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jueves, 18 abril, 2024
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El lama: la ética de la compresión versus la ética de la apropiación

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS VARGAS •

El Dalai Lama viene de una experiencia traumática originada en la peor práctica totalitaria del gobierno chino, cuando invadió la tapa del mundo (Tibet) e impuso una forma de gobierno desde fuera y desde arriba. En el Tibet el gobierno se ejercía desde el lamasterio, donde una multitud de monjes budistas se forman en la práctica de la compasión. Recordemos que en el Tibet anidó una religión originada en la India: el budismo, que se mezcló con las prácticas religiosas ancestrales y locales.

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El budismo es una muestra ejemplar de la tolerancia porque es una religión que no sólo no afirma la existencia de un Dios personal, aunque tampoco la niega; (no es una religión atea, como lo afirmó Juan Pablo II, y por lo cual el actual Dalai lo corrigió), es una religión que guarda silencio en estos temas; pero también se trata de una amable religión sin dogmas. No por nada es la que menos experiencias de sangre tiene en su haber. Sin embargo, tiene pilares fuertes en la construcción de su visión ética, una de ellas es la llamada ‘Compasión’, que es un ejercicio de caer en la cuenta que no hay identidades absolutas (el ‘yo’ es una ilusión), sino que todo lo que existe es producto de la combinación de todo lo que va pereciendo, y el hombre no es una excepción en el caso. Por tanto, el hombre no puede auto-predicarse como ser superior al resto del cosmos. Luego entonces, es parte de todo lo que hay, y la actitud verdadera es la identificación con todas las criaturas. El origen del mal es la ilusión que lo hace sentirse dueño de la creación.

Cuando el cristianismo (matriz cultural de occidente, que dota de los valores centrales a este proyecto civilizatorio) inicia la superación de aquel dogma que lo hacía especialmente intolerante, la idea de que “fuera de la iglesia no hay salvación”; cuando se supera la idea de que la salvación era una cosa exclusiva de una religión y de una iglesia dentro de ésta, se inicia el llamado diálogo interreligioso.

Y los primeros diálogos más fructíferos ocurren precisamente con el budismo. A la fecha, hay una multitud de sacerdotes católicos que coexisten con el budismo como práctica ascética y de conocimiento. En suma, la contribución del budismo (que son las prédicas del Dalai) a una ética mundial, son enormes y muy importantes; dos las principales: la ética de la compresión y la de la compasión.

Comprender es lo que en realidad somos, y abandonar todas esas ilusiones que producen tanto mal, como la idea de propiedad, posesión y afirmación absoluta del ‘yo’. Y de la compasión, como la práctica de respeto a todas las criaturas del cosmos, que coexisten con nosotros con los mismos e idénticos derechos (el hombre no es algo superior al resto). Esto se traduce en la tolerancia y en un modo de vida no-posesivo. Ahora mismo, cuando el capitalismo ha depredado el planeta, es un momento de meditar y promover políticas desde la comprensión y la compasión; y no desde la ansiosa apropiación.

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