Con la agenda política repleta, a casi una semana del primer informe de Peña Nieto, a 12 días del primero del Rector de la UAZ y a 13 del tercero de Miguel Alonso, cobran relevancia para la convivencia civilizada asuntos de primer orden como la demagogia que en su origen sólo indicaba la forma o el arte de conducir o guiar al pueblo. En la actualidad las formas concretas de hacerlo varían, de acuerdo al momento y condiciones. No es lo mismo si se anda en campaña que después, cuando ya se capturó el poder y se ejerce hasta en contra del dictado de la Constitución, si la autoridad electa la considera obstáculo para ejercer su imperio. Que en campaña haya dicho otra cosa y ahora se contradiga, no importa porque con su máxima autoridad controla “vidas y haciendas” y el camino de la justicia democrática esperará tres o seis años o más para cobrársela o sucederá lo usual, participar en un nuevo evento de simulación democrática que mediante elecciones hace creer al elector, que vota, que su voto vale y al hacerlo nombra a la autoridad que ¡ahora sí! gobernará de acuerdo a sus necesidades y deseos, las y los del electo, por supuesto, no según las y los de los electores. En política no vale hablar de equívoco, ni engaño, ¿acaso no depositó Usted su voto o sus votos en la urna igual que todos los demás? Antes de solicitar confirmarlo, busque, encuentre y lea, la respuesta al cuestionamiento y requerimiento hecho por la revista Proceso, no en contra del cuestionado triunfo electoral presidencial del célebre autor de la frase: “Haiga sido, como haiga sido.” Sino tan sólo a favor de revisar todas las boletas electorales utilizadas en aquella elección. Pretensión de luz democrática que siete años después, “por democracia”, se negó “examinar todas las papeletas de aquella votación porque sería excepcionalmente difícil para el Estado atender tal petición de manera que sea logísticamente viable y proteja la confidencialidad de los comicios.” Colofón: “Lo caído, caído”, aquello fue a favor de la Nación y no le busquen ruido al chicharrón. Ahora, lea los discursos de campaña de Peña Nieto, en ninguno aparece, que vaya a vender Pemex. Sin embargo, los voraces financieros del Pacto por México, tienen calculada la debilidad de la protesta tanto para defender el petróleo, recurso del patrimonio nacional, como para hacer dar marcha atrás a su privatización, “sin privatizarlo”. En forma llana, la dádiva y la aplanadora de Televisa y TV Azteca aplastan y enajenan en forma masiva cualquier oposición, apaciguan los ánimos y los regresa al cauce de la normal gobernabilidad autoritaria, dentro de los límites que la demagogia comunicacional permite.
¿Cuántos días pueden durar las movilizaciones de la CNTE sin represión institucional? Basta que le den luz verde a Chuayfet y listo: Profesor que no regrese al aula, causa baja en el sistema. ¿Será autoritarismo? No, para nada, es simple y sencilla demagogia como forma democrática de gobernar y conducir la cosa pública, la res pública, la República. Por ello, casi al inicio del gobierno de Peña Nieto se aprobó la reforma laboral. ¿Quiere incorporarse a trabajar? Ajústese a la precariedad ¿Quiere conservar su trabajo? Igual, ajústese a la precariedad. Si su protesta está justificada, hágalo dentro de los márgenes de la precariedad. Fuera de ella, perderá todo; hasta el derecho a una precaria indemnización. Demagogia y democracia, unidas, son un dispositivo de gobierno institucional insuperable por el silencio, la penumbra y el dolor con que el Estado controla la protesta y la oposición a través de un gobierno que impone la privatización de lo público, sea educación o petróleo, sin chistar. Chistar, tiene un costo, quedar fuera del cauce de gobierno trazado por el gran capital trasnacional y nacional, e impuesto, primero por el Pacto por México y ahora por Peña Nieto, su principal gestor. ¿Aquí cabe agregar a los gobernadores y a cualquier nivel de gobierno, constituido con legalidad?
Miguel Concha, en su artículo para La Jornada nacional, informa de “un ejercicio libre e informado de consulta a la ciudadanía sobre dos reformas estratégicas que el Congreso debatirá en su próximo periodo ordinario de sesiones: la fiscal y la energética”; prevé “un fuerte debate, que no debiera soslayar, minusvalorar o desechar la opinión ciudadana.” Sus razones: Los tiempos actuales demandan una nueva forma de gobernar, bajo una relación horizontal y de respeto entre los partidos políticos y la sociedad civil, con una actitud responsable y transparente que considere la opinión y perspectiva de la población sobre las decisiones estratégicas que la afectan. Respecto a esto, ¿cuál será la decisión, la suya, la mía? ¿Serán respetadas? ¿Y cuál cree usted que es la decisión de Peña Nieto? ¿Será respetada? Puede no ser respetada y será impuesta: es la decisión. En principio, demagogia es guiar al pueblo, ¿con democracia?
