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viernes, 29 marzo, 2024
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Alimentación en México

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Por: LUCÍA DE LEÓN •

La crisis de los precios en alimentos colocó el tema de la seguridad alimentaria en la agenda política internacional y nacional. El proceso evidenció problemas en los mercados y la necesidad de implementar medidas que protegieran los intereses comunes, así en el año 2011, el derecho a la alimentación se eleva a rango constitucional (artículo 4º) en nuestro país, dando una nueva perspectiva política que permite posicionar el tema de la Seguridad Alimentaria al frente de las políticas nacionales.

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En el contexto global distintos fenómenos como el cambio climático, el precio del petróleo, el funcionamiento de los mercados y los precios internacionales, así como las previsiones de oferta y demanda incidían en el abasto de alimentos. En este contexto el gobierno se plantea la necesidad de crear políticas de seguridad alimentaria que garanticen un abasto sustentable.

La situación de la seguridad alimentaria y nutricional en México, entendiendo que “existe seguridad alimentaria cuando todas las personas tienen en todo momento acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias en cuanto a los alimentos a fin de llevar una vida activa y sana” ha presentado un panorama complejo y de contrastes como se afirma en el resumen del Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional en México 2012.

Por una parte, mientras la disponibilidad de alimentos es más que suficiente para cubrir las necesidades de la población (se consumen en promedio por persona 3,145 Kcal mientras el requerimiento es de 2,362 Kcal según FAO, 2012), la cuarta parte de los mexicanos tiene acceso deficiente a ella.

La desnutrición infantil ha disminuido entre 1988 y 2012, sin embargo, casi 14 de cada 100 pre-escolares tienen baja talla para la edad, indicador de desnutrición crónica, lo que representa casi 1.5 millones de menores de cinco años. En población indígena la prevalencia es de más del doble: 33.1 por ciento. Adicionalmente el sobrepeso y obesidad en niños se ha convertido en un problema de salud pública.

Es importante emprender una campaña no sólo de seguridad alimentaria sino de información nutricional. En algunos casos hay que educar para prevenir obesidad y dar continuidad a los programas que prohíben la venta de comida chatarra en las escuelas. En otros casos enseñar mejores prácticas de nutrición para optimizar los recursos alimentarios al alcance de las distintas familias en condiciones vulnerables.

El retraso del crecimiento de niños menores de 5 años por carencia de alimentos les atrapa en un ciclo de pobreza y desnutrición. Sin embargo, si se interviene durante el periodo fundamental de los mil primeros días –durante el embarazo de la madre y antes del segundo cumpleaños del niño- se puede reducir su incidencia.

En distintas aldeas, con índices alarmantes de desnutrición, se han implementado estrategias de educación y orientación que han ayudado a superar el rezago. En países como Haití, donde el 22 por ciento de sus niños menores de 59 meses sufrían desnutrición crónica, se han recuperado con remedios simples y asequibles. Igualmente en Uganda, Unicef ha implementado soluciones caseras para abordar la desnutrición.

El tema de la seguridad alimentaria es un tema prioritario que debe afrontarse con creatividad y de manera integral. Las estadísticas muestran claramente los focos donde es necesario intervenir. Alcanzar la autonomía en la producción de alimentos (pues la contribución externa de varios productos estratégicos como el arroz, maíz amarillo, trigo y soya, supera a la nacional), o apoyar a los productores de todo el país (el 50 por ciento de la producción agrícola y de alimentos de origen animal se concentra en 7 entidades federativ
as).
El compromiso es adoptar medidas para fortalecer la productividad, y sostenibilidad del sistema alimentario y agrícola, fortalecer el sistema de investigación y dar especial atención a los pequeños productores (agricultura familiar de subsistencia y economía campesina), en particular las mujeres y los jóvenes, para así atender desde el lado de la oferta y la demanda la seguridad alimentaria de los grupos vulnerables; estos lineamientos, deben pasar del documento al ejercicio efectivo en el desempeño nacional, estatal y municipal. ■

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