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viernes, 19 abril, 2024
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La estructura industrial en Zacatecas: empresas, empresarios y trabajadores

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Por: JUDITH ALEJANDRA RIVAS HERNÁNDEZ • RENÉ AMARO PEÑAFLORES •

La Gualdra 475 / Historia / Libros

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La explicación de los procesos industriales en México es imprescindible para reflexionar sobre la problemática industrial y la reactivación económica que tanto se necesita hoy. La industria moderna es la actividad productiva transformadora de bienes que requiere de una incipiente división técnica del trabajo y de una determinada acumulación de capital. Es concebida como una estructura que “implica la utilización de fuentes de energía diferentes […] y una división del trabajo requerida para la realización de las distintas operaciones que dan como resultado un nuevo producto.” (Korol, 2000: 8) La producción industrial exige la utilización creciente de innovaciones tecnológicas, adopción de maquinaria, organización técnico-administrativa, capacitación laboral y generación de beneficios-ganancias. (Hobsbawm, 1982: 75) Además, para potenciar el crecimiento productivo se requiere del fomento estatal y de una integración económica que impone el capitalismo en su fase industrial. Lo anterior dependerá de otras condiciones históricas: transportes-eficientes, articulación mercantil y fuerza laboral libre. Al igual que de una concentración en la producción en masa de bienes en constante aumento y bajo costo, para crear y mantener el ritmo de expansión económica. (Miño, 2016: 397)

La cuestión industrial en México no significó un proceso de industrialización moderna, un “vuelco ascendente, imprevisto y franco” de indicadores económicos, cuyo salto cualitativo impactará sin precedentes las manufacturas. En Nueva España y la Región Andina hubo “fábricas primitivas”, cuya organización manufacturera textil operó mediante obrajes desde el siglo XVI y con trabajo forzado. Luego, en la primera mitad del siglo XIX, apareció un crecimiento del sector industrial, que no significó una transformación general de la economía agraria. El crecimiento del sector manufacturero, incluso mediante la utilización de tecnología, puede o no llevar a un despegue industrial con crecimiento sostenido a largo plazo. (Gómez-Galvarriato, 1999: 9-10)

Una parte de la historia de la industria latinoamericana concibe el sistema- productivo-capitalista integrado por países centrales y periféricos, definidos por una división internacional del trabajo que funciona por la dinámica de un “sustrato social interno”, una clase terrateniente depredadora de los recursos naturales y que finca sus intereses hacia el mercado mundial cuando este es garante de altas rentas y, se retira del comercio externo, cuando retorna las condiciones normales del mercado nacional-local. (Kalmanovitz, 2004) En México, como sabemos, el proceso de industrialización temprana comenzó en 1830 con el Banco de Avío, instancia estatal que apoyaba con capital a empresarios e industrias para establecer las bases posibles del despegue industrial. (Potash, 1959; Keremitsis, 1973) Durante el Porfiriato, con sus quiebres, hubo importantes procesos de industrialización.

En este contexto problemático se inscribe el libro reseñado, en el cual se analizan diversas problemáticas del sector manufacturero e industrial de México (Zacatecas) y Colombia, aunque por ahora solo referiremos el caso zacatecano: Adolfo Trejo desarrolla la importancia del tabaco como estanco en Zacatecas; explica cómo los crecientes montos fiscales obtenidos con su mercantilización permitieron ingresos crecientes entre 1824 y 1835, incluso por encima de las contribuciones mineras. María Guadalupe Noriega explica el caso de “La Zacatecana”, como fábrica textil-moderna y cuyo éxito productivo radicó en la combinación del “espíritu empresarial” (familia García), fuerza hidráulica, lana y mano de obra abundante, y articulación mercantil regional e interregional. Hilda Graciela Martínez aborda el surgimiento de un entramado de establecimientos fabriles locales a finales del siglo XIX. Analizan la composición del capital invertido en la industria, los montos productivos, el valor del costo anual de la producción y la formación de sociedades comerciales. Señala que el monto de la inversión de capital, respecto al capital constante (bienes de capital) y al capital variable (fuerza de trabajo), definió a la pequeña industria local poco competitiva.

María del Refugio Magallanes da cuenta de las sociabilidades-magisteriales (Asociación de Preceptores de Primeras Letras, Liga Pedagógica y la Asociación de Educadores Zacatecanos) y de la mudanza identitaria en torno a la nueva cultura laboral: la profesionalización de la enseñanza, la incorporación de preceptores como sujetos educativos innatos y las propuestas curriculares-textos escolares emitidas por las instancias asociacionistas. La educación moderna-científica potenció cambios metodológicos en la enseñanza y configuró mutaciones en el ámbito de la cultura del profesorado porfirista. Israel Díaz analiza el papel de los niños trabajadores; la escuela porfiriana zacatecana les proporcionaba conocimientos técnicos y preceptos-morales-civiles. La Revolución no cambió las malas condiciones infantiles; la noción cotidiana del niño trabajador terminó imponiéndose sobre la noción moderna de escolarización de la infancia.

Por su parte, Armando Márquez Herrera explica cómo en los albores de la Revolución los obreros, no obstante, sus bajos salarios, desarrollaban procesos de eficiencia-rendimiento productivos. La rebeldía laboral en 1910 tuvo como saldo la detención masiva de trabajadores: en Moyahua, Juchipila y en el semidesierto; empero la “flamita de la revuelta” creció con más fuerza, sobre todo en donde las organizaciones laborales estaban más consolidadas. Entonces, la principal fuente de empleo para los obreros se sustentó en las diversas filas revolucionarias. Con todo, la lucha armada fue la “tablita de salvación para muchos y la tablita de la mortaja para otros.” Finalmente, Judith Alejandra Rivas analiza la formación para el trabajo industrial en la transición del Hospicio Niños de Guadalupe (1878) a la Escuela Industrial “Trinidad García de la Cadena” (1926). Los exitosos procesos técnicos y la integración socio laboral de los niños-jóvenes-huérfanos, no impidieron la decadencia paulatina de la Escuela Industrial; los cambios pedagógicos de la época, la mística de la Escuela Rural y el saqueo gubernativo de recursos escolares, minaron los procesos formativos-industriales durante el gobierno de Félix Bañuelos (1936-1940).

 

 

 

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