México, DF. El incremento del crimen organizado en la región se ha convertido en una amenaza a la estabilidad y la calidad de las democracias de América Latina. La criminalidad evidencia la vulnerabilidad institucional y la incapacidad del Estado para mitigarla pues hay un desafío no sólo por la presencia armada, sino por su dimensión económica, sostuvo Paulina Duarte, directora del Departamento de Seguridad de la Organización de Estados Americanos.
Durante la mesa “Estado y Seguridad en los procesos de Consolidación Democrática” del IV Foro sobre la Democracia Latinoamericana, el subsecretario de Prevención de la Secretaría de Gobernación, Roberto Campa, dijo que se ha enfrentado una crisis de seguridad pues sus instituciones fueron diseñadas para otra realidad en la que el crimen organizado no tenía tanta presencia, si bien dijo que la pérdida de control de algunas instituciones, no ha sido exclusivo de México.
Campa destacó que en el centro de la violencia en el país están los jóvenes, pues la operación de las bandas del crimen organizado requieren de gente para todas sus etapas. Por ello, dijo, en la actualidad, el homicidio es la principal causa de muerte entre ese sector, a pesar de que, según las cifras que dio, México dista de ser el país más violento de América Latina.
Por su parte, el ex juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Sergio García Ramírez, reconoció el auge de las organizaciones criminales que ha modificado sustancialmente la relación entre Estado y delincuentes, que antes huía, después lo confrontó y ahora pretende cooptarlo. Hay un crimen organizado que domina algunos territorios cuando asume atribuciones de autoridad fiscal y policial, cuando infunde temor.
En ciertas zonas la violencia las ha convertido en un verdadero camposanto, “sin que esta siembra de cadáveres hubiera generado las condiciones de paz que hubiéramos deseado”.
