A lo largo de la evolución de la cultura, se han estructurado teorías filosóficas y epistemológicas para explicar, con un sentido más racional y objetivo, la manera en cómo la especie humana ha venido evolucionando a lo largo de su historia.
Una de estas es la teoría de los ciclos históricos; ésta tiene las siguientes características a saber; entre otras: se alimenta del sentido común, nos dice que en la vida y en la naturaleza hay repeticiones; no hay dirección evolutiva sino recurrencias; no hay novedades sino repeticiones; tampoco existe crecimiento ilimitado de energías latentes sino procesos de debilitación de potencialidades y retorno al principio, no existe linealidad sino circularidad. Quienes han defendido este pensamiento filosófico, lo sustentan en la Grecia Clásica, coincidiendo con aquello de que “lo que ha sido es lo que será” (Aristóteles); y “lo que se ha hecho es lo que se hará: no hay nada nuevo bajo el sol” (idea muy impulsada durante la Edad
Media).
Obviamente este tipo de propuestas al parecer generan conflicto y poca evolución visto desde otras perspectivas, de ahí que se generen antagonismos que pueden establecer mejoras importantes con visiones diferentes en la búsqueda de emerger del fondo del abismo, situación que permitirá salir y romper con los intereses de “algunos” de los que les promueven la primera propuesta.
Sin embargo, los que buscan de manera permanente el impulso de cambios, verán que el proceso evolutivo de carácter positivo de las instituciones u organizaciones humanas no es una tarea fácil, ya que la gran mayoría de los problemas que ocurren dentro de ellas, no se deben a la falta de conocimientos para avanzar y obtener mejores resultados; al contrario, se deben al desconocimiento de los comportamientos de los seres humanos. Por lo tanto, entre más se conozca que el ser humano nace con las “propiedades” de la incertidumbre, el miedo a lo desconocido y al cambio, entre otros, los grandes pensadores o propulsores de nuevas ideas, paradigmas o transformadores del estilo de pensamiento, lograrán hacer más propuestas para explicar de una manera más comprendida y analizada, los estilos de comportamiento de los que actualmente somos testigos de su presencia en las personas.
Por lo tanto, cuando las organizaciones se encuentran pasando por condiciones donde los procesos se asemejan a un caos permanente, que para muchos puede significar una idea negativa sinónimo de desorden ya que las cosas no funcionan bien “aparentemente”, sobre todo al interior de la institución u organización humana; por lo tanto requiere por parte de los que encuentran a favor del impulso de la teoría del caos evolutivo, considerar esto un área de oportunidad para centrar los esfuerzos en comprender que es necesaria la participación de todas las partes que conforman la organización para transformar evolucionando a un mejor estadío de la organización humana.
Es decir, si analizamos lo anteriormente expuesto, vemos que se requiere adoptar, sobre todo por parte de los integrantes de toda institución u organización humana, el establecimiento de las jerarquías de carácter administrativo para la toma de decisiones, donde un integrante de la alta dirección deberá impulsar políticas, objetivos y estrategias en torno a una visión hacia un periodo de tiempo prolongado, dirigido a todos los integrantes de los sectores que conforman la organización y que dependiendo de “su nivel jerárquico” actuarán de manera directa o indirecta en los “fines últimos” que se persiguen.
De esta manera, con la definición clara de la participación y funciones de los diferentes sectores dentro de una organización, situación que se ha mencionado reiteradamente, permitirá alcanzar la visión de la misma, todo con la responsabilidad que ello implique en los diferentes niveles. En ello radica la explicación de la teoría del caos evolutivo, ya que los integrantes de la organización son los que conocen la problemática, por lo que deberán estar alertas para aprovechar los momentos de movimiento y conflicto para impulsar el orden de acuerdo con los objetivos que como institución se tengan.
He ahí donde sólo cuando se comparten objetivos, políticas y visión de conjunto y no de “intereses personales”, puede permitir encontrar orden en el desorden, y no llevar agua a su molino, quienes se sienten la panacea de las soluciones viviendo en historias pasadas donde las condiciones fueron diferentes; por lo que para conocer la realidad de la problemática, hay que conocerla tanto en su origen como en la evolución de los últimos años.
Es interesante la aplicación de estas reflexiones con ejemplos de la vida actual, no sólo de carácter personal, sino de instituciones, las cuales son ejemplo, algunas de Zacatecas y sus alrededores. Será importante retomarlas para las siguientes aportaciones.n
*Docente-Investigador de la Universidad Autónoma de Zacatecas
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@alfredouaz
