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jueves, 28 marzo, 2024
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Los riesgos

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Por: ALBERTO VÉLEZ RODRÍGUEZ • ROLANDO ALVARADO •

Las elecciones para Rector de la UAZ se llevarán a cabo en mayo de 2016, entretanto ya hay varios candidatos visibles y una estratagema urdida por los grupos que se perciben a sí mismos como más numerosos para generar la idea que bajo su conducción la UAZ está unida. También hay el anuncio, por parte del grupo “Fuerza Universitaria”, que integrar la administración de la UAZ, en sus diferentes niveles, según lealtades de grupo y acuerdos paralegales es un despropósito que no resolverá, sino agravará, la presente crisis financiera de la Universidad. Por lo que ellos proponen grosso modo una configuración que tome en cuenta perfiles y que se sujete a las normas vigentes, en particular, que los órganos colegiados de decisión funcionen de manera eficiente.

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Si alguien sostiene que se requieren perfiles es porque considera que la manera de elegir candidatos por los diferentes grupos no toma en cuenta la capacidad y el logro académico, sino la sumisión y lealtad a las ambiciones del grupo que lo propone. E igualmente, si se afirma que los órganos de decisión colegiada deben funcionar eficientemente es porque no funcionan, o funcionan mal. Así que se tiene un diagnóstico de la situación en el que se dice que el funcionamiento de los grupos es nocivo para la Universidad, y que ese funcionamiento ha impedido que se aplique correctamente la norma. La solución que se sugiere consiste en definir un equipo administrativo con perfil –presumiblemente académico- que establezca un Plan de Desarrollo Institucional de amplio consenso que sea operado desde los órganos colegiados en pleno funcionamiento.

Es cierto que uno de los mayores males de varias administraciones universitarias ha sido su incapacidad de operar acuerdos. Se acordó la construcción de áreas desde 1999 y después de 16 años varias de ellas son entelequias, y las pocas que se han construido no responden a las características planeadas. Se resolvió un problema de adeudos con el ISSSTE, pero ya se generó otro por un monto mayor. La causa preferida de los rectores sostiene que es la falta de presupuesto, y aunque es correcta también es un antifaz para no ver que muchos de los problemas han sido el resultado de mala administración, frivolidad, ambición personal desmedida y violación reiterada, sin consecuencias, de la norma. En un reportaje aparecido en El Universal el día 11 de noviembre de 2015 se menciona que la UAZ tiene compromisos por sus pasivos laborales por encima del 50% de su presupuesto ordinario, y que eso a futuro presionará las finanzas públicas del Estado. El gobernador aclaró que no hay manera de dar más apoyos a la UAZ de los que ya se están dando, que son los más bajos en los últimos años. Así que, en pocas palabras, esos pasivos laborales ya no son preocupación del gobierno de Miguel Alonso. Aquí debemos hacer una aclaración. No es el mismo problema el asunto de los pasivos laborales, producto de la incapacidad de generar ahorros por parte del grupo de universitarios a los que la UAZ complementa su pensión por jubilación, que el problema de la suspensión de pagos al ISSSTE, producto de una decisión, primero, de contratar sin presupuesto, y segundo, de robar a los universitarios un trozo de su salario. Ambos comparten, por supuesto, la frivolidad y la mala administración, pero diferentes condiciones históricas. Y aunque están entrelazados la solución de un problema no implica la solución del otro. Un sector de universitarios, el más envejecido, es reacio a reconocer cualquier error en el esquema de pensiones que fue abolido en 1992, y exigen su pago y pronta solución al problema por la vía del incremento de presupuesto ordinario anual. Si ello se hace así no se resuelve el problema de pagos al ISSSTE, porque un incremento de presupuesto para pagos de pensiones no representa un medio de fondear el 8% que la UAZ debe pagar puntualmente mes con mes por concepto de cuota obrera. Ni permite el pago de la cuota patronal. Para resolver esto último se puede soñar con otro incremento adicional de presupuesto -¿es viable un incremento de presupuesto ordinario de más del 60%?- o bien, se puede especular proponiendo ahorros en los gastos. Ahorros que ningún rector ha logrado porque los intereses de los grupos en la rectoría lo han impedido: los grupos aspiran a crecer, sus líderes quieren puestos públicos y eso se quiere lograr a la vieja usanza priísta: con aparatos de corporativización, con distribución facciosa de beneficios, con la ley de la jungla y el mantenimiento de clientelas inútiles para todo menos para ir a votar. Uno se puede preguntar si tal nivel de endeudamiento no representa ya el fondo de todos tan temido, tras del cual no queda sino la nada y el caos. El riesgo de la próxima elección no reside en que llegue a la Rectoría un candidato de la unidad preparatoria, es irrelevante la filiación por unidades de los candidatos, el auténtico riesgo yace en que lleguen de nuevo los dueños de las clientelas. Si eso representa para algunos una división entre los universitarios, que así sea: no todos somos culpables del desastre de la UAZ. ■

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