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jueves, 28 marzo, 2024
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María Edelmira, cocinera con ángel que tiene 21 años alimentando a estudiantes

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Por: RAFAEL DE SANTIAGO •

■ Se ha convertido en una amiga del alumnado de la prepa 2, a quienes brinda siempre un consejo

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■ Su puesto de comida se ve concurrido por jóvenes, docentes y trabajadores, desde temprano

Durante 21 años, María Edelmira Torres Carreón se ha dedicado a alimentar a estudiantes de la escuela preparatoria número 2 de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ), llegando a convertirse en una amiga que los orienta y se preocupa por sus necesidades, como una madre.

Edelmira tiene un pequeño puesto de comida justo enfrente de la escuela, lugar concurrido por jóvenes, docentes y trabajadores de lugares cercanos que buscan un buen lugar para tomar el alimento más importante del día: el desayuno.

“Han llegado muchachos diciéndome que si ajustan un bolillo con vinagre porque nada más traen 5 pesos o de plano no traen para comer, pero les digo que no se preocupen y les doy su mollete o su torta de jamón. Aunque también he visto jóvenes que rompen récord como uno que en una ocasión se comió 7 hamburguesas de un jalón”, menciona.

Agrega que “a veces, con el tiempo, recibes recompensas, muchos alumnos cuando me ven en la calle me presentan a sus papás y éstos me preguntan que si soy maestra, pero yo les respondo que no, aunque les di de comer a sus hijos por mucho tiempo. Los jóvenes me dan fuerza; a veces llega uno cabizbajo, pero ellos me dan ánimo porque hacemos una labor bonita, y con que me deseen salud es más que suficiente”, dice María.

Entre los alumnos que fueron sus clientes se encuentra Luis, un joven que dice era muy pobre, pero bastante estudioso. Cuando estaba a punto de egresar de la preparatoria, le pidió apoyo a Edelmira para poder seguir estudiando medicina en la ciudad de Monterrey.Recuerda que le dio su ayuda y el muchacho partió a aquella ciudad a buscar su sueño.

A pesar de ser buen estudiante y obtener buenas notas, no contaba con el recurso económico para seguir estudiando y pensaba trabajar en el segundo semestre. Sin embargo, un compañero de Luis era hijo de un empresario, y éste al saber su situación decidió apoyar también al amigo, becándolo en sus estudios y encargándose de pagar sus colegiaturas. Así, logró conseguir un patrocinador para cada semestre.

“Me da mucha satisfacción porque el pasado 11 de octubre me llamó para decirme que había acabado su carrera, incluso cuando terminó la preparatoria me trajo flores. Me dijo que si yo no lo hubiera apoyado para irse, nunca lo hubiera logrado. Me hizo saber que tiene un enorme agradecimiento conmigo y me ha contado que va a hacer un hospital en Zacatecas y me va a dejar en la cafetería”, dice entre risas la mujer.

Aunque también los regaña y da buenos consejos, pues le ha tocado ver a jóvenes que llegan ebrios a clases, con perforaciones, el cabello largo o modas estrafalarias. “Yo les digo: mira nada más cómo andas; no te da pena que tus papás hacen un gran esfuerzo para que estudies, y tú desaprovechándolo; yo sí los regaño porque vienen cruditos para que dejen de hacerse tontos y que valoren lo que su familia hace por ellos; por esos pequeños detalles o encuentros que tenemos, llegamos a hacer grandes amistades”.

Edelmira comenzó a cocinar influenciada por sus hermanos, quienes le enseñaron a preparar alimentos, pues tienen negocios de restaurantes en Zacatecas y en Estados Unidos, aprendiendo a elaborar diferentes platillos.

El restaurante que tenía uno de sus hermanos en Estados Unidos era de venta de mariscos y comida mexicana. Aunque contaba con todos los ingredientes necesarios, reconoce que la comida no sabe igual que la mexicana, pero desconoce en qué consiste la diferencia de sabor.

“Aquí en México todo es más fresco y allá se congela la comida; no hay como la comida mexicana porque no sabe igual, aunque haga unos tamales allá no tienen el mismo sabor, no sé por qué”, afirma la cocinera.

Edelmira es originaria del vecino estado de San Luis Potosí; sin embargo, llegó a Zacatecas el año de 1981. Diez años después se casó con un zacatecano y se fue a vivir a Calera, donde tuvo a sus tres hijos; años después regresó a la capital.

Su esposo laboró en la Comisión Federal de Electricidad, y ella con la intención de contribuir con los gastos de su casa, empezó a elaborar donas caseras, receta que le dio un amigo, y las cuales vendía en escuelas y en tiendas, haciendo hasta 200 diarias; además de preparar ricos tamales cada fin de semana, de los cuales llegaba a hacer hasta 300; algunos sobre pedido.

Tiempo después conoció a una señora que tenía un espacio enfrente de la preparatoria, y en una plática, Edelmira le propuso que se lo traspasara, aunque dice que sólo fue un comentario que le hizo en broma. A los 15 días obtuvo respuesta para que se quedara con él, lo cual no creía.

Sus hijos estudiaban la educación primaria en ese tiempo, se quedó sin pareja y eso también la motivó a trabajar para poder sacar adelante a sus pequeños y darles estudio; todos, dice orgullosa, sacaron su carrera profesional, pues no quería que siguieran sus pasos, sobre todo porque deseaba que tuvieran una buena calidad de vida y un buen sueldo.

Empezó a vender tortas de jamón y milanesa, hot dogs, hamburguesas, flautas, quesadillas, para complacer a los jóvenes. Llegó a ser tan popular en la hora del desayuno, que implementó promociones como los jueves de gorditas, viernes de enchiladas, entre otras.

“Es un sacrificio para los padres tener a los hijos en la escuela, y eso es lo que yo les digo a todos los muchachos que vienen y con los que hago amistad. Les recomiendo que estudien y que le echen ganas porque yo sé lo que es sacrificarse, y gracias a dios me resultó:  me hice amiga de mis hijos y tenemos buena comunicación, así los he educado, y creo que he hecho algo bueno”, concluye María.

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