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martes, 23 abril, 2024
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Definir bien el problema del consumo de la droga lleva a despenalizarla

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Por: REDACCIÓN •

El mundo está reconsiderando el tema de la penalización de la producción, circulación y consumo de drogas. Las últimas experiencias has sido en Washington y Colorado, en Estados Unidos; en Uruguay con su novedosa propuesta de despenalizar la droga pero no liberalizarla, y por tanto todo el proceso de producción y venta corre a cargo del Estado; y ahora el Distrito Federal en México, que inicia el debate público sobre el asunto. El hecho de abrir el debate es un gran avance, que nos permitirá evaluar los resultados de la política de penalización y guerra contra la libre distribución de las drogas que inicia en la década de los 50 en Estados Unidos. ¿Qué resultados ha dado esa política? ¿Los supuestos sobre los que se basa son ciertos o falsos? ¿Cuáles son las medidas más prudentes (sabiduría práctica) que los Estados latinoamericanos y, especialmente México deben implementar? Evaluemos brevemente…

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El alcohol es una droga y su adicción es profundamente destructiva. Pero no toda persona que consume alcohol, en alguna de sus presentaciones, es un adicto. El argumento para imponer la carga criminal a las drogas es el siguiente: se debe evitar el tráfico o circulación de esas sustancias para evitar su consumo. Y sobre esta premisa se levanta toda la estrategia de prohibición. Sin embargo, esta relación causal entre distribución y consumo es inexistente. La prohibición no ha cambiado el escenario del consumo. Por una razón muy simple: para evitar el consumo no es importante que circule o deje de circular, sino que se requiere ir a sus verdaderas causas. Y las causas no son razones de mercado, sino razones de la vida social y psicológica de las personas. Justo por ello, la estrategia contra la venta no sólo no ha disminuido el consumo, sino que ha creado un segundo problema aún más grave que este último: la reproducción de bandas criminales que cada vez son más violentas e inyectoras de corrupción. La penalización trajo consigo un gasto enorme en políticas policiacas y con ello, la disminución de recursos para atender las causas reales del consumo; y además, trajo consigo un elevado e histórico escalamiento de la violencia. La relación entre prohibición y aumento de la violencia es evidente. En suma, la estrategia contra la venta de las drogas ha creado un segundo problema más grande que el que inicialmente se disponía a combatir.

Como los países que hace tiempo han cambiado sus políticas de drogas, en las que ven al consumidor como paciente y no como criminal han tenido resultados muy positivos; como es el caso de Suiza, Reino Unido y Países Bajos. Es decir, han sabido definir el tema como un problema de salud pública, y no como un problema policiaco. Saber definir un problema es la clave para resolverlo. En conclusión, la despenalización de las drogas trae dos ventajas muy claras: libera recursos para atender las verdaderas causas del consumo; y afecta una de tantas fuentes de financiamiento de las bandas criminales. Y de eso estamos urgidos.

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