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DS (—Parece que usted ha cursado licenciaturas y muchos cursos: ¿qué títulos tiene? / —La de la buena literatura contemporánea —respondió Daniel Sibaja—, que es tan mal pagada como los cursos en línea, y peor que tres deditos menos. / —No sabía que existía esa licenciatura —replicó el Taxista—, y ¿tú de qué vas a vivir? / —Es un trabajo —respondió Daniel— que habla sobre todas las palabras del mundo.)
MC (—Paréceme que vuesa merced ha cursado las escuelas: ¿qué ciencias ha oído? / —La de la buena caballería andante —respondió don Quijote—, que es tan buena como la de la poesía, y aun dos deditos más. / —No sé qué ciencia sea ésa —replicó don Lorenzo—, y hasta ahora no ha llegado a mi noticia. / —Es una ciencia —replicó don Quijote— que encierra en sí todas o las más ciencias del mundo.)
En ocasiones todavía duele, quedarme solo en el segundo piso de mi casa. Creo que sigo confundiendo las emociones y el miedo aún es persistente. Qué tan orgullosa se siente una madre cuando un hijo termina sus estudios. A todos nos cuesta llenar el formato de nuestro Currículum, o una breve semblanza con nuestras obsesiones. Cuántas veces me lo han dicho. «Tu estúpido sueño, Daniel… Ojalá lo logres», «Eres muy egoísta y sin límites…», «De eso no vas a comer». Aquello es parecido a la manía del Quijote al presumir sus gustos por la caballería, en casa de Lorenzo, en una batalla campal, o en medio de un lugar privado lleno de personas «civilizadas». El Quijote sería, quizá, un weirdo otaku al igual que yo. Pero, ¿qué son las cédulas digitales sino el requisito más horrible hacia el éxito? Aún me es difícil hablarle a la gente que conozco sobre mi oficio, porque, tal vez, sea poco común que las letras, en un contexto de las inteligencias artificiales, te sirvan la comida sobre la mesa. ¿Quién soy yo para responderles? Si en cualquier balcón, aún me persiguen sus palabras. Que siempre ha sido así, la soledad del mundo ha abierto ante mis ojos puras ficciones, puras fantasías. Creo que puedo preguntármelo: ¿estoy listo para sacrificarlo?, ¿sacrificar lo anhelado por alguien más? El problema es que muchas veces uno nunca encuentra a esa otra persona dispuesta a sacrificarse por ese otro-alguien-más entre los dos. ¿Hacia donde me llevan mis libros? ¿Y qué somos sino más que seres sociales? Sí, presumidos, imposibles, sólo eso: …animales sociales temerosos a morir completamente solos.
Quiero desearle, en esta línea, una vida llena de palabras y de flores. Deseo que las tome y siga caminando, como he intentado hacerlo en estos días de septiembre, hacia un amor incondicional y tembloroso, hacia la compañía de quien lo tome por sorpresa y que mis escritos le sean tan cálidos como un abrazo bajo la lluvia de la tarde, o en dos tazas de café sobre la mesa en cualquier salón vacío.
DS (Oye cómo va mi ritmo, la música de Spotify en las orejas sintieron que hacia mí venía un tráiler de los que llaman comerciales / Junto a él venía una mujer vestida con ropa china de las que son de Sheine, hasta la cabeza, cubierta con maquillaje luminoso; pero al punto de llegar en su camioneta, a mi espalda llegaron los burgueses y hacia Daniel Sibaja, cuando acabó el playlist de la bocina, y luego los motores y guitarras, que en mi moto sonaban / —Yo soy Rulfo, aquel que de tus historias dicen que tuve a Dios como padre —verdad total—, autor bravo y monarca y archivo de tu ciencia tecnológica, de tu edad y de otro siglo por aventuras registradas de valientes escritores (…) A ti, te digo, ¡oh, autor como se debe ignorado!, a ti, miedoso justamente y ruidoso Daniel, de la Emérita sombra, de México planeta, que para recobrar tu estado de ánimo la Señorita Saigón es dueña de tus historias y que tus amigos deben darte tres mil patadas y trescientos en tus más desinfladas partes traseras.)
MC (Al compás de la agradable música vieron que hacia ellos venía un carro de los que llaman triunfales / Junto a ella venía una figura vestida de una ropa de las que llaman rozagante, hasta los pies, cubierta la cabeza con un velo negro; pero al punto que llegó el carro a estar frente a frente de los duques y de don Quijote, cesó la música de las chirimías, y luego la de las harpas y laúdes que en el carro sonaban / —Yo soy Merlín, aquel que las historias dicen que tuve por mi padre al diablo —mentira autorizada de los tiempos—, príncipe de la mágica y monarca y archivo de la ciencia zoroástica, émulo a las edades y los siglos que solapar pretenden las hazañas de los andantes bravos caballeros (…) A ti digo, ¡oh, varón como se debe por jamás alabado!, a ti, valiente justamente y discreto don Quijote, de la Mancha esplendor, de España estrella, que para recobrar su estado primo la sin par Dulcinea del Toboso es menester que Sancho tu escudero dé tres mil azotes y trescientos en ambas sus valientes posaderas.)
Quisiera que Dios me dé lo que deseo. Ojalá. En estos días, por ejemplo, mire sus fotografías de Instagram con una mesa de cumpleaños llena de gente. Eso a veces me enoja, sí, debo decirlo, hace tiempo que no lleno alguna mesa. Quisiera arreglar las cosas como Merlín o el Quijote, con las mágicas olas de la fantasía. Pero este Once de septiembre, sólo por tener un poquito de amor propio, me atrevo a llorar, versátil y elegante, de eso que llaman: …felicidad, inolvidable, cariño. Eso me recuerda un pasaje de la condesa Trifaldi que me gustaría compartirles:
quis talia fando temperet a lacrimis?
¿quién al narrar tales cosas podrá contener las lágrimas?
Dígame, adentro de esa puesta en escena, sobre su cumpleaños o su aniversario de bodas, ¿en cuántas fantasías ha soltado junto a la música un par de suaves lágrimas llenas de amor? Escríbame, si gusta al siguiente correo, [email protected].
Daniel Sibaja (Mérida, México, 1997)