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martes, 23 abril, 2024
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Benjamín Valdivia, sin temor a equivocarse

Historia y Poder

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Por: MIGUEL ÁNGEL AGUILAR •

En el diccionario de escritores mexicanos Benjamín tiene muy bien asentados los renglones donde ha escrito de la vida mexicana sus desengaños o proezas, los relatos apasionantes del misterio de la existencia, y sin darle vueltas decide llamar las cosas por su nombre y es erudito, lo que hace que en todo él fluya el conocimiento, el discernir, el aprender y enseñar sin conflicto o desencanto.

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Es otro de los escritores mexicanos con espectaculares coordenadas que aprueban nunca obstruir o estorbar y ha ganado infinidad de premios nacionales y mundiales de poesía, novela, ensayo; figura central entre la comunidad académica de la Universidad de Guanajuato y de muchas otras del país y del viejo continente, Benjamín  suscribe lo que las culturas del mundo aciertan: conocer a través de la duda, del desorden, del impulso y de la divergencia y así acata perplejidades, descifra y esclarece, hace popular la filosofía, la práctica del escritor, en vivo y en directo y sin hacerse majes, mucho menos incongruentes.

La vida de las universidades mexicanas es rara, a veces no deja de ser ese segmento donde injustamente se les ve como los privilegiados insensatos, pero es desde ahí donde salen preparados los cuadros nutridos de médicos, abogados, economistas, oculistas y dentistas, criminalistas y hasta escritores, que sin ser obedientes o ajustados, le hacen rigor a la rúbrica de ser útiles, insólitos, afables en un mundo realmente descomunal y desprotegido, donde coexisten las clases sociales, los pobres muy pobres y desarrapados, los descamisados con el sudor en la frente, las clases medias muy diestras para todo y las clases pudientes, intolerantes, las que a todo le ponen precio.

La humanidad está envejeciendo, hemos sufrido mucho, también la humanidad ha logrado lo inconcebible en apenas 250 años de la gran revolución industrial, jamás hubieran imaginado lo que ahora vive la comunidad humana en estos tiempos modernos, lo vertiginoso que han sido las revueltas y los hallazgos científicos, los adelantos en el conocimiento, pero también el atraso milenario del hambre, las enfermedades, las pandemias y la criminalidad que nunca cesa.

Imaginamos al cuerpo de maestros y catedráticos de la Rectoría de la Universidad donde el Doctor Benjamín Valdivia dispone de la eficacia y la calidad de los programas que el estudiantado acata y ataca con la atención debida: maestrías, doctorados, licenciaturas, seminarios interdisciplinarios, enlaces con otras universidades del globo terráqueo, asambleas vivaces de alumnos y maestros y él no deja de escribir, de dar conferencias, de mantener vivo el contacto con sus hermanos y carnalas escritoras de un México de barruntos y corazonadas, creencia e ímpetu de un empuje que orilla a todes a ser sentimiento, practicidad, relajación y vigorosa tempestad.

Es decir, un México muy acalorado, muy políticamente distinto a como nos acostumbraban a mortificar y maldecir, nos hicieron mucho daño, dice un poeta a través de la radio, otro se queja que sus libros nunca vieron la luz en las grandes jornadas de las tertulias agradecidas donde unos y otros se abrazaban llenos de jacarandosos aplausos por haber encontrado en el infortunio la clave para triunfar cuando menos unos instantes, pero la comunidad de escritores latinoamericanos siguen su rumbo cada quien y como le convenga.

Poeta fino, -y no por ello ufano o insolente-Valdivia es de esos poetas del atrevimiento con una frescura y un descaro que resuelven rápido el planteamiento de su abundante producción de libros y poemarios en muchos lugares de este país que fue desfalcado, pero que precisamente los poetas arrojan nuevas renuncias a lo pusilánime y la torpeza para darle rienda suelta a su diestra calidad humana dominante y distinguida. Es un autor fácil de leer, de conservar, de tener el atrevimiento de ser una referencia buena y una dirección acertada.

Recuerdo desde que ambos estábamos muy jóvenes, yo de 17 años, y él, de 16, ya en Aguascalientes o en Guanajuato, donde coincidíamos por el amor a la literatura, el teatro, la buena amistad, más de 40 años sin toparnos, sabíamos siempre de sus logros a través de la prensa y las revistas especializadas y hasta que me lo topé en un evento literario hace unos años en el foyer del Teatro Calderón y a ambos nos dio sorpresa y en medio de la gran comunidad de escritores zacatecanos que son muy sácale punta.

Benjamín Valdivia Macedonio es siempre la templanza, la acreditación, la estabilidad y el asombro, el quehacer literario más allá de las fronteras, decano en asociaciones mundiales del castellano y lo cervantino, eficaz conferencista, catedrático y humanista, amigo de los libros y los misterios y eso, precisamente eso, lo hace inigualable.

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