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miércoles, 24 abril, 2024
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Las campañas: el olvido y la enajenación de la política

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Por: REDACCIÓN •

¿Qué diferencia hay entre el teatro griego y el circo romano? En el teatro trágico griego nació la democracia, es pensamiento puesto en escena que exhibe las contradicciones de la vida imposibles de conciliar. La vida como conflicto: es lo político como elemento vital. Pero esos conflictos son la forma agonal del pensamiento. En el circo romano, lo que ocurre es la escenificación del dominio de Roma: el ruedo es una ventana a todos los territorios dominados.

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Y la exposición del señorío romano se convierte en el divertimiento de la muchedumbre que da legitimidad al imperio (en simulación de la república). En suma, una estructura política simulada, muestra su dominio y consigue el consentimiento en actos de divertimento decadente. Mientras en el teatro griego, el hombre vuelve a crearse cada vez (re-creación); en el circo romano el hombre se abandona en la hilaridad para dar continuidad al imperium.

Justo. Ahora las campañas políticas las vemos convertidas en una representación hilarante, donde los muy ilustrados candidatos hacen eventos no para exponer ideas y defender un proyecto social en conflicto con otros, sino para juntar a la muchedumbre en un acto de distracción que no pasa por ningún pensamiento político, pero proporciona consentimiento a una camarilla de políticos profesionales en la obtención del imperium (el dominio del Estado). Enajenación de lo político en manos del espectáculo: decadencia circense. La muestra de su poder: reunirá las masas por la atracción de música grupera. ¿Y la educación ciudadana en la que se convierte el ejercicio de la democracia? ¿Y la escuela de democracia en que deben tornarse las campañas? ¡Nada hay de eso!

Es altamente significativo que las campañas se coronen con eventos masivos convertidos en espectáculos de la televisión chatarra. Es la corona de lo que se hizo en el transcurso de la campaña: regalaron pelotas, se vistió la ciudad de retratos espectaculares con sonrisas fingidas, camisetas y…hasta se promocionaron telenovelas. Marketing vacío y soso. Los lúcidos candidatos no daban argumentos, sólo atinaban a repetir consignas generales: seguridad, empleo o servicios. Y los caminos del sentido común. Lo propio de la política, como la confrontación de concepciones de la sociedad, careo de hipótesis causales entre problemas sociales que fundamenten políticas públicas, y el convencimiento de voluntades alrededor de proyectos de ciudad diversos… quedó en la omisión: el olvido de la política.

La esencia de política es la acción pública, es la movilización de voluntades (acción voluntaria) en torno a los fines sociales que cada facción social ponga en sus programas. Lo que vimos fueron actividades-todo-pagado: anuncios, entrevistas, promotores. Todo. Guerra de imágenes: no se promocionaban candidatos, se vendían productos. Al grado de (prácticamente) corregirle la imagen a una de las candidatas que llegó a la sustitución de la misma. Ya no sólo imágenes sin contenido, sino sin referentes. Esperemos que la decadencia que hoy vivimos en los procesos de elección, sea el indicador de que se está tocando fondo, para iniciar una era distinta en la construcción de la democracia en nuestra tierra.

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