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jueves, 28 marzo, 2024
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De la necesidad de definición

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Por: LUCÍA MEDINA SUÁREZ DEL REAL •

Sucedió hace unos días, una sobrina lejana comentó en un grupo de Facebook su preocupación por una perrita que encontró refugiándose de la lluvia. Las prisas le impidieron llevarla a casa en esa ocasión, la buscó sin suerte un par de veces más, hasta que volvió a verla acompañando a su dueña, que en palabras de mi sobrina era “una señora muy muy pobre y muy necia” pues no permitió que su mascota fuera llevada al veterinario a pesar de que tenía sarna. La muchacha prometió en la red social buscar un veterinario que hablara con la señora de los cuidados adecuados del perro, lo que le valió felicitaciones y expresiones de apoyo. De la “señora muy muy pobre” nadie se acordó.

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En Facebook también, un par de días después el doctor en Antropología Juan Soto Ramírez criticaba la marcha contra el llamado “matagatos”, y la calificaba como una puntada más de lo que él llama la “generación Disney”, la que luego de crecer viendo animales con ropa (Mickey Mouse, o el Pato Donald por ejemplo) los confunde con personas. Ya entrada en el tema, leí también burlas a los activistas que defienden el bienestar animal, pero condenan a muerte a las ratas y arañas si coinciden en una habitación. Otros más cuestionaban el movimiento anti taurino como incongruente por no ir, al menos con la misma intensidad, contra circos y charreadas donde también maltratan animales (aunque no al extremo de la muerte).

Vivimos una tendencia pro-animal a veces salpicada con misantropía donde incluso algunos consideran que la bondad o la calidad humana es proporcional al trato hacia los animales. Ignoran quizá, el amor que Hitler tenía por los perros, o el cuidado que sanguinarios hombres de armas han tenido por sus caballos.

Fuera de ese debate ¿cómo alguien con la sensibilidad y capacidad para sentir compasión por seres de otra especie puede ser los más necrófilos festejadores de la muerte de otro ser humano, por ejemplo un torero? ¿Por qué invierten dinero y esfuerzo (¡y qué bueno!) en los animales y sin embargo no hacen ni la mitad de eso por gente en situación de calle?

Hasta ahora mi única hipótesis es la desconfianza a los seres humanos. A nadie le gusta ser engañado, y ante aquél que nos pide una moneda viene la desconfianza y los cuestionamientos para comprobar que de verdad necesite completar un pasaje, una medicina para un familiar o hasta un ataúd. Los animales en cambio no engañan, si en todo caso llegaran a hacer daño, será su instinto la razón. No lo digo yo, esa parece ser la creencia colectiva.

Dicha desconfianza y ese miedo a equivocarse es hasta ahora, mi única explicación para entender a los que estando informados se niegan a participar, a comprometerse, a afiliarse a uno u otro partido, movimiento y organización, el que mejor les parezca, el que les convenza, el que los represente.

Sólo así podría entender a los que juzgan desde su pasividad, los que con nada se ensucian y con nada se manchan, justamente porque nada hacen. A esos a los que Desmond Tutu, el premio Nobel de la Paz 1984, les aniquila toda autoridad moral con su sentencia: “Si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor.”

Tutu eligió lado, luchó contra el Apartheid en Sudáfrica igual que Nelson Mandela, de quien recién se festejó su cumpleaños 95 la semana pasada. Hace cinco, cuando cumplió noventa, la celebración fue mayor, en un evento conducido por Will Smith le cantaron Annie Lennox y Simple Minds; entre el público estuvieron el príncipe Guillermo y su ahora esposa Kate Middleton. Ese 18 de julio de 2008 debe ser inolvidable para Madiba, Londres lo homenajea, y Estados Unidos, por fin, lo saca de su lista de terroristas. Luego de 27 años de cárcel y de ser calificado como criminal, la historia puso en su lugar a Nelson Mandela.

Este viernes 26 de julio se cumplen 60 años del asalto al Cuartel Moncada con el que inicia la Revolución Cubana. En el juicio por dicho asalto, Fidel Castro pronunció en su defensa un magistral discurso en el que luego de hacer un recuento de la situación en Cuba en aquel año 1953 concluyó: “Condenadme, no importa. La historia me absolverá. Y lo hizo.

Para quienes militamos en la izquierda el regreso del PRI significa alistarse para numerosas luchas. Unas las hemos perdido en sus batallas iniciales, la de la venta de litorales, por ejemplo. Se acerca una de las más grandes: la privatización de la renta petrolera y consecuentemente el aumento de impuestos. En el esfuerzo por evitarlo estaremos. A quien nos acompañe todo mi afecto, a quien esté del otro lado todo mi respeto. A los que permanezcan neutrales las palabras de Tutu y mi conmiseración, ¿qué les dirán a sus hijos cuando les cuenten de historia? ■

Twitter: @luciamedinas

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