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martes, 16 abril, 2024
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Lupita Soria, motociclista que rueda contra el machismo y los estereotipos

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Por: ALEJANDRO ORTEGA NERI •

■ Fue maestra y cosmetóloga, pero lo que más le gusta es descubrir “lo que es vivir”

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■ La zacatecana recorre las carreteras en su reina gitana, una V-Star 1100 color negra

 

Un licántropo feroz vigila su brazo izquierdo mientras la luna llena lo ilumina. Cerca de él, una calavera en un estilo muy clásico, adornada con flores multicolores, termina por decorar su brazo. En el otro, la manga de la blusa roja apenas permite que la cabeza de una serpiente verduzca se asome pero al descubrirla se puede observar que el reptil desciende también de otra calavera, mas ésta no tiene el cráneo calvo, lo corona una larga cabellera con una corona igualmente de rosas. Es su tatuaje más querido. Es Lilith, la primera mujer negada por la historia y es aquí donde empieza el simbolismo de la lucha de Lupita.

La historia feminista de Lilith se la debemos a Judith Plaskow, la primera feminista judía que se autonombró teóloga y que en 1970, reuniendo a sus pares, releyeron y re interpretaron las escrituras sagradas de su religión, algo histórico ya que en 800 años, por vez primera y sin ningún hombre de por medio, se interpretaron las escrituras y Lilith, desde otra perspectiva, volvió a nacer.

Gracias a esta interpretación de Plaskow y compañía es que ahora Lilith se ha convertido en un símbolo feminista, en la primera mujer que no quiso estar bajo el dominio del hombre y por eso abandonó a Adán. Gracias a esta interpretación es que ahora en su nombre se celebra la valentía de aquellas que se oponen a una circunstancia desigual, opresiva o injusta, o bien, cuando se vive en el exilio social por rebelarse ante un mundo hecho para los hombres. El nombre de Lilith es resistencia y así lo entiende Lupita Soria, quien con su musa tatuada en el brazo ha decidido rodar contra el machismo en la cultura de los motociclistas montada en su Gipsy Queen.

María Guadalupe Soria Pedroza nació en Jalpa, Zacatecas, pero como la mayoría de sus habitantes, desde muy chica se convirtió en migrante y la ciudad de Chicago fue quien la acogió durante casi toda su vida. Sin embargo hace 12 años volvió al terruño y encontró en el motociclismo “la experiencia de sentirse viva”.

Crecer en la Unión Americana le dio a Lupita la riqueza de dominar otra lengua. A su regreso a México eso le abrió las puertas para convertirse en maestra de Inglés, pero ante las trabas del sistema educativo se ha decantado también por otro oficio que es la cosmetología. Pero lo que más le gusta a ella es descubrir “en realidad lo que es vivir” y eso lo ha encontrado en la carretera haciendo rugir a su reina gitana, una V-Star 1100 color negra, elegante, poderosa.

Lupita pertenece a la Unión Nacional Biker (Unab), un grupo de motociclistas de carácter nacional en el que ella es la representante en Zacatecas, sin embargo, hace días fue partícipe de una nueva experiencia que está orientando una nueva lucha, y es que tuvo la oportunidad de formar parte de una rodada internacional, desde Laredo hasta Guatemala en compañía de la Women Riders World Relay (WRWR), un grupo de mujeres motociclistas que inició en Reino Unido apenas en febrero de 2019 y que está recorriendo todo el mundo con el objetivo de visibilizar la presencia femenil en el motociclismo y generar respeto y apoyo de la sociedad para las mujeres que gustan de dicha cultura.

“El 30 por ciento de motociclistas a nivel mundial somos mujeres y seguimos creciendo. Aún con esa presencia no tenemos la misma aceptación ni respeto que los hombres” da a conocer Lupita, quien agrega que el movimiento también es un llamado para que los fabricantes produzcan más equipo y de mejor calidad para nosotras.

“El equipo que actualmente se encuentra en el mercado está diseñado primordialmente para el hombre; lo poco que se encuentra para mujeres es de baja calidad y no cubre nuestras necesidades. Por el momento no ruedo con chaparreras, no encuentro una que me quede bien, todo está diseñado para hombre. Y es un reto tener que rodar con ropa que se siente incómoda, porque tienes que cuidar la seguridad. Igual con los cascos, son demasiado grandes. Por lo que con esta rodada esperemos que comiencen a abrir los ojos y empiecen a tomar nota de que tenemos nuestras necesidades”, dice subiéndose a su gitana.

En Zacatecas las cosas han avanzado. Antes, cuando ella empezó, en 2007, era raro ver mujeres motociclistas, ahora no son muchas pero sí se ven con más frecuencia y las están aceptando.

Y es que la sociedad actual debe entender que la mujer en motocicleta ha pasado de ser solo una compañía a una propia conductora que puede dominar cualquier máquina y marcar su propio destino, como lo está haciendo Lupita, a quien le gusta rodar también con otra bandera, la del altruismo, pues apenas este fin de semana, en el marco de la concentración anual de la Unba, se reunió con sus iguales para regalarles un rato de alegría a niños y jóvenes de la Casa Cuna y la Casa Hogar, respectivamente.

Las barreras ideológicas son las más difíciles de derribar. En este mundo del motociclismo la primera a romper es la del machismo y los estereotipos, luego vendrán otras luchas quizá peores, como la de la inseguridad, pues en un país que atraviesa un clima agudo de violencia, las carreteras, esas por donde pasa Lupita montada en su máquina rugiente, son también caminos hacia muchos infiernos, pero hasta el momento, afortunadamente, sólo ha sido víctima de un asalto en una caseta de Chiapas, le quitaron su dinero con machete en mano y tuvo regresar a casa “pidiendo limosna”, pero ni eso ha terminado con sus ganas de buscar la igualdad y sobre todo de seguir sintiéndose realmente viva sobre su Gipsy Queen, mientras su parshmina rosa, su distintivo, vuela al ritmo del rock and roll.

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