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miércoles, 17 abril, 2024
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La privatizacion de pemex, botin de guerra

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Por: SAÚL MONREAL ÁVILA •

Se está llevando a cabo en el Congreso de la Unión una de las discusiones más acaloradas, por lo delicado y por el nivel de impacto que representa para los mexicanos en los tiempos modernos la denominada Reforma Energética, reforma impulsada por Enrique Peña Nieto y que tiene dedicatoria directa a Pemex, conteniendo la versión oficial una serie de implicaciones que poco han comentado e informado los medios de comunicación masivos nacionales, en los que vemos, leemos o escuchamos solamente las bondades de ésta y los argumentos a su favor que desde las oficinas de Comunicación Social de Gobierno federal se empeñan en que aceptemos los mexicanos sin más trámite.

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De entrada, la importancia del tema esta mas allá de toda duda, Pemex aporta más de la tercera parte de todos los ingresos tributarios de Gobierno federal, para dimensionar con mas precisión, la paraestatal invierte más del doble que lo que destina la empresa mexicana más grande (América Móvil de Carlos Slim) a la Bolsa Mexicana de Valores (BMV), en otro comparativo, según datos de esta empresa, Pemex invierte más que lo que hacen todas las empresas mexicanas juntas, listadas en el Indice de Precios y Cotizaciones de la BMV, con más de 23 mil millones de dólares anuales, es decir, es la empresa más grande de nuestro país.

Aún hay más, desde 2008, Pemex ocupa el cuarto lugar como mayor productor mundial de crudo, debajo solamente de Saudi Aramco, la iraní Nioc y Petróleos de Venezuela, además de ser la 13 empresa más grande del mundo, con ingresos superiores a los 125 mil 300 millones de dólares anuales, solamente por debajo de Exxon Mobil, Wal Mart, Chevron, Conoco Phillips, General Motors, Petrobras, General Electric, Berkshire Hathaway, Fannie Mae, Ford Motors, Hewlett-Packard y AT&T, lo que se suma a ser una de las empresas petroleras con los costos de exploración y producción más competitivos de la industria a nivel global. Por ejemplo, los costos de producción de Pemex se ubicaron en alrededor de 6.12 dólares por barril por abajo de Total (6.57 dólares), Statoil (7.19), Exxon (9.45), Conoco (9.70), British Petroleum (10.08), Eni (10.86), Shell (11.0), Petrobras (12.89) y Chevron (13.98 dólares por barril).

Ante esto, la pregunta es, ¿qué quiere el régimen priísta actual de Pemex? Evidentemente esta empresa ha despertado el apetito financiero de muchos que hacen lo posible para llevarse una sustanciosa tajada de los enormes recursos que genera, es decir, sólo quieren dinero, de una empresa que aunque necesita adecuaciones, es de todos los mexicanos y es el motor para el desarrollo de México, la motivación del PRI gobierno de Peña Nieto para impulsar esta reforma es el vulgar dinero, de lo que se podrían beneficiar conjuntamente con sus socios mexicanos y extranjeros.

Es importante distinguir que frente a juegos de semántica, las palabras que se están utilizando como “Abrir Pemex a la inversión” significan lo mismo que “Privatización”, ya que esta apertura a la inversión se realizaría a través de concesiones, evidentemente mientras esté vigente una concesión esta está generando ingresos para particulares, como lo son la radiodifusión, las minas, el transporte y otros sectores, que han servido para crear fortunas privadas enormes, y aunque teóricamente un sector económico sea propiedad del estado, en la práctica, bajo la figura jurídica de la “concesión” quien obtiene los beneficios es un particular, así han obtenido sus fortunas Carlos Slim, (Telmex) Alberto Bailleres (Peñoles) y muchas otras más, lo que ha propiciado una gran desigualdad, así, no podemos aceptar una reforma en los términos que plantea este régimen.

Por estas razones, hemos estado insistiendo en que no debemos de privatizar Pemex, entre otras paraestatales, sino que debemos de fortalecerla, que es lo que las bancadas de la izquierda vienen proponiendo en el Congreso federal y en el Senado, es indispensable ampliar la exploración de nuevos yacimientos, la construcción de nuevas refinerías para dejar de importar gasolina y aumentar exportación de refinados y petroquímicos; utilizar el gas del Golfo de México para dejar de importarlo; ampliar el presupuesto para investigación y tecnología y bajar el precio del gas doméstico para beneficiar a las familias; la construcción de una política energética integral que abarque petróleo, gas, electricidad, energías alternativas y otros energéticos, combatiendo todas las formas de corrupción y saqueo que se dan en torno al petróleo eliminando el gasto oneroso de la alta burocracia directiva de Pemex; cortando la transferencia financiera al sindicato petrolero para gastos políticos; cancelando los contratos con compañías extranjeras que tienen sobreprecios; incorporando estrategias sustentables y ecológicas, y estableciendo una aportación tributaria fija al erario, entre otras estrategias que necesita la paraestatal.

Pemex es por su misma naturaleza estratégico para fincar las posibilidades del desarrollo de nuestro país, y no podemos permitir que se segmente para concesionarlo en beneficio de unos pocos, en aras de la “Modernización” o bajo el estandarte neoliberal de que “el mundo ya cambio”. Pemexno es un botín de guerra para este régimen priísta de Enrique Peña Nieto, y sus beneficios deben de alcanzar a todos los mexicanos, no a reducidos grupos de poder o de elite.

Para un México más próspero, más justo, los mexicanos necesitamos contar con una entidad energética que permita que llegue combustible a los campesinos a precios razonables, a los empresarios contar con combustibles baratos para sus actividades industriales, a los transportistas y en suma, que Pemex no se transforme en un botín de guerra más, sino que sea factor para un mejor futuro para los mexicanos. ■

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