Más que conceptuar o conceptualizar el término educación, es mejor hacer una descripción de la misma, no es otra cosa que la emisión de juicios particulares para luego colectivizarlos. Quiero evocar un pensamiento del cual no recuerdo la autoría, este, a la letra dice: “Los padres de familia son los primeros maestros, pero los maestros son los segundos padres”; surge aquí una gran incógnita, ¿la mejor educación es la de los padres o la de los maestros?, creo, a reserva de quien lea estas líneas, que esta interrogante generaría un interminable debate y se caería en toda una serie de controversias.
Cuando digo…… de qué educación estamos hablando, es necesario también preguntarse ¿de qué educador podemos hablar? Cada educador es único e irrepetible, así como cada educando cuenta con una estructura cognitiva también única e irrepetible, entonces, ¿cuál debería ser la función de las instituciones educativas, de los docentes y de los padres de familia? No podemos generarnos interrogantes sin argumentar los elementos que pueden ser motivo de dichos planteamientos.
Lo que categóricamente puedo aseverar, es que no hay ni una mejor ni una peor educación, no sé si se pueda decir que no existen ni mejores ni peores maestros, que solo hay procesos educativos que son susceptibles de abordarse, analizarse, problematizarse y diagnosticarse. Desde una perspectiva didáctica dentro de la educación formal, un docente debe ser un investigador de su propia práctica, debe interactuar con los educandos de una forma tal, que promueva relaciones empáticas y de sana convivencia, creo, estas son acciones motivacionales para que el educando se predisponga a aprender.
Un docente creativo tiene la facultad de ser libre en cualquier espacio del ámbito social, ello le permitirá incursionar en una educación que emancipe, que promueva la libertad de expresión y, lo que es mejor, que los educandos sientan su espacio áulico y escolar como si fuera su segunda casa. Es necesario pues, que el docente aborde una práctica crítica y humanista; esto dará libertad tanto al docente como al educando para que ejerzan la crítica creativa y, desterrar eso que tradicionalmente se le llama crítica constructiva y destructiva.
Cuando un docente se instituye, no pierde la institucionalidad, al contrario, aporta a la institución y a la sociedad su experiencia y coadyuva en el proceso de crecimiento social e institucional. Lamentablemente un número significativo de directivos por el hecho de sentirse rectores institucionales, eclipsan a docentes con iniciativa y creatividad, les niegan la posibilidad de que instituyan su propia práctica y, de negarles sus proyectos y desacreditarlos ante una sociedad que sí ha manifestado logros pero que estos no son los suficientes.
Todavía en estos tiempos no se ha resuelto la desigualdad educativa, no todos tienen acceso a la educación, particularmente en el nivel superior y, existe una gran desigualdad en educación básica entre las zonas urbanas y las rurales. Un gran número de escuelas -centros educativos- no cuentan con la infraestructura básica, carecen de instalaciones adecuadas, materiales educativos y, por supuesto ausencia total de una tecnología educativa adecuada, todo esto hace que, por supuesto, se desmerezca la educación; si a esto le agregamos los bajos salarios de los maestros y las pocas oportunidades que tienen para actualizarse, la situación educativa se conflictúa todavía más.
Los niveles de deserción escolar son preocupantes, las instituciones educativas se justifican argumentando que este fenómeno es multifactorial, cierto, pero con todo y esto, poco se hace para que se aborden los factores que le competen a los centros educativos. Haré solo mención a un factor que es casi determinante y que desmotiva a los educandos, me refiero a la mala articulación curricular, los contenidos se encuentran un tanto desfasados y no responden a las necesidades de la sociedad actual.
La asignación presupuestal es insuficiente a grado tal que todavía existe analfabetismo, no existen programas eficientes para, mínimamente, alfabetizar a quienes lo requieran. Nuestro sistema educativo carece de muchas cosas y, todo esto sucede porque se cree todavía en las vacas sagradas y los garbanzos de a libra; no se necesita una redención del mismo, se requiere de la participación conjunta, plural, ordenada y sistematizada de toda una sociedad, se requiere de la experiencia de los docentes que se encuentran en el campo de batalla y no tanto de los directivos atrincherados.
Creo, que nuestro sistema educativo se encuentra todavía sometido por el capitalismo, por el burocratismo y la meritocracia. No ha habido una conexión real entre maestros y padres de familia, hay una marcada desarticulación y cada quien trabaja por su lado sin importar realmente si los hijos-educandos se encuentran en un proceso de formación social significativo.
Sin lugar a dudas que se requiere desintoxicar al sistema educativo, que al interior de la Secretaría de Educación se genere una real revolución de conciencias, que se elimine el burocratismo, la ignorancia y las componendas. En sí, que se deje de rendir pleitesía y culto a la personalidad. Creo que, si se consideran estos aspectos, la educación tomará otro cariz.