitución asumiera los derechos sociales, que ahora están en retroceso con una reforma laboral que ha dejado en la indefensión a una clase trabajadora derrotada y subordinada a un Capital ganador de la batalla por la hegemonía del país. Porfirio Díaz y Limantour nunca murieron del todo, sólo vivieron con bajo perfil, y ahora han vuelto al poder con muchos nombres y colores partidarios que pactan su feliz regreso.

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