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viernes, 19 abril, 2024
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La decadencia de los procesos electorales

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Por: JORGE HUMBERTO ARELLANO •

Reconocido por el instituto organizador y calificador, y publicado por la prensa local en sus notas del lunes 8 de julio del año en curso, el proceso electoral 2013 marca una baja evidente con respecto a los comicios del pasado 2010, en cuanto a la participación ciudadana para elegir diputados locales y presidentes municipales en el estado. Como ejemplo se destaca, según datos del Instituto Electoral del Estado de Zacatecas (IEEZ), que la capital de la entidad fue donde más prevaleció el abstencionismo, pasando del 61.10 al 47.43 por ciento del padrón total de electores que se presentaron a las urnas; cifra a la que hay que restar los votos nulos.
Si se consideran los votos nulos, se encuentra que 28 mil 770 electores decidieron cruzar sus papeletas sin beneficiar a ninguna de las fórmulas posibles en cuanto a la elección de diputados locales se refiere, a nivel estado; mientras que en el primero y segundo distritos, en los que se encuentra ubicado el municipio de Zacatecas presentó 3252 casos de ciudadanos que mostraron su desconfianza hacia las ofertas a representantes populares para la próxima legislatura. Por otro lado, en la misma región municipal, 2 mil 274 individuos anularon su voto para elegir presidente, mientras que a nivel estatal 23 mil 218 electores no privilegiaron a ninguno de los partidos políticos y ciudadanos independientes contendientes. Los datos los arroja el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) del IEEZ, en su corte informativo de las diez horas con catorce minutos del lunes 8 de julio, con casi la totalidad de las casillas computadas.

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Los porcentajes no permiten mentir; de un total de 622 mil 793 votantes para las alcaldías del estado, el 3.73 por ciento mostró su descontento anulando su sufragio, mientras que por las diputaciones, de 633 mil 397 de los ciudadanos, el 4.54 por ciento mostró la descalificación de un proceso electoral que deja muchas dudas en cuanto a la propia legitimidad del ejercicio. La diferencia de votos entre las dos elecciones posibles, que resulta significativa, se podría explicar por la pérdida de las papeletas o por un mal conteo. Por más que se maquillen los resultados, un amplio sector de la sociedad zacatecana ya no cree en sus representantes populares, ni en la forma en que son electos. Decepción, molestia, escepticismo o posiblemente el castigo político que manifiesta un gran sector social del estado cuya tendencia crece en cada proceso electoral.

Aunque menospreciada principalmente por los medios de comunicación, aliados del sistema político mexicano, la inteligencia de los integrantes de la sociedad nacional se debate entre las imposibilidades de satisfacción de necesidades de diversa índole. Los zacatecanos no se quedan fuera del grupo de afectados por el alza de precios de los productos necesarios para sobrevivir. Los gasolinazos están a la orden del día; los artículos de la canasta básica se encarecen continuamente y el salario mínimo apenas si obtiene incrementos de algunos insignificantes centavos. Más allá de las inclemencias climatológicas, tanto la directora del IEEZ como los medios de comunicación, deberían fijar su atención y sus declaraciones en las condiciones de injusticia social que se vive en el país. Bajo el argumento que el acceso al primer mundo sólo se garantiza siguiendo las indicaciones de un sistema político-económico impuesto desde los Organismos Económicos Internacionales, se ha olvidado el carácter humano de los gobernados por un sistema que no ofrece salidas posibles más allá de la competencia desleal en la que siempre ganarán los que más tienen.

Por otro lado las exigencias de un gobierno respetuoso, por parte de los individuos que conforman el municipio o el estado, muchas de las veces se ha visto defraudada por la proliferación de los intereses particulares que manifiestan los servidores públicos. Los recientes casos de enriquecimiento ilícito de los gobernadores de varios estados, denunciados puntualmente por los medios informativos fidedignos, ha generado un estado de escepticismo entre la ciudadanía de todos las regiones del país. ¿Para qué votar si siempre son los mismos y actúan como quieren en contra del interés social? La pregunta es generalizada y se repite desde la más meridional de las entidades federativas, hasta las que se ubican en la frontera norte.

La falta de credibilidad se exacerba desde la postura que manifiestan los árbitros de las contiendas. La manifestación popular no cree en la solución que se da a muchos casos, en las decisiones carentes de certeza tomadas por los tribunales electorales e inclusive la Suprema Corte de Justicia de la Nación. No hay confianza en los fallos emitidos por las instituciones que definen las disputas electorales. Posiblemente las contiendas comiciales, más allá de representar un evento de certidumbre justificada por la transparencia, constituyan un espectáculo en el que, al decir de la gente, ya todo está resuelto previamente; se pueden predecir los resultados.

En sí, no es el modelo de competencia política lo que está mal; el decir popular indica que los representantes del mismo pueblo se deben de apegar a prácticas de honestidad, transparencia y trabajo para el beneficio colectivo, que no se ha percibido desde hace mucho tiempo, es posible que alguna vez haya existido un gobierno cuya visión principal haya sido el servir a sus gobernados, el favorecer al total de los integrantes de la sociedad en cada una de sus decisiones, sin el pan y sin el circo que acompañan a cada uno de los golpes a la economía de las mayorías, que es lo que más duele. ■

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